A finales del año 2020 en
Colombia se presentó la posibilidad de que el ministro de Hacienda fuera simultáneamente
director del Banco de la República. El propósito de este escrito no es ni mucho
menos cuestionar la capacidad del ministro. Simplemente hacer unas salvedades a
la luz de las teorías y, especialmente, de la práctica social. Un economista
por muy buen científico social que sea también es una persona normal que tiene
familia, tiene que comer, dormir, se cansa, se equivoca, le da sueño, tiene
presiones políticas y públicas, etcétera. Hasta un premio nobel de economía sucumbiría
al tener que manejar, simultáneamente, la política monetaria y fiscal. Veamos
algunos apartes de cada política.
En política fiscal con
manejar las finanzas públicas ya es un sinónimo de estrés. Las presiones por el
recaudo vía impuestos, que además son resultado del PIB generaría un estrés
permanente. Con la pandemia el retroceso es innegable y el salvamento vía
reformas tributarias no es tan popular que digamos. También hay que velar por
llevar a cabo un plan de desarrollo donde el gasto y la inversión pública
demandan giros permanentes. La Dirección de Impuestos y Aduanas, el crédito público
y la presión por sostener el empleo del sector público también son competencias
de Minhacienda, al igual que el déficit fiscal, regalías, la evasión y elusión,
deben ser tenidas en cuenta.
En política monetaria es
mucho más complejo el asunto. La inflación, el crecimiento, el empleo, tasas de
interés, tipos de cambio, reservas internacionales, política interior y
exterior, son apenas la punta del iceberg a mantener a flote. Las velocidades
del dinero, la masa monetaria, el IPC, la expansión y contracción, las
denominaciones, la impresión, las reservas internacionales, la política
cultural del Banco como mecanismo de expansión, la información con el Congreso,
el gobierno y los medios son bastante complejas. Esta última es decisiva a la
hora de la efectividad que direccione la política monetaria. Las tareas son tan
innumerables y complejas que no se necesita ser economista para saber que es
bien difícil que una sola persona maneje todo acertadamente. Lo más sano es que
la junta directiva debata y controle todo lo pertinente al tema monetario.
Todo esto sin contar que
un ser humano con debilidades, responsabilidades y presiones de un pueblo que
siempre quiere buenos resultados, además de la presión del Congreso y del
presidente, tranquilamente puede caer en el llamado auto- préstamo. Emitir
dinero para financiar el gasto público todos sabemos a dónde llega eso. El caos
de inflación y pobreza no se vería en el momento de gobierno, pero sí sería
insostenible a largo plazo.
Por esto la recomendación
social es que los ministros de Hacienda no deben ser simultáneamente directores
del Banco de la República. O se maneja bien la política monetaria o se hace
bien la política fiscal. Ni Superman maneja las dos bien. Esto aún la ley lo
permite y como según parece va a seguir pasando; es mejor legislar para detener
la ignorancia y el deseo de poder.