martes, 1 de diciembre de 2020

De cara al porvenir: Aló Presidente

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

El título del presente artículo corresponde al nombre del programa televisivo institucional que usaba el presidente Chávez para comunicarse diariamente con el pueblo venezolano y donde repetía continuamente el ideario de su Revolución Bolivariana, como todo buen maestro, y, además, alardeaba y se burlaba de sus enemigos y contradictores internos y externos.

Era la buena época de un precio del barril de petróleo por las nubes y pon ende, de una chequera disponible casi que ilimitada que empleaba el presidente Chávez para ayudar, comprar o consolidar amigos regionales y allende los mares.

Los epítetos que generaba el programa por parte de sus contradictores eran de todo tipo. Que usaba el poder para propaganda política permanente, que era la forma de alimentar su ego, que así doblegaba la voluntad del pueblo venezolano y que a través de este medio actuaba como un caudillo populista con todas las de la ley.

Guardando las proporciones, es lo que está sucediendo en la actualidad con el programa diario en horario “Triple A”, “Prevención y acción”, por parte del presidente colombiano, a quien la llegada del virus, le cayó como anillo al dedo y le sirvió para tratar de frenar y recomponer la caída libre, que, en términos de aceptación, tenía y que aún hoy tiene su gobierno, sin entrar en detalles de su falta de gobernabilidad.

Parto de la buena fe, la buena intención y la necesidad de dar la cara y de explicarle a los colombianos de primera mano que estaba sucediendo en los primeros meses de la pandemia, donde la cuarentena, las medidas de excepción y las medidas de resguardo eran novedad y se requería sensibilizar a los ciudadanos.

Una cosa es no saber parar a tiempo y otra es seguir aferrado a dicho espacio televisivo casi que para poder justificar su mandato a partir de ofrecimientos diarios de ayudas y subsidios, unas veces necesarios por la urgencia, y otras impuestos por el lobby de sectores poderosos de la vida nacional.

Estos espacios continuados finalmente desgastan y hacen perder aún más credibilidad, pues el tema de la calidad y la oportunidad de la información es como un duende inquieto, que a veces hace bromas y a veces causa desastres.

Hablar de información totalmente objetiva es una quimera, teniéndonos que conformar, si acaso, con una información medianamente neutra, lo cual no es posible ante la evidencia contundente de que los medios de comunicación tienen sus propios dueños y que estos a su vez, tienen sus propios intereses.

Estas tribunas públicas requieren de algún contradictor para poderse mantener, y es precisamente lo que hoy observamos con las discrepancias públicas que se presentan entre el señor presidente y la señora alcaldesa de Bogotá, desencuentros que a nadie benefician.

Por ahora, esperemos que el final del año, el tan esperado diciembre nos sirva al menos como paliativo sicológico, en el entendido de que como vamos, la cosa va para largo.