José Leonardo Rincón, S. J.*
Vida y muerte, salud y enfermedad, pobreza y riqueza, día y noche, bueno y malo, izquierda y derecha, arriba y abajo, norte y sur, pecado y gracia, blanco y negro, son apenas algunos de los opuestos entre los que nos movemos en nuestra cotidianidad. Lo curioso es que al darles una connotación moral, uno de los dos queda mal parado. Así las cosas, retomando este listado que hice al azar, muerte, enfermedad, pobreza, noche, malo, izquierda, abajo, sur, pecado, negro… serían los “malos” del paseo. No necesariamente, porque si todo fuera así, ¿cuál sería la suerte entonces entre hombre y mujer, millonarios y santafé, soltero y casado, joven y viejo, etcétera?
Todas estas realidades coexisten simultáneamente y son necesarias. Hacen parte de la diversidad, la pluralidad, la diferencia. Y son, finalmente, las que le dan variedad, colorido y sabor a la existencia. ¿Qué tal todos hombres, eternos, solteros, ricos, haciendo lo mismo, comiendo lo mismo? ¡Guácala!
Desde pequeños, poco a poco, conscientes de esta realidad, deberíamos aprender a entenderla, a convivir con ella, a respetarla, a apreciarla, a valorarla, a discernirla. Para eso nos fue dada la libertad, primero para experimentar y vivir, para conocer y entender, reflexionar para optar, para escoger y decidir y también para actuar. No para que otros nos digan cómo tenemos que pensar, qué es lo que tenemos que decir, cómo debemos proceder. No somos clones fabricados en serie. Nuestro reto es ser auténticos y la educación debería gastar sus energías proporcionando los elementos, los insumos, las herramientas para que cada uno en su leal saber y entender actúe de conformidad con su conciencia.
Nos quieren a la brava obligar a que se es blanco o negro y no. Hay variedad de grises, es más, hay muchísimos colores. O somos de Millos o somos Cardenales, no. Soy del Verde. O somos capitalistas o somos comunistas, ¡tampoco!. O Trump o Putin: ¡ninguno! Y aquí, en la política criolla, o del uno o del otro y que venga el diablo y escoja porque a cuál más dañino.
Entonces, a otro perro con ese hueso de la polarización enfermiza y perversa, intolerante y destructiva que está acabando con lo poquito de paz que nos quedaba. ¿Qué es lo quieren esas maquinarias diabólicas?: una guerra civil, que corran más ríos de sangre, más desgracia, más muerte y destrucción. Por las tierras del Tío Sam están en las mismas y quieren dizque colombianizar su proceso electoral, qué barbaridad. Ni que fueran estos sujetos tan maravillosos. Razón tenían cuando nos enseñaron que el que no conoce la historia está condenado a repetirla. Y me da la sensación de que estamos otra vez en 1939, con Hitler, Mussolini, Stalin, Franco… claro, reencarnados en estas tierras de Indias. Y el pueblo, en masa, feliz aplaudiendo a estos “héroes” que irreversiblemente lo conducirán a la debacle. ¿El eterno retorno?