Por José Alvear Sanín*
Mientras avanza la
“cultura de la muerte” se procura no hablar de ella, ni de los regímenes
políticos que la propician, ni de los que se fundan sobre su capacidad de
causarla. Si bien el nazismo fue derrotado militarmente, sus vencedores no
siempre han sido amigos de la vida. Desde luego, el comunismo está edificado
sobre cien y más millones de cadáveres, pero de un tiempo a esta parte las
democracias han cedido a la misma tentación macabra.
Siempre me ha
impresionado aquella lapidaria afirmación de Antonio Aparisi y Guijarro
(1815-1872), en el sentido de que el Imperio Romano resolvía los problemas
económicos con guerra e infanticidio, porque cuántas veces no se repite esa
maldición en nuestros tiempos de aborto masivo, de interminables guerras y de
la próxima eutanasia mandatoria, que ya viene ambientándose…
La pena de muerte para
los culpables ha sido derogada en la mayor parte de las democracias. En Gran
Bretaña, país donde fue defendida con pasión, su abolición data de 1965, aunque
hasta 1998 se la conservó para la traición. Pero igual respeto no se extendió
para la vida intrauterina inocente, ni para enfermos terminales, condenados judicialmente,
con frecuencia, a la muerte.
El tema anterior es
aterrador, no solo en lo que dice a ese país, pero hoy debo referirme únicamente
a un asunto que para el lector colombiano trae el blog Colombian News, que dirige el gran periodista, historiador y
politólogo Eduardo Mackenzie, pero que nuestra gran prensa, globalista y
progre, omite. Transcribo entonces la nota correspondiente, procedente de una
conocida publicación francesa Le Salon
Beige, de Michel Janva:
El juez Yonko
Grozev, un exmiembro de la Open Society de George Soros, juzgó sumariamente un
caso de eutanasia, desestimándolo sin dar una sola explicación.
Su decisión es definitiva y no se publica en el
sitio web de la Corte Europea de Derechos Humanos (CEDH);
el paciente polonés morirá de hambre y sed. El expediente, n ° 55987/20, pronto
será destruido. Este paciente polonés -cuyo nombre e imagen no pueden ser
revelados, por orden de los tribunales británicos- se encuentra internado en
Gran Bretaña, en un servicio que había decidido abandonarlo a muerte. Según la
familia de paciente, el hospital en cuestión tomará algunos de los órganos del polonés porque él se había declarado como
donante potencial.
Sin embargo, su familia y el gobierno polonés
han pedido su repatriación a su tierra natal, para que sea tratado con
dignidad. Los obispos poloneses habían declarado asumir todos los gastos. En
vano. Los tribunales británicos dictaminaron que él debe morir en el Reino
Unido, y Grozev acaba de fallar a favor de esos jueces. El caso vuelve a
plantear la cuestión de la parcialidad de los jueces de la Corte Europea de
Derechos Humanos.
https://www.lesalonbeige.fr/un-polonais-condamne-a-mort-par-un-juge-soros-de-la-cedh/
Se me dirá que poco
aporta esta referencia, porque ya es bien conocida la adhesión judicial, en
tantos países, a las directrices del Nuevo Orden Mundial, y que la Corte
Europea de los Derechos Humanos es un tribunal tan parcializado como los
británicos, en favor de la cultura de la muerte. Pero yo lo pongo en
consideración de los lectores por algo aterrador, como es una cruel ejecución judicial que se lleva a cabo en un hospital por personal sanitario,
privando al condenado, tanto de agua y alimento como de identidad, porque “su nombre e imagen no pueden ser revelados”,
y excluido de la historia, porque “el
expediente judicial n° 55987/20 pronto será destruido”. ¡Así que ese tal
nunca existió!
¡Cómo es posible
que la “justicia” en Europa haya llegado a estos extremos inauditos, propios de
la peor época del estalinismo, para llegar a convertirse en extensión de la
policía política y en órgano de represión ideológica al servicio de poderes en
la sombra!
Cuando me entero de
estos (y otros hechos del mismo corte), comprendo horrorizado cómo se perfila
la sociedad poscristiana del nuevo orden mundial; y la obligación moral de
oponernos, con fuerzas políticas cada vez más debilitadas, a su implantación
definitiva en Colombia.
***
No llega sola a la
cúspide Ms. Kamala Harris, promotora en el Congreso de los Estados Unidos, con
Barack Obama, Joe Biden y Nancy Pelosi, especialmente, de la legalización de las
late term abortions (hasta 9 meses), y de la muerte para los bebés que sobrevivan
a esa atroz “operación”. Ya Obama fue presidente y Biden acaba de ingresar, por
algunos meses, a la Casa Blanca, en el triste ocaso de la democracia americana.
***
Y en el crepúsculo
del estado de derecho, la Jurisdicción Especial Prevaricadora (JEP), en un
larguísimo galimatías nos informa que, creando tipos penales que no están en el
Código Penal, ha decidido que sus superiores, es decir ocho miembros del
Secretariado, no sean “procesados” por secuestro, sino por “toma de rehenes y
grandes privaciones de la libertad”. Esta disimulada forma de expresarse
carece, desde luego, de importancia: Los supuestos “procesados” (hoy
congresistas), a lo sumo serán “condenados a penas alternativas” de naturaleza
cívica…; y ni el fiscal, ni la procuradora denunciarán penalmente a los
“magistrados” de la JEP por usurpación de funciones legislativas, por inventar “tipos
penales” para tergiversar los hechos, desnaturalizar las leyes y cohonestar
delitos de lesa humanidad.
***
¡Reconstrucción o
catástrofe!