miércoles, 21 de octubre de 2020

Evocando a René Uribe Ferrer

José Alvear Sanín
Por José Alvear Sanín*

(…) con lamentable olvido de que no son las constituciones las que transforman a los pueblos, sino los pueblos los que generan sus propias constituciones… - R.U.F., 1971.

Por los años de mi juventud ejercía El Colombiano, en Medellín, indudable influencia, porque sus páginas daban razón del acontecer intelectual en una región no tan aislada del pensamiento universal como convendría pensar de esos tiempos ya remotos, anteriores a la explosión de la información.

En ese diario colaboraban las mejores plumas y entre ellas sobresalía la de Uribe Ferrer. Escasa era la semana en la que no apareciese un breve y autorizado ensayo suyo.

Algún escritor de esos años decía que el artículo de prensa es lo menos perdurable, porque tiene la profundidad del papel y la duración del día; y, sin embargo, el mismo nos incitaba a redactar esas notas como si pudiesen desafiar el tiempo, pero rechazando la idea de recopilarlas, por la fugaz validez de lo cotidiano.

Sin desconocer la parte de verdad en esa admonición, con el correr de los años encuentro que cuando rápidos artículos proceden de grandes escritores, más de una vez se trasmutan en páginas donde lo accidental se ha evaporado dejando lo esencial, el sustrato, lo sólido del pensamiento que siempre está detrás de un buen escrito. Por eso, las columnas de prensa de Alberto Lleras, Laureano Gómez, Eduardo Lemaitre, Germán Arciniegas o Eduardo Caballero nunca dejarán de ser buena lectura, o de iluminar aspectos olvidados que trata de entender el historiador.

Traigo esto a cuento porque también las páginas para la prensa de René Uribe Ferrer (1918-1984) comparten esa calidad. Su hijo, Hernán Uribe López, ha realizado una proeza editorial publicando unas “Obras completas” que su padre no alcanzó a ver. Al lado de los libros aparecidos en vida de René, Hernán ha recopilado y ordenado centenares de escritos entre 1945 y 1984, para ofrecernos los libros implícitos detrás de los artículos. Fruto de ese alarde es la Historia política y social” en tres tomos, el primero, sobre historia contemporánea; el segundo, sobre América Latina, y el tercero, sobre Colombia. A esto se suma Humanismo y cristianismo”, al que seguirán otros. Todos estos tomos, además, con la bella factura que no tenían los libros publicados por aquellas calendas en Antioquia.

Al lado de estas compilaciones, Hernán ha reeditado otros ensayos, conferencias y poemas de Uribe Ferrer sobre los muchos temas de sus amplias preocupaciones. La mayor de ellas fue siempre la filosofía, como profesor y ensayista. Su último libro, Problemas fundamentales de filosofía”, se concibió como texto para el bachillerato, lo que nos lleva a reflexionar sobre la ausencia en la educación actual de la indagación por la sabiduría, la verdad y el conocimiento, que permiten la formación de un pensamiento racional y crítico. No conocí ese libro cuando apareció completo, en 1985, un año después de la muerte de su autor. No es obra superficial ni fácil y por eso lo he puesto en el primer lugar de mis próximas lecturas, porque espero me ayude a colmar tantas lagunas en esa disciplina fundamental.

No puedo dejar de lado mi recuerdo de René, a quien traté durante sus últimos veinte años, con mucha menor frecuencia de la deseable. Nuestro principal punto de contacto era la política conservadora local. Ambos teníamos intensa preocupación por los asuntos sociales y veíamos en la doctrina pontificia la mejor orientación para mejorar la suerte de los menos favorecidos de tal manera que se mantuviesen la democracia y el estado de derecho. Los dos éramos pésimos políticos y por eso nunca ocupamos curules. René aspiró alguna vez al Senado, sin éxito. Ciertamente, ni él ni yo jamás pensamos que el Congreso habría de completarse con analfabetas, logreros, violadores y asesinos.

Esa impecable publicación de las obras de Uribe Ferrer, destinada a bibliotecas públicas, hacía falta en un país donde la juventud desorientada debe descubrir auténticos maestros.

Si al gentleman se le añaden la hidalguía y los elementos del héroe y del discreto, tratados por Gracián, tendremos una idea aproximada de las condiciones personales de René, siempre coherente con su catolicismo, patriotismo y civismo, dentro de cálida y amorosa vida familiar.

***

Poco después de la caída de Cuba, una asociación de empresarios, llamada Diriventas —si no me equivoco—, preocupada por los temas centrales de la política, trajo a Medellín al profesor I. M. Bochenski, uno de los principales conocedores del marxismo y el comunismo, para que dictara un cursillo de alto nivel sobre esa ideología que amenazaba a todo el subcontinente. Fueron invitadas cien personas. A partir de la segunda conferencia, quedábamos René y otros cuatro o cinco…