domingo, 15 de noviembre de 2020

El tapabocas

Andrés de Bedout Jaramillo

Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Ayer resolvimos abordar un avión a Cartagena, la llegada al aeropuerto con todas las medidas existentes: tapabocas, gafas, gel, alcohol y la inevitable toma de temperatura en todas partes y los cuestionarios sobre el covid-19 no se hacían esperar, el distanciamiento en las filas requiere de mayor colaboración por parte de todos, el abordaje de a poquitas filas, insistido y ordenado, yo diría que rinde más.

La hora de salida, puntual, a pesar del mal tiempo que reinaba en Ríonegro y Cartagena, donde estamos esperando el coletazo del huracán Lota. Pegará duro en Nicaragua y Honduras, siguiendo a Colombia por el Caribe, tendremos fuertes vientos, lluvias y tormentas eléctricas; pero el Caribe colombiano es bonito de todos modos.

El tapabocas, siempre puesto, bien puesto, lo que va generando confianza y acercamiento frente al inevitable distanciamiento donde el tocadito de puño y sí, mucho de codo, ya remplazó la tocada de mano y el abrazo, por su carácter de transmisor, muchas veces hipócritas en nuestros comportamientos.

Desde el avión apreciamos el grado de inundaciones en que se encuentran nuestros ríos, lagunas y campos en todo su trayecto, mejor dicho, por allá no se habla ni del covid-19. Los efectos del cambio climático, tienen a agricultores, ganaderos, comerciantes y habitantes del campo en situaciones difíciles de emergencia para ellos, sus familias, sus animales y cultivos, mejor dicho, para todos los colombianos, por eso insistamos en que es la unión la que hace la fuerza, aprovechemos que con el tapabocas nadie nos está viendo, solo Dios haciendo el bien, sin mirar a quien; la fuerza de la naturaleza creada por Dios, manifestándose en los desórdenes que le hemos generado con nuestro constante y permanente lesionar, situación que es a nivel mundial.

En Cartagena nos encontramos con una ciudad colápsada por la cantidad de turistas que llegaban de todo el país y del mundo en general. Aterrizó hasta el avión grande de KLM, repleto desde Ámsterdam, Cartagena inundada en un 80%, pero en su estilo peculiar, cumpliéndole al turismo y el turismo feliz de llegar al Corralito de Piedra, a pesar del mal tiempo, que seguramente se vería peor en sus países y lugares de origen.

Quitado el miedo a la primera salida en avión, sentimos que ya el turismo responsable y calmado arrancó con fuerza, hasta los tiquetes empezaron a escasear y a encarecerse. Yo le creo al tildado de loco alcalde de Cartagena, esta será la mejor temporada de fin año en Cartagena, y todos con el tapabocas puesto pasaremos mejor, en boca cerrada no entra mosco. Menos trago, menos comida, mejor dicho como dicen en la costa, se habla menos mierda, a lo que vinimos; y nos volvemos más aseados, alcohol, lavada con agua y jabón frecuentes, gel, ropa siempre limpia, hasta quitada de zapatos al ingreso a muchas casas, lo que se debía generalizar, el efecto de entrar a conversar descalzos nos desarma y llena de humildad además de obligarnos a desodorante para pies y medias bien remendadas con el huevo y el hilo de las abuelas.

Todo sigue igual, las exhaustivas requisas en los ingresos a salas de embarque, en busca de armas, drogas, empaques de gel y alcohol grandes, me causó golpe la quitada hasta de los zapatos a un joven piloto, tranquilo en el anonimato del tapabocas, pacientemente esperaba en silla pública que le escanearán su calzado. Todos los servicios agregados, están suspendidos por la pandemia y porque fue la oportunidad precisa para frenar sobrecostos, que para las diferentes operaciones no son indispensables ni rentables y pueden convertirse en fuentes contaminantes transmisores: degustaciones, periódicos y revistas. Los que ya no prestan los valores agregados, el no, ya no es penoso, es debajo del tapabocas.

Hasta los lustrabotas tradicionales ante el escaso trabajo en la terminal salieron a buscar clientela en la calle, yo creo que deben ir regresando porque la clientela le estamos empezando a llegar, siempre y cuando todos contemos con el tapabocas bien puesto y a prudente distancia, única forma de evitar la pandemia, además podremos hablar más tranquilos y mucho más poco, bajo los efectos de la mascarilla, cada palabra será más pensada, más corta, más clara para que nos entendamos, más disfrutada, más convincente y muchas veces, ni sabremos quién no la dijo, entonces será más amable.

La apertura de la economía, del turismo, vino para quedarse, somos una cantidad de mujeres y hombres, que con los tapabocas, cachuchas y gafas, pasamos totalmente desapercibidos ante los demás, lo que inclusive nos hace sentir un anonimato que nos permite manejarnos bien o manejarnos mal y realmente el comportamiento general es el del buen comportamiento, curioso y para analizar, nos manejamos mejor bajo el anonimato o mejor cuando nadie nos reconoce, pedimos más fácil perdón, exigimos más fácil y con más respeto, distanciamiento, y consideración a los demás sobre todo en situaciones más difíciles.

Definitivamente la condición de igualdad, de incapacidad, de practicidad, de orden, de aseo, etcétera, a que nos ha llevado esta pandemia, va a ser para beneficio de todos; Colombia con tapabocas será otra, creo que así salga la vacuna, estás sanas costumbres adquiridas por las circunstancias, deben continuar.

Ni el tiempo paró de quejarse frente a, repito, las constantes lesiones que le causamos con nuestros comportamientos, activos y pasivos, a nuestra compleja naturaleza, que ni con la presencia del covid-19, paró de quejarse y pasar su factura por duplicado.

Yo insisto, lo mejor de Colombia somos los colombianos, incrementemos nuestras reuniones, buscando acuerdos comunes, el tapabocas, nos va a desinhibir, para decirnos las cosas como son, dichas en resumido, nos tendremos que poner de acuerdo, no hay tiempo para carreta, todos deberemos juntarnos para continuar en la lucha contra el covid-19 y los embates de la naturaleza, si bien seguiremos luchando con mucho éxito por ser autosuficientes, también demostraremos que podemos apuntarle al mercado internacional con muchos de nuestros productos y servicios.

Si bien estamos como a 558 días de las elecciones presidenciales y ya tenemos más de 20 entre candidatos y precandidatos, es una buena señal, es la confluencia de todos los partidos, movimientos y equipos políticos, sacando a mostrar sus mejores mujeres y hombres a plantear soluciones, que debajo del tapabocas, podrán ser muchas de acuerdo en temas fundamentales. El tapabocas genera un anonimato donde los efectos polarizantes se diluyen, porque muchas veces se perderá el absurdo privilegio de verse de frente en la pelea absurda, que termina ocultando la cara de los más bravucones y groseros, perdiéndose el efecto personal y egoísta buscado.

El tapabocas vino para quedarse, para cambiarnos individual y colectivamente, vivo para obligarnos a cambiar nuestros comportamientos. Veamos como oportunidad esta situación y aprovechemos para comportarnos bien, que nadie nos está viendo, excepto Dios, que además siempre está ahí para darnos la fuerza, la paciencia y la paz, para soportar, corregir y superar los tiempos difíciles, comportándonos muy bien, individual y colectivamente, el tapabocas nos permite oración permanente con nuestro señor Jesucristo, sin que nadie nos vea, somos un país súper crédulo, pero nos da pena rezar y con el tapabocas podremos caminar ese sueño y verán cómo cambia nuestras vidas con oración permanente debajo del tapabocas.

Seguro que me considerarán como solapado, pero nos comportamos mejor cuando nadie supuestamente nos vea, porque en nuestro interior sabemos que al único que le importa vernos comportar bien es a nuestro señor Jesucristo, porque los resultados para su humanidad serán excelentes.