Pedro
Juan González Carvajal*
Inicialmente
nos invita a recordar que antes de la pandemia, existían serias críticas al
mundo que estábamos viviendo: la catástrofe climática, el deterioro ambiental, el
desempleo masivo, la concentración inusitada de la riqueza, la deslegitimación
