Por Andrés de Bedout Jaramillo*
El mundo no puede
seguir de espaldas desconociendo el poder, la inteligencia y la capacidad de
los pequeños inversionistas cuando se juntan, no se puede seguir desconociendo
de lo que son capaces, o mejor de la fuerza de la unidad. David contra
Goliat. En poco tiempo, con poco dinero de muchos, se puede, más que con
mucho dinero de pocos, con preferencia a la información y mucha participación
en la regulación.
Los pequeños inversores
en Estados Unidos, cansados de ver que siempre las utilidades de la bolsa van a
parar a los mismos bolsillos de siempre, dejando las migas y las pérdidas en
los bolsillos de los pequeños inversores, se juntaron como una colonia de
abejas, unidas por millones a través de las redes, logrando utilidades
importantes, rápidas, al estilo de los grandes jugadores. En la primera semana
de enero de 2021, compraron entre todos las acciones de una empresa en
dificultades, Game Stop, a US$17 y a la semana siguiente las vendieron hasta en
US$380, generando tanta ansiedad en los pocos grandes inversores, que
terminaron comprando caro y vendiendo barato, inclusive las acciones que dieron
en garantías, para apostarle a la compañía a la que le estaban apuntando los
pequeños inversores, que a su vez guardan o mejor encomiendan sus pequeñas
cantidades a los grandes inversores. Ahí fue la de debacle en las bolsas del
mundo, incluida la colombiana, mientras esos pequeños inversores gringos
salieron de compras con las jugosas utilidades, los pequeños inversores
colombianos salimos a reducir drásticamente nuestros gastos, claro, las
pérdidas de los grandes jugadores, inmediatamente fueron trasladadas a nosotros,
porque así esta diseñado y establecido el sistema.
Las jugadas que han producido
estos millones de pequeños inversores han sido tan inteligentes, que tienen a
los grandes inversores de siempre, viendo un chispero; se dice que todavía no
han podido entender a cabalidad las jugadas que se inventaron, fruto de la
unión del conocimiento y de las ideas de los pequeños inversores, mejor dicho,
los tienen locos, les han demostrado que no pueden seguir abusando de la
mayoría con sus manipulaciones codiciosas, que pretenden llenar sus bolsillos
sin fondo. Mejor dicho, ya los pequeños inversores les pusieron coto a los
grandes inversores, acostumbrados a mover y a generar ansiedades en los
mercados a su antojo, para posicionar al alza o a la baja, según sus
preferencias y necesidades, el mercado de la renta variable.
A la gente en Estados
Unidos, también le tocó meterse en el rebusque para sortear los efectos de la
pandemia, aprovecharon los altos niveles de educación, de conexión a internet,
la claridad para entender el nivel patrimonial que los coloca en el campo de pequeños
inversores, se juntaron en convención virtual, definieron una ruta colectiva
donde como hormiguitas organizadas, cada uno cumplió con aportar su pequeño
granito de arena, en forma ordenada, diciplinada y cumplida, y así han podido
asestar grandes golpes a los grandes fondos de inversión, que se sentían
intocables, indestructibles, ostentosos y fastidiosos, por su egoísmo orientado
siempre a socializar las pérdidas y capitalizar para ellos las utilidades en el
manejo que tenían y aún tienen de esos pequeños inversionistas, que ya cansados
de tanta injusticia, se los sacudieron de encima. Ni en Wall Street han podido
entender qué fue lo que hicieron, qué estremecieron y cómo seguirán
estremeciendo el mercado de valores a nivel mundial y muy especialmente el
mercado de la renta variable que a la supuesta perfección solo podían manipular
los más poderosos, que son muy pocos.
