viernes, 1 de enero de 2021

Volver a empezar

Por José Leonardo Rincón, S. J.*

José Leonardo Rincón Contreras
¡Ufff! Se acabó por fin el año. No recuerdo haber vivido un final de año tan agobiante e intenso. Ya lo he comentado en años anteriores: me parece exacerbado el frenesí que se suscita con el cierre del ciclo: qué ansiedad, qué afanes, qué estrés. Pareciera que se fuera a acabar el mundo y que hay que dejar todo listo, todo terminado, todo firmado. Es delirante y yo no sé si hasta enfermizo. Por supuesto que hay que concluir procesos, que hay que hacer balances, cumplir metas, pero ¡a qué costos! Hay una brecha abismal entre el 31 de diciembre y el primero de enero, como si cada año fuera un compartimento estancado e inconexo, como si no hubiera procesos, como si la vida no fuese un continuo.

Antes, había un receso colectivo entre el 16 de diciembre y el 7 de enero y la gente se dedicaba a descansar con su familia, a hacer un sano corte de la cotidianidad laboral. Igualmente había estrés, pero menos y adelantado. Hoy, no se puede. Lo acabo de decir: las facturas hay que pagarlas y no dan espera, los contratos hay que firmarlos, los requerimientos hay que cumplirlos, lo que no se deje concluido el 31 a mediodía no se hizo, fue un revés, un fracaso, una meta no cumplida.

A Dios gracias comienza el nuevo año y con él las expectativas de un mañana mejor, de nuevos horizontes que se abren, nuevos retos, nuevos proyectos, planes y programas… es como volver a nacer, es volver a comenzar, es darse una nueva oportunidad. “Año Nuevo, vida nueva…” dice la canción y no le falta razón. 2021 tiene que ser un mejor año para todos, no porque 2020 haya sido un fiasco, sino porque estamos convocados a la trascendencia, al ser más, ser mejores seres humanos, mejores profesionales, mejores en todo sentido.

Así las cosas, para todos ustedes y para los suyos, los mejores deseos para 2021: bendiciones abundantes del Señor, para ustedes creyentes que con esperanza construyen una sociedad mejor; paz para un país que nunca ha podido disfrutarla; prosperidad para un pueblo sumido en vergonzosa inequidad; salud para todos cuando la pandemia acecha y el sistema sanitario colapsa; trabajo para dos de cada diez que quisieran laborar y no pueden; justicia para quienes sabiendo que cojea, llegará un día a balancear las cosas; amor para los afligidos por el desafecto y la soledad del corazón… como ven, los mejores regalos para quienes no han podido disfrutar de ellos, pero que no esperan que estos dones caigan del cielo, sino que luchan todos los días por alcanzarlos.

2021 es la nueva oportunidad para volver a empezar los desafíos pendientes, es decir, continuar con los buenos propósitos, de modo que quienes aún no lo han hecho se pongan las pilas y se decidan de una vez por todas. 2020 nos enseñó que somos vulnerables, que la vida es corta y hay que vivirla bien y a plenitud. Como recitaba Facundo Cabral: “este es un nuevo día, para empezar de nuevo”. Así que feliz año y ¡manos a la obra!