viernes, 18 de diciembre de 2020

Navidad rima con responsabilidad

 Por José Leonardo Rincón, S.J.

José Leonardo Rincón
Muchos creen que con el descubrimiento de las vacunas la pandemia se acabó. No señores. El asunto continúa, y por ese relajamiento en los cuidados, podemos tener una segunda oleada de contagios masivos que pueden resultar letales. Es verdad que estas fiestas decembrinas son una ocasión feliz para escaparse del confinamiento prolongado, oxigenarse, distensionarse y prepararse para un año nuevo, que todos lo queremos mejor y distinto, pero esas  no son razones para abusar.  Está comprobado que hemos sido juiciosos con las normas básicas de bioseguridad cuando estamos en la calle o con extraños, pero, igualmente, que las hacemos a un lado cuando estamos en reuniones familiares y de amigos. Ha sido precisamente en esos espacios donde el virus hace de las suyas.

La normalidad que anhelamos debe ser vivida con responsabilidad. Es cierto que por salud mental debemos seguir adelante, pero esto implica auto cuidado en todos los aspectos: alimentación balanceada, ejercicio físico, una tarea que nos ocupe, necesario descanso, espiritualidad que ayude a dar sentido, afectos que conforten, esto es, una vida bien vivida. Los profesionales de las ciencias de la salud nos han hecho caer en cuenta que el virus hace mella, no solo en personas que poseen las famosas comorbilidades (diabetes, inmunodepresión, problemas cardiovasculares) sino también en aquellas con afecciones mentales, sin mayor calidad de vida y que no manifiestan razones o motivos para proseguir su existencia.

 

Navidad es un tiempo excepcional para estar más cerca de los seres queridos, para compartir nuestros ritos familiares de encuentro alrededor de las tradicionales novenas, gastronomías locales y celebraciones familiares, para alimentar la alegría y la esperanza de los niños que recién comienzan sus vidas; es decir, para expresarnos el afecto unos a otros de muy diversas maneras: una llamada, un regalo, una tarjeta de saludo, una visita. Por eso mismo, porque nos queremos tanto, tenemos que ser responsables y muy juiciosos. Con la mejor voluntad, sin malicia, podemos convertirnos en vectores propagadores del COVID. Casos dolorosos hemos visto como para volver a repetir la historia.

 

Personalmente quiero desearle a todos y cada uno de ustedes y a los suyos, una feliz Navidad. Quizás suene a manida frase de cajón, pero en realidad encierra profundos sentimientos de gratitud por estar siempre ahí, haciendo eco de mis reflexiones en voz alta o sencillamente sacando unos minutos para leerme y concordar o discordar en respetuoso silencio. Que el Dios de la vida, que quiso hacerse uno como nosotros y por ende frágil y vulnerable, nos de la fé y las fuerzas necesarias para seguir adelante. Hay muchas razones para seguir viviendo. Qué más que seguir anunciando su Buena Nueva en un mundo patas arriba, distraído en banalidades, desorientado y sin sentido, una humanidad más espiritual y menos consumista, como acaba de decir Francisco. Dios los bendiga y cuídense mucho, pues solo haciéndolo, colaboran a que el proyecto de Jesús pueda hacerse realidad. ¡Tenemos mucho por hacer! ¡Feliz Navidad con responsabilidad!