Yo estoy hablando de
este tema, por ser otra lección más que nos deja la pandemia y por ser un tema
totalmente relacionado con los Objetivos del Desarrollo Sostenible del pacto de
la ONU, expresamente el objetivo #10. Reducción de las desigualdades,
que a su vez está directamente relacionado con los otros 16 objetivos del
desarrollo sostenible. No es propiamente que los más adinerados salgan a tirar
la plata por las ventanas, la reducción de las desigualdades, se da racionalizando
y compartiendo los beneficios de los negocios, de las compañías, con todos los
actores o mejor, con todos sus grupos de interés los cuales son la materia
prima principal de sus actividades; se reducen las desigualdades estableciendo
condiciones para los clientes, menos gravosas, menos injustas, menos
desequilibradas, así ellas estén autorizadas por la ley, normas que se
establecieron con la complicidad de los congresistas.
Llegó la hora de que
los bancos revisen los cobros exagerados por los servicios que prestan, que revisen
los intereses que nos cobran vs. los intereses que nos pagan. Llegó la hora de
que los fondos de pensiones revisen una rentabilidad decente para sus clientes
ahorradores y pequeños inversores; que revisen los costos de manejo y les
permitan participar de sus inmensas utilidades.
Yo no he podido
entender por qué para pagar menos impuestos toca meter plata en los fondos de
pensiones. Los planes de celulares nos confunden con los minutos ilimitados que
nadie nunca va a poder físicamente utilizar, más otra cantidad de aparentes
beneficios, que injustamente han venido incrementando los costos de la canasta
familiar, hoy menguada por los efectos de la pandemia. No entiendo cómo las
compañías de seguros están incrementando primas, exagerando exclusiones para el
no pago de siniestros y aumentando las cuantías mínimas de los siniestros para
reconocerlos. No entiendo cómo los congresistas y altos funcionarios del Estado
siguen ganando cuantías y beneficios, humillantes con el resto de los
colombianos. La vaina es que todo esto está autorizado por las leyes sastre
(construidas a sus medidas). Pienso que, por quedarse con todo, están acabando
con todo.
Yo hago un llamado a la
reflexión, a que piensen en el pequeño inversor como la materia prima de sus
actividades, como el primero en sus grupos de interés, a que piensen que, si no
hacen redistribución del ingreso en todas las actividades, este mundo se les va
a salir de las manos y los perjudicados vamos a ser todos, inclusive los más
poderosos. Y esto no es una pelea entre ricos y pobres, ni de derecha,
izquierda o centro, esta es una realidad que debemos enfrentar entre todos,
para que no siga siendo la lucha polarizada que continúe permitiendo que los
grandes capitales solo se muevan entre los pocos poderosos de Venezuela,
Colombia, Estados Unidos, Europa, China y el resto del mundo, olvidando la
redistribución del ingreso, como objetivo para el desarrollo sostenible con
miras al 2030.
Yo creo que si las
cosas siguen como van, no vamos a poder construir unidad, no vamos a poder ver
ni siquiera acuerdos sobre lo fundamental, que son los acuerdos sobre los temas
en que al parecer estamos o mejor están de acuerdo los que manejan este país
desde lo público y lo privado.
Que mi Dios nos ilumine,
ayudando a entender la importancia de la redistribucion del ingreso,
para el futuro del mundo.
Esto es hasta parecido
a la política, unos muy pocos se quedan con el solomito, otro poquito con los
gorditos y el resto con nada. Cada vez voy entendiendo más porque, es mejor
para los grandes inversores de la economía y de la política, incrementar su
ejército de pequeños inversores, que les sigan la cuerda de la polarización: la
respuesta es sencilla, así se pueden quedar con la plata de los pequeños
inversores y además con el trabajo gratuito de los pequeños inversores.
Traslapando este cuento
sucedido en el país más rico, o de los más ricos del mundo, capitalista,
poderosísimo, a nuestra pequeña Colombia, solo queda pedirle a los grandes
inversores: bancos, fondos de pensiones, compañías de seguros, que se adelanten
a los hechos, se junten rápido con los pequeños inversores a revisar sus
principios, políticas, visiones, misiones, mejor dicho, su papel en este
mundo, para que el objetivo #10 del pacto de la ONU reducción de las
desigualdades, se pueda cumplir, para el bien de todos.
Que nuestro señor
Jesucristo nos guíe por el camino de la unidad y de la paz.