Por Pedro Juan González Carvajal*
El planeta tiene hoy unos 7.500 millones de habitantes. Colombia cerca de 50 millones. Antioquia se aproxima a los 6.5 millones y Medellín a los 2.5 millones.
En términos estadísticos se habla de crecimiento aritmético, geométrico o exponencial. El aritmético cuando la unidad de crecimiento marginal es 1. Es geométrico cuando la unidad de crecimiento está asociado a un multiplicador lineal fijo y es exponencial cuando la unidad de crecimiento está asociado a una base sobre la cual se aplica un multiplicador creciente no lineal.
En este orden de ideas y asumiendo que los datos son ciertos, a julio 12 Antioquia tiene 713 unidades de cuidados intensivos, con la expectativa de aumentar 350 en 2 semanas y otras 650 en un mes. Por su parte Medellín posee 571 unidades de cuidados intensivos con la expectativa de poder aumentarlas en el corto plazo. Este es un ejemplo de crecimiento aritmético y en el mejor de los casos, geométrico.
Paralelamente el crecimiento de infectados desborda cualquier pronóstico, y ante la indisciplina social planetaria, pues los picos se posponen en el tiempo, siempre con números en permanente expansión. Este es un ejemplo de crecimiento geométrico y en el peor de los casos, exponencial.
Imposible tener una UCI por habitante. Pero lo cierto es que no estaba preparado el planeta para una avalancha de demandas de estas unidades, como hoy lo estamos evidenciando.
Las cuentas francamente no dan y es claro que, de seguir el ritmo de contagios, los hospitales de muchos países colapsarán, lo cual quiere decir que la gente simplemente asumirá la evolución de la enfermedad virulenta por fuera de las unidades médicas, a la espera de su destino.
No es este el momento de ser rígidos con los procedimientos administrativos establecidos para épocas de normalidad. Es apenas ridículo lo que sucedió con la demora para otorgar la autorización por parte del gobierno nacional para aprobar el uso de ventiladores hechos en Medellín y las trabas para otorgar las licencias que autorizan a laboratorios de todo tipo, asociados a entidades de educación superior o privados, para que puedan ser habilitados para realizar pruebas de COVID-19.
Es un poco brusco emplear el término, pero estamos en época de guerra y ante la irresponsable desobediencia de los ciudadanos, queda la alternativa, como caso extremo, del uso o la implementación de la figura de la Ley Marcial.
No solo es deficitaria para esta coyuntura la infraestructura física y tecnológica, sino, además, la cantidad de personal médico capacitado para poner a funcionar las UCI.
Es una dura prueba para la humanidad como conglomerado. Es el momento de estar unidos, pero es muy baja la estatura de muchos de los gobernantes actuales para que dejen a un lado sus pequeñeces y actúen con grandeza.
No es que necesariamente nos vayamos a extinguir como especie, aun cuando es uno de los escenarios que se deben tener en cuenta al otear el panorama, pero la idea es que ya sea por acción o por omisión, no fomentemos la propagación y el tiempo de vigencia de este virus, hasta que se encuentre la tan anhelada vacuna.
Después buscaremos a los responsables del buen o mal manejo de la contingencia. Por ahora, trabajemos unidos con responsabilidad, disciplina y solidaridad.
Recordemos a Alejandro Magno cuando dice:
NOTA: Mi completa solidaridad con el señor gobernador Aníbal Gaviria Correa y su distinguida familia.