lunes, 23 de noviembre de 2020

Lo que se viene

Antonio Montoya H.

Por Antonio Montoya H.*

No soy economista de formación, pero, la vida profesional, me llevó a conocer de economía, a entender los análisis complejos que utilizan los gurúes de esta disciplina, a tratar de comprender de forma sencilla y elemental todas sus aristas. Creo que analizar y opinar de economía antes de que sucedan las cosas es bastante difícil, por ello, se dan opiniones, conceptos y soluciones cuando los problemas ya están encima, obviamente, sin ofender a nadie porque doctores tiene la santa madre Iglesia.

Desde el inicio de la pandemia se han emitido pronósticos sobre la caída de la economía mundial, de las consecuencias de la crisis en América Latina y obviamente de la caída y contracción de nuestra propia economía, la colombiana. Cada día son más críticos y nefastos los indicadores ya que se dice que este año caeremos en el PIB un menos 7.8%.

Todos estos augurios son terribles, porque vamos viendo cómo la realidad es más dura que las expectativas que traíamos y que todo el país, sin excepción alguna, se verá afectado de una u otra manera. A mí particularmente lo que me duele es que la familia es la que sufrirá las consecuencias de esta pandemia; allí en el seno del hogar veremos cómo los padres perderán el empleo y las madres tendrán que ser creativas para mantener la unidad y la dignidad. Por eso cada empleo que se pierda es un desastre inminente, de consecuencias impredecibles y no recuperables en el corto plazo.

Imploro para que el sector empresarial no reduzca el número de empleados, que, aunque las utilidades sean menores, no se acaben los puestos de trabajo. Creo que será así por lo menos en Antioquia, en donde los empresarios tienen un gran sentido social y los trabajadores se sienten protegidos. Esto se evidenció con las expresiones del movimiento #POR MI EMPRESA, que probó de forma evidente que hay un trabajo conjunto y un reconocimiento de los trabajadores a los empleadores. Seguramente es así en todo el país, pero no lo han mostrado públicamente y sería valioso que también se pronuncien.

Lo que sí expreso con contundencia, es que el país no aguanta una reforma tributaria más. Sería un despropósito que aunada a los estragos del cierre de la economía se incrementen los impuestos de renta, retenciones y demás gravámenes. Más bien deben trabajar en el Ministerio de Hacienda en buscar mecanismos para que la evasión se evite y eliminar la corrupción en todos los niveles; solo con estas acciones nos evitamos por lo menos reformas tributarias en cinco años. Recuerden que lo que más afecta a los países como el nuestro es el incremento de impuestos, la reducción en el ingreso y ver cómo se roban el país.

El sector público también debe tener austeridad en el gasto, evitar crear secretarias innecesarias como en Medellín, que lo único que genera es burocracia o el incremento desmesurado de personal sin razón, como sucede en Empresas Públicas de Medellín. Seriedad en las administraciones, no malversar el ingreso porque eso se paga en años venideros.

Esta preocupación se me acrecentó al estudiar en algunas empresas los presupuestos y objetivos que se tenían previsto para los años 2021, 2022 y 2023. En ninguna de ellas se mantuvieron iguales. Es probable que los presupuestos que se manejen para el año 2021 sean los que se trabajaron en el año 2018, lo que significa una pérdida grande, de tres años, que tendrá incidencia futura. Volver a los niveles de crecimiento al 2018, o superarlos, no se logrará sino después del año 2023.

En conclusión, el manejo de la economía, la supervivencia de las empresas, el trabajo, la estabilidad familiar y la educación están en jaque. Tendremos que repensar el país que tenemos, volver a la solidaridad, al trabajo, a desarrollar el cooperativismo como fuente de unidad y esfuerzo colectivo.

No nos dé miedo y seamos serios, sin excesos, generemos confianza y si el gobierno impone disciplina y orden saldremos adelante. Acabemos con los vándalos que se apoderan de las calles porque no hay quién proteja al ciudadano de pie. Firmes en la defensa de nuestra economía y en el fortalecimiento de la democracia.