domingo, 28 de junio de 2020

Editorial Bedout

Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout Jaramillo
En Colombia todos los mayores de 40 años estudiamos con los libros y cuadernos de la Editorial Bedout; con nostalgia y agradecimiento recordamos a esa gran empresa, definitiva en nuestra formación familiar, académica y profesional.

Qué tristeza, hace ya muchos años dejó de existir, pero todavía, en las bibliotecas, reposan los textos de estudio, los bolsilibros, las colecciones de autores, de materias, mejor dicho, si alguien le trabajo a la educación, a la cultura y a la literatura en Colombia, fue la Editorial Bedout.

Todavía recuerdo el día en que la empresa multinacional proveedora de papel, retiro de las bodegas de la compañía, las inmensas bobinas de papel, dejando a la empresa sin posibilidades de imprimir, a no ser pagando la materia prima de estricto contado.

No olvido ese viernes en la tarde, cuando el sindicato, orientado por uno de los grupos guerrilleros más sanguinarios de la época, se tomó las instalaciones físicas, dejando secuestrados a varios altos ejecutivos, en momentos en que la compañía, haciendo impresiones para terceros o mejor, maquilando en la rotativa Harris B 25, de última tecnología, estaba cerca de salir de la crisis económica en que se encontraba; rapidito podría volver a imprimir sus propios libros.

Esa fue una toma hostil, que, como estocada final, llevó a la liquidación definitiva de la editorial.

Afortunadamente se pagaron todos los pasivos, dejando para el final a los socios, donde los mayoritarios que ya tenían un porcentaje muy alto de la compañía, salieron mejor favorecidos y muchos minoritarios que ya ostentaban la calidad de pobres vergonzantes, pudieron mitigar un poco su difícil situación al final de sus vidas.

Y eso que el último de los viejos de la primera generación había dejado una fundación para atender a los familiares que entrarían en situación de pobres vergonzantes; tristemente, nunca se supo qué pasó con la fundación y su patrimonio.

Lo mejor, después de una larga liquidación, que todavía no termina, la mitad del inmueble, donde funcionó la editorial, luego de pagar todos sus pasivos, se vendió a la Universidad de Antioquia.

Lo que era para la educación y la cultura, quedó para la educación y la cultura.

En esta pandemia los libros han vuelto a ponerse de moda y pienso que esa moda debería quedarse para bien de la humanidad y de la educación a todos los niveles; esta sociedad sería otra si estuvieran vigentes, “El Catecismo Astete”, la “Urbanidad de Carreño”, “La historia y geografía de Colombia”, la “Ilíada”, “La Odisea”, “El Quijote de la Mancha” y otros miles de títulos de diferentes autores, que se fabricaban en la Editorial Bedout.

Nuestro Señor Jesucristo tenga en su gloria a las dos generaciones que lucharon y dedicaron sus vidas a esta gran empresa, los de la tercera generación no fuimos capaces de sostenerla. Si Nuestro Señor Jesucristo lo dispone, podríamos regresar a la actividad.