Por Andrés de Bedout Jaramillo*
Es demasiado extraño
que en Colombia no se puedan racionalizar los altísimos sueldos de
congresistas, magistrados, presidentes, gerentes, y demás altos funcionarios
del Estado.
Todos los partidos y
movimientos políticos están de acuerdo en la necesidad de la medida y todos
quieren seguir jugando al engaño, a la injusticia, a la decepción de los
colombianos y nadie, de los que pueden, hace nada diferente de seguir
burlándose de los colombianos.
Son tan descarados que
inclusive es mayor y por varios puntos, el incremento salarial de estos altos
funcionarios, que el mismo aumento del salario mínimo legal vigente.
Nos engañan con amagos
de impuestos altos a los salarios de los altos, a sabiendas que ellos mismos
los impiden, mejor, los impidieron, como si estuvieran exentos de la pandemia;
por más poder y plata que tengan, como humanos que son, también se pueden
enfermar.
Cursan en el congreso
desde hace muchos años proyectos de reformas para reparar esta desproporción
salarial, todas son cortinas de humo para seguirla estirando. Ahora andan con
el cuento de congelar 4 años los altos salarios, no es nueva, ya la habían
planteado.
Mejor dicho, ellos
están trabajando para que los estragos económicos de la pandemia, que a todos
nos están tocando, a ellos sea legalmente imposible tocarlos; qué tristeza, no
les duele Colombia, les duele su bolsillo insaciable.
Por favor, hagan algo,
solo ustedes pueden racionalizar sus sueldos, recuerden el principio de que las cosas se deshacen como se hacen.
En estos días leímos un
artículo de una senadora y francamente le queda a uno la sensación de que no
hay partido ni movimiento en Colombia que, disfrutando de los cargos mejor
pagados, esté en la tarea de racionalizar los sueldos altos, ni siquiera en
pandemia.
Si aparentemente todos
están tan decididos a rebajarse los sueldos, porque no firman un documento
exonerando al Estado colombiano de cualquier responsabilidad, por las
consecuencias jurídicas que pueda tener esta rebaja en la aplicación del
principio de que a nadie le pueden rebajar el sueldo; o le ponen parámetros al
principio, estableciendo que a nadie le pueden rebajar el sueldo por debajo de uno,
dos o tres mínimos legales vigentes mensuales.
Es carreta lo de la violación
del principio de: a trabajo igual, salario igual, porque a poquito que están
trabajando y han trabajado, sobretodo en el Congreso de la República.
En fin, no nos engañen
más, no nos dejemos engañar más, es que, hasta los miles de colombianos
aspirantes a las altas dignidades del Estado, hacen parte del sainete del
engaño al pueblo, porque como todos, quieren ganar un sueldo muy alto, con
miles de prerrogativas, todo de cuenta de un Estado, diseñado por ellos y para
ellos.
Ellos hicieron las
normas para garantizarse como convertirse en los más ricos del cementerio, en
los más protegidos y privilegiados, a costas de ser los más odiados y
despreciables. Es que ni los congresistas y magistrados que hemos considerado
como trabajadores serios y responsables, están dispuestos a participar siquiera
en la racionalización de los sueldos, ha podido más la satisfacción que les da
el dinero que cualquier otra cosa; olvidaron que nadie sabe para quién trabaja
y olvidaron también que nada se lleva uno para la otra vida.
El gobierno de Chile se
dio la pela y rebajó los sueldos de los altos, de un solo plumazo. Chile va a
salir de las dificultades, porque los últimos gritos de su pueblo fueron
escuchados por su gobierno de derecha, ejercido por un reconocido capitalista
social, responsable.
En Colombia la trampa
nos la tienen montada, sostener la confusión, la inconformidad, el hambre, la
pobreza, la informalidad, como caldo
de cultivo que les permita abusar del Estado, a todos en forma simultánea y
acompasada.
Mejor dicho, con lo que
tenemos no vamos a racionalizar los sueldos, no se puede exterminar ni
legalizar la coca, no se puede acabar con la creciente y dañina informalidad;
ahora la disputa es quiénes se van a quedar con el botín, si los de derecha,
los de izquierda o los del centro; mejor dicho, no hay con quien por el
momento.
Yo no sé cuántos
proyectos de ley hay sobre estos temas en el Congreso, ni cuántos más van a
radicar para distraernos con noticias sobre hechos que no sucederán, porque no
les conviene, ellos quieren ser los más ricos y poderosos del cementerio.
Pidamos a nuestro señor
Jesucristo un líder ecuánime, justo, responsable, para poder enderezar el
camino equivocado por el que vamos, ablandando el corazón de nuestros
legisladores.