sábado, 11 de julio de 2020

Del papel y la tinta a la virtualidad

Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout Jaramillo

En estas épocas de pandemia, de desaceleración económica, de desempleo, es cuando más creativos nos tenemos que poner para poder desarrollar los renglones de la economía, que todos consideramos los más importantes y promisorios, pero no les hemos metido la ficha en forma decidida, práctica y concreta; me refiero a los sectores: agropecuario, minero y turístico, sectores que nos invitan a regresar al campo. Hay muchos esfuerzos aislados que producen sus frutos muy lentamente.

Como nuestros antepasados, además de la vocación editorial y de artes gráficas, fueron mineros y ganaderos, nosotros queremos emprender juntando tres generaciones, llenas de talento, conocimiento y experiencia, produciendo contenidos, por y para colombianos, que nos enganchen con los principios y valores que a diario tenemos que recordar insistiendo en el buen comportamiento individual, como base de una convivencia, feliz y productiva.

De las primeras publicaciones de nuestros antepasados tipógrafos (“El catecismo Astete” y “La urbanidad de Carreño”) que datan del siglo 18, independientemente de la libertad de credos, de géneros y otras modernidades, se extraen las normas y principios del pacto global, partiendo del buen comportamiento personal y social que es el que permite el respeto a la vida, a los derechos humanos, al medio ambiente, al trabajo digno, a la educación, a la alimentación, para evitar la pobreza y la desigualdad.

Debemos crear las condiciones para regresar al campo a hacer actividades agropecuarias, mineras y turísticas, con mucho profesionalismo y asistencia técnica; en forma responsable y sostenible, contando con los contenidos que nos enseñen, faciliten y permitan vivir decente y cómodamente de estas actividades.

Requerimos de compatriotas dispuestos a compartir sus conocimientos, generando contenidos que editaremos digitalmente, para destinarlos a la educación.

Soñamos con una comunidad de educadores con valores, dispuestos a producir contenidos que enganchen, que atraigan y enamoren, a tal punto, que será la demanda de los mismos la que definirá sus ingresos.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que este proyecto de emprendimiento dentro de la economía naranja salga adelante, para bien de las generaciones actuales y futuras.