Por José Alvear Sanín*
Perdura en el
inconsciente colectivo la imagen romántica del revolucionario perseguido,
escondido, paupérrimo y andrajoso, poseído de un fanático y devorador fuego
interior que no le deja tiempo para pensar, leer, descansar o tener vida
familiar. En cambio, frecuenta las prisiones, de las que sale más enardecido, a
dedicar las 24 horas a la agitación, siempre dispuesto para las más arriesgadas
tareas como la colocación de explosivos, el atentado terrorista o la bomba
suicida, odiando siempre, conforme al catecismo de Netchaiev. En consecuencia,
el revolucionario será pobre entre los pobres.
Como agitador urbano
o guerrillero, esa vida de privaciones está animada por el ideal de la lucha de
clases, que debe culminar con la sangrienta supresión de los opresores, los
“gusanos”, los “enemigos del pueblo”. Equivocado, desde luego, pero la figura
no carece de cierta grandeza trágica, especialmente cuando su vida sacrificada
termina en el cadalso.
A partir de Lenin, el
revolucionario deja de ser un agente impulsivo para convertirse en un piñón del
engranaje dentro de un partido de profesionales, con división del trabajo,
porque habrá intelectuales, estado mayor, publicistas, comunicadores, agitadores,
sindicalistas, secuestradores, gatilleros, explosivistas…
Algunos llegaban a
los parlamentos, pero el partido se quedaba con las dietas, dejándoles apenas
para la pitanza, como ocurre ahora con los médicos cubanos.
Aun después del
triunfo de la revolución la vida seguía siendo dura para quienes habían cargado
los ladrillos: acomodo en una burocracia mal pagada; trabajo extra voluntario
dentro de una economía improductiva; vivienda compartida. Pero resplandece el
ejemplo de Vladimir Ilich, amo de todas las Rusias, que se conforma con un
cuartucho y un catre en algún recoveco del Kremlin.
Y luego, la dura
realidad, porque solo mejora la vida de los jerarcas, que tienen habitación
digna y hasta vehículo, mientras les dura el favor veleidoso de los jefes,
porque para unos y otros la vida es un temblor en espera de la purga.
En mi juventud conocí
muchos de esos luchadores incansables. Su prédica siempre me pareció funesta,
irracional, refractaria a todos los datos de la experiencia, pero no pude dejar
de admirar tanto renunciamiento en aras de un ideal social improductivo y
carcelario.
Por aquellos años las
gentes percibían como incompatible un buen nivel de vida y el credo
revolucionario. Esa era una apreciación basada en el sentido común, porque
imperaba la conformidad entre vida y pensamiento.
Mucho más tarde
aparecieron los representantes de lo que se ha llamado el socialismo caviar, de muchos que creen y no practican, como tantos
franceses que tienen el corazón a la izquierda y el bolsillo a la derecha.
Esto también lo
expresó Nicolás Gómez Dávila cuando dijo: “Nada hace más feliz al burgués
que la revolución en casa del vecino”, actitud especialmente frecuente en
ciertas élites acomodadas de docentes universitarios, de burócratas
permanentes, de jueces y magistrados molondros que solo salen de su sopor
cuando hay que prevaricar para favorecer la línea
progre…, en fin, de los incontables amigos y parientes que conocemos y que
disfrutan de manera casi que inconsciente de lo que Montherlant llamaba “el
placer de traicionar”.
Todo esto viene a
cuento —para descanso del paciente lector— cuando contemplo fotos de la
espléndida mansión de Gustavo Petro, de unos 3.000 millones, en el exclusivo
sector de Santa Ana II, en Chía, revelada por un investigador tan certero como
Gustavo Rugeles, a la que han seguido (sin confirmar) muchos mensajes que
circulan en la red sobre otras lujosas propiedades del candidato
revolucionario, como dos casas en Encinar de Sindamanoy, un apartamento en
Rosales, otro en Barranquilla. Y, además, informaciones confirmadas sobre las
empresas, los yates y el hotel del senador Bolívar.
En fin, la mutación
de los primates comunistas es notable. Para no ir más lejos, sabemos que, en
Pekín, el Comité Central está formado por docenas de dignatarios que se
apoderaron de igual número de sectores de la economía china, y, en
consecuencia, figuran entre los mayores billonarios del mundo, que disfrutan de
una economía capitalista salvaje, dentro de una sociedad controlada
totalitariamente por el partido…
Nada más superficial,
entonces, que seguir creyendo que la riqueza indica aversión al comunismo,
porque ahora este está dirigido por plutócratas aun más ricos que la mayoría de
los potentados de los países capitalistas. A fin de cuentas, el socialismo se
ha convertido para muchos en una vía aceptable hacia el poder y la riqueza…
Sin desconocer el
mejoramiento económico de millones de chinos, no deseamos tampoco ese modelo
para Colombia. Aun si Petro nos ofreciera una simbiosis tipo China, el comunismo
en Colombia será, por lo menos y durante años, como el venezolano, estalinista
y castrista.
Viene la campaña
electoral, con ese señor prometiendo servicios domiciliarios gratuitos, renta
básica universal, reforma agraria y entrega de las viviendas a los
arrendatarios, promesas imbatibles en las urnas, que, convertidas en realidad
nos llevarán a disfrutar del paraíso castro-chavista, que para él ya llegó…
***
Es imposible
desconocer que el voto electrónico hace posible el fraude permanente, como en
Venezuela, y que todas las democracias europeas lo rechazan.
Por tanto, es más que
oportuna la lectura de “Un error suicida”, de Alberto López Núñez http://www.lalinternaazul.info/2020/08/27/un-error-suicida/
para darse cuenta de la gravísima amenaza que pesa sobre Colombia. No obstante,
partidos afines al gobierno han presentado un proyecto de acto legislativo para
imponer tanto el voto electrónico como un dizque “voto virtual”, carente de
precedentes y aun más peligroso. ¿Cómo es posible que partidos y gobiernos
democráticos estén dispuestos a inmolarse? ¿Ingenuidad, ignorancia o
irresponsabilidad?
***
¡Valerosa la viuda
que, ante toda Colombia, en aquelarre organizado por Claudia Nayibe, se negó a
abrazar a la temible loba Griselda, hasta que esta, en vez de derramar lágrimas
de cocodrilo, confiese toda la verdad sobre el asesinato de su marido!