lunes, 19 de octubre de 2020

Yo tengo un sueño

Por Antonio Montoya H.

Es el mismo que tienen muchos colombianos, el de construir un mejor país, con igualdad, justicia, inclusión social, educación, bienestar y sobre todo con trabajo, que es el verdadero motor de la sociedad y el que evita la violencia y la desesperación.

Un sueño que debe ser para todos y debe partir de la disciplina, el orden, y el empleo; sin estos tres conceptos no pasará nada, cada cual tirará por su lado y el desajuste será aprovechado por quienes quieren fervorosamente un cambio de rumbo, no para bien sino para generar el caos y pobreza.

No podemos olvidar que nuestro país tiene dos motores en el empleo, uno liderado por el Estado y es el de la burocracia que se requiere para que funcione. En todos los lugares de Colombia tenemos funcionarios públicos que viven del Estado como los jueces, auxiliares, magistrados en fin toda la rama judicial, además, los alcaldes, gobernadores, entes descentralizados, empresas mixtas tienen también la necesidad de vincular personal y tenerlo ocupado. Así podemos decir que se genera a través del Estado un 50% en el empleo formal. Por el otro lado tenemos al sector empresarial que genera el otro 50% del empleo formal, por ello, esas empresas y sus líderes deben promover al interior, con sus propios trabajadores, el reconocimiento a la empresa por el apoyo y bienestar que generan como se ha venido haciendo a través del #por mi empresa.

Si esos trabajadores no se sienten bien, protegidos, queridos y respetados, serán vulnerables y caerán bajo las mieles de las promesas populistas; ingresarán a la masa de votantes que los ilusionarán y posteriormente los dejarán tirados sin empleo y bienestar.

Por ello, este sueño lo debemos replicar, invitar a todos aquellos que creen en la democracia, la libertad, la libre empresa, la iniciativa particular, la propiedad privada, el valor de la educación y la inclusión social para que actuemos bajo el lema de unidad, trasparencia y superación. Nadie más que nosotros mismos podemos sortear estas dificultades que, cada vez en forma más fuerte, se nos viene encima y ponen en riesgo la estabilidad de la nación.

Vale la pena que reflexionemos aquí, en este artículo, por qué el avance de la minga indígena hacia la capital, por qué, a pesar de que se le les han cumplido en más de un 80% los compromisos adquiridos en otras épocas insisten en seguir avanzando en camiones, buses, por montones, por todo el territorio. Y, sobre todo, nos deberían informar quién está aportando el dinero para actuar de esa manera, ya que su líder izquierdista de toda la vida no saca dinero de sus bolsillos. Él está parodiando a Evo Morales, quien en su momento paralizaba a Bolivia con los indígenas; este señor está pretendiendo lo mismo apoyado por la izquierda, no solo la colombiana, sino la de toda Latinoamérica que sigue pretendiendo convertir a Colombia en su nuevo bastión revolucionario.

En Bogotá la alcaldesa se va contra el gobierno y, recibe a la minga. Esperemos a ver qué sucede, pero, no será nada bueno.

En Medellín, el alcalde anda preocupado con la revocatoria y ya está tratando de desacreditar a los voceros a través de redes sociales. Debería preocuparse por gobernar para bien de Medellín y no de otros intereses.

Podrán analizar como ya están metidos los de la izquierda en todos los sectores de la sociedad, en la rama judicial, en el Congreso, con curules ya ocupadas y en la que hacen presencia asesinos de Álvaro Gómez y de otros cuatro personajes de la vida nacional. También están en las alcaldías y gobernaciones lo que es un avance nefasto que va a terminar con la pérdida de gobernabilidad en Colombia.

No nos quedemos callados esperando que nada pasará, pues sí pasará y todo irá de mal en peor, porque una vez que se tomen el poder no lo perderán por las buenas, las elecciones no serán trasparentes, el trabajo desaparecerá y la sociedad perderá el rumbo.

No nos dé miedo, el sueño de un mejor país, debemos volverlo realidad.