lunes, 30 de noviembre de 2020

La educación en Colombia

Por Antonio Montoya H.*

Escribir sobre educación en Colombia es bastante exótico, porque la que tenemos no sé si se podrá llamar educación. El pénsum y sus profesores son un desastre, específicamente los de Fecode, ya que de todo enseñan, menos de educación. Saben de paros, marxismo, cobrar y no trabajar, y es poco lo que aportan a la formación en valores de nuestros estudiantes.

Si hacemos una estadística sobre los días efectivamente trabajados por los profesores en el último año contando de noviembre del 2019 hasta este noviembre 28 de 2020, el resultado será lamentable, porque además de la virtualidad por causa de la pandemia y la falta de computadores para los estudiantes en las regiones, se aúna las marchas que hacen los docentes por todas partes apoyando a Petro y sus mensajes de desobediencia civil en forma permanente.

Considero que la labor del Ministerio de Educación es buena, pero no tiene las herramientas jurídicas que permitan realizar una verdadera revolución educativa en nuestro país. Son muchos los obstáculos que impiden tomar el efectivo control de la educación, de la formación en valores, de ética, en conocimientos prácticos que realmente sirvan a los miles de estudiantes que año a año avanzan en su formación, con mucha ilusión, pero sin reales resultados que les posibiliten afrontar el duro camino de la vida laboral.

En cada región la educación y formación debe tener variables de acuerdo con las características propias de esa región, de sus necesidades y la preparación de esas juventudes para el trabajo, así cuando algunos de ellos logren el ingreso a la educación superior tendrán bases suficientes para concluir su ciclo académico y podrán aportarle realmente a su región.

Debe volver a las aulas las clases de castellano, geografía, historia y sobre todo la de Carreño con sus elementales y profundas normas de comportamiento, que a nosotros los adultos nos sirvió para respetar a los mayores, el trabajo, la familia. En general versan sobre el comportamiento diario, enseñanzas que hoy se miran como cosas extrañas y no se acatan por quienes están iniciando su vida.

Se emiten al aire eslóganes sobre la educación, que tal ciudad es la más educada, sobre el cubrimiento de la educación, y que no hay niños sin cupos en los colegios, y los resultados en ves de mejorar decaen y decaen en forma estrepitosa, volviendo esas publicidades polvo, ridiculizando a esos genios educadores que buscan con ello más votos y no mejoramiento de nuestros ciudadanos.

Si damos una mirada critica y preguntamos al azar a cualquier estudiante que nos den una pequeña descripción de los ríos, mares, montañas y cordilleras que tiene nuestro vasto territorio, o mejor aún, pedirles que dibujen el mapa de Colombia y que indiquen con quienes lindamos, en ese momento veremos la cruda realidad. No saben. Pero que no sepan es una cosa, lo que realmente preocupa es que no les interesa y en ese momento comprendemos que nuestra educación falla. Si continuamos con el ejemplo y revisamos la historia peor aún será el resultado por que no saben del esfuerzo de miles de familias que recorrieron el territorio creando pueblos, abriendo trochas y carreteras, con historias políticas y sociales que tiene como norte las diferencias entre los dos partidos tradicionales. Existe una gran historia olvidada, maltratada y vilipendiada por estas generaciones; por ello, tenemos la consecuencia actual, una muchedumbre que no reconoce el trabajo de sus padres, sus familias y el esfuerzo que grandes personajes de la historia de Colombia gestaron para darle vida a la democracia.

No conocen, no les interesa a los estudiantes todas estas pequeñas cosas que al final hacen un mundo, porque no entienden que su vida se desarrollara en un ámbito global y que lo vital es el conocimiento que los diferencia de los jóvenes de otros países por el grado de formación que tengan. No es un cuento, la competencia no es hoy por un puesto, es por sobrevivir, conquista que se logra con base en los saberes y nuestra juventud no es la más preparada de América o del mundo, estamos en los últimos lugares y eso hay que, revertirlo.

No obstante lo anterior, no podemos desistir, hay que persistir y buscar que el país y cualquier gobierno que nos dirija, le ponga orden y disciplina a la educación. Perderemos tiempo y distancia en competencias con otros países del mundo y al interior esos jóvenes no ayudarán a desarrollar sus regiones por no tener las habilidades e interés suficiente de cambiar sus vidas, no vivirán del populismo, tendrán que trabajar o morir de hambre o deambulando por los países victimas de gobiernos populistas que pretenden acabar con el orden tradicional de Colombia.

Nosotros, en el canal de Youtube de El Pensamiento al Aire, conscientes de esas falencias, contamos con dos grandes profesionales conocedores de la historia, uno enfocado en la de Colombia y el otro en la historia militar, programas que merecen ser vistos por todos los ciudadanos sin tener en cuenta la edad. Ahí comprenderán todo lo que hemos tenido que trasegar para llegar a esta Colombia democrática, que busca justicia social, trabajo, salud y empleo. Ellos son el doctor Julio Enrique González Villa y el coronel John Marulanda (RA). Ellos allí están realizando lo que no hacen en Colombia los educadores, formar a partir de la historia, con sus cosas buenas y malas.

En fin, se puede, lograremos educar con un objetivo claro, conocimiento, respeto por la ley, valores y principios y enseñanza práctica. No más a educadores que están en contra de la democracia ya que con ellos estamos perdidos.