lunes, 25 de enero de 2021

De cara al porvenir: saldar deudas

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

Aparecen los primeros colombianos que aspiran a ser candidatos a la Presidencia de la República, de cara a los próximos comicios.

Quienes no tenemos el talante para aspirar a esos altos cargos, pues miramos los toros desde la barrera y digamos que nos entretenemos con el espectáculo que ha servido para consolidar y para desvirtuar al mismo tiempo a nuestra democracia: tener democracia no es tener elecciones cada cuatro años, pero bueno, algo es algo.

Según los datos oficiales, antes de la pandemia, la realidad que tendrán que enfrentar los candidatos, es la siguiente: somos 50 millones de colombianos. 20 millones de colombianos por debajo de la línea de pobreza, 8 millones de colombianos en la miseria y 6 millones de colombianos desplazados.

Además, los efectos en todos los órdenes de la pandemia, obliga a pensar más en una economía de guerra que en eufemismos retóricos como la “recuperación económica”.

Ante la inexistencia de verdaderos partidos políticos, nos llenamos de movimientos que no tienen estructura y obviamente sin cuadros administrativos que respalden la futura configuración de una buena organización. Siendo así, el itinerario es más o menos claro: luego de hacer ciertos cálculos políticos, primero hay que conseguir un aval, independientemente de quien lo propicie. Luego se hacen cuentas para la financiación de la campaña y de la conformación de los “equipos de trabajo”, donde lo temático, la construcción del programa de gobierno es importante para la inscripción, pero finalmente resulta ser un comodín que raramente es empleado por los candidatos, pues se construye de una manera pragmática donde “todo quepa y todo esté contemplado”. Es por eso importante definir unos 3 objetivos fundamentales, como serían, por ejemplo: adquirir la soberanía alimentaria, alcanzar la soberanía energética y lograr el aprovechamiento racional de los recursos naturales de todo tipo, entre otras múltiples posibilidades. Se determina un eslogan para la campaña, que muchas veces coincide con el título del programa de gobierno. Se van buscando aliados y en el camino se va midiendo la real posibilidad o no de triunfo, muy ligada a los resultados de las campañas y las elecciones para el Congreso de la República, donde candidatos a la Cámara de Representantes y al Senado son jefes de programa regionales hasta que sus cuentas particulares también sirvan a sus propios intereses.

Dejemos esto a un lado, pues tiene sus reglas de juego, su lógica y su dinámica propia.

Hablemos de lo que le interesa al ciudadano común: qué es lo que va a decir, qué va a hacer el candidato, si es que gana, ya que entre otras cosas estamos mamados de que los candidatos, todos, coincidan en lugares comunes, emitan opiniones políticamente correctas, se saquen los trapitos al sol y finalmente no se comprometan con nada concreto.

Que la educación es muy importante, que la salud, que la justicia, que el trabajo, entre otros asuntos, etc. Claro que son importantes, tanto que son obligaciones constitucionales y no propuestas originales de candidato.

Algunas sugerencias elementales serían:

Adicional a estructurar y llevar a cabo las “reformas inaplazables” pero siempre aplazadas con respecto a la justicia, la salud, la educación, el sistema tributario y el sistema pensional, su postura ante la política norteamericana antidrogas, por mencionar solo las más sonadas, tenemos lo siguiente:

La primera sobre todas las demás, es cómo va a hacer para que se cumpla la Constitución Política.

La segunda, cómo va a unir a todos los colombianos, alrededor de un gran tema, objetivo o proyecto colectivo.

La tercera, cómo va a garantizar al acceso a todos los derechos que tienen constitucionalmente los ciudadanos y cómo va a hacer para motivarlos y exigirles que cumplan con sus deberes.

La cuarta, determinar unas líneas base objetivas y reales para determinar los énfasis que va a tener en su gobierno.

La quinta, cómo va a hacer para garantizar la integridad territorial.

La sexta, determinar cuáles políticas públicas deben ser instrumentadas a nivel nacional.

La séptima, saldar las deudas históricas que se tienen con cada uno de los departamentos y ojalá con cada uno de los municipios.

La octava, generar una estrategia para impulsar la Colombia del campo.

La novena, cómo sacar adelante aquellas grandes obras que por siglos se han enunciado y todavía no se tienen: culminación de la Carretera Panamericana, Canal Interoceánico Atrato-Truandó, fortalecimiento de la red de puertos en el Atlántico y en el Pacífico, desarrollo de la infraestructura para la integración de la Colombia Urbana y la Colombia Rural, y acceso al agua potable y a la energía de cualquier tipo para todos los municipios, corregimientos y veredas que contiene el territorio nacional.

Décimo, establecer una política de estado pro defensa y ejercicio de la soberanía nacional en todos los campos.

Undécimo, establecer y desarrollar una verdadera política de mares.

Duodécimo, establecer y desarrollar una verdadera política de fronteras.

Décimo tercero, establecer estrategia para el cuidado de nuestros páramos.

Décimo cuarto, establecer estrategia para el cuidado de nuestra biota.

Décimo quinto, definir una estrategia para enfrentar el cambio climático.

Seguiremos sugiriendo…

Recordemos al expresidente Rafael Reyes cuando decía en su tiempo: “Menos política y más administración”.