Por Antonio Montoya H.*
Armando Benedetti, Roy Barreras, Gustavo Petro,
Jorge Robledo, Gustavo Bolívar, Claudia López, Angélica Lozano, Inti Asprilla, Ángela
Robledo, Carlos Caicedo, Feliciano Valencia, Juan Manuel Santos, Timochenco,
Lozada y los otros senadores y representantes del partido político de las FARC,
además de otros más, de cuyos nombres por alguna razón no quiero recordar en
este momento, son todos ellos políticos de profesión, de origen colombiano, que
han hecho del ejercicio de la política, el norte de su vida, no sé si
cumpliendo el verdadero significado de la política, que no es otra cosa que la
búsqueda del bien común, y por ello tengo dudas de que sus actuaciones a lo
largo de su carrera tengan ese objetivo de protección y mejoramiento de la vida
de los ciudadanos colombianos, como lo podremos ver más adelante.
Podemos definir la política, “como la actividad
orientada en forma ideológica a la toma de decisiones de un grupo para alcanzar
ciertos objetivos”. Aquí es donde surge la posibilidad de formar partidos,
tener opiniones e ideas contrarias, debatirlas, someterlas a votaciones, elegir
sus propias listas, es decir ahí veo el pleno ejercicio de la democracia, donde
todos cabemos y a nadie se excluye. Se puede ganar o perder, pero seguimos
sometidos a las reglas, esperando una nueva oportunidad, eso es la democracia, entendida en todo su
esplendor, que desarrolla la iniciativa, permite la creatividad y al final
mejora las condiciones de vida de los pueblos.
Debo aclarar que no conozco personalmente a
ninguno de los personajes mencionados inicialmente, pero, para mí son conocidos
por sus opiniones, por su presencia en la vida pública, y por su propia vida. Por
ello pregunto yo, si personas como Benedetti y Roy barreras, que han pasado por
todos los partidos políticos, que han sido aliados, amigos, compadres del
expresidente Uribe, que luego lo atacan, se van contra él, pasan a otros
partidos, los lideran y luego como informaron en días pasados, se retiran y
forman rancho aparte, quién puede creer en ellos, qué seriedad, qué estabilidad
pueden darle a Colombia, cuando ellos mismos no saben qué quieren. Sería bueno
que ellos mismos dieran respuesta a estas inquietudes y por qué se mueven en la
arena pública con esa rapidez y facilidad, como una cometa al viento.
Gustavo Petro, fue guerrillero, luego examnistiado,
en fin, está en todo y su gestión como alcalde de Bogotá estuvo, los cuatro
años, de lío en lío. Gustavo Bolívar apareció en la política en las últimas
elecciones, el listado de exguerrilleros es largo y sus nombres reales también,
pero ellos tienen una historia de sangre, dolor y lágrimas en Colombia. No los
han seguido como partido, pero ahí están confesando, sobre todo Carlos Lozada,
que, además de la autoría en el crimen del doctor Álvaro Gómez, también confesó
el crimen de Bejarano, y seguramente, con el paso de los días, confesara otros más,
sin embargo, no sabemos si son verdad y qué se busca con esas confesiones.
De Feliciano, supongo que siempre ha sido líder
indígena en la región del Cauca y que allí tendrá extensos dominios, porque
tierra sí tienen, no propiamente en desarrollo agrícola, sino llena de
laboratorios.
Juan Manuel Santos y las FARC, como grupo
político, son el resultado de los acuerdos espurios, de cambiar una derrota en
votos, en un acuerdo del que muchos se arrepienten y nos arrepentimos. No
sabremos el verdadero objeto e intención de nuestro expresidente en empecinarse
en la negociación, en los términos de esta y en prometer cosas que no cumplió,
como la de que nunca llegarían al congreso los guerrilleros sin haber pagado
sus condenas.
En fin, ahí están actuando, promoviendo paros,
marchas de indígenas, de excombatientes que van legando hoy o mañana a Bogotá,
de estudiantes, trabajadores, en fin, como lo pronóstico Petro desde el día que
perdió la elección a la presidencia, que estarían actuando permanentemente en
la calle.
Hoy tienen todos estos personajes su campo de
acción en Bogotá, en el sur del país con los guerrilleros Santrich y Márquez,
pero, tienen como objetivo el resto del país, fundamentalmente a Antioquia, y
específicamente a Medellín y su área Metropolitana, lugares que, si perdemos,
perderemos el resto del país. Por ello, estemos atentos, actuemos en defensa de
la democracia y la vida, cumplamos los objetivos de crecimiento económico,
empleo, salud y bienestar, porque en ausencia de estos, ellos, astutamente, se
pegarán de eso, la izquierda obtendrá el control y la democracia se perderá.
¡Ojo
colombianos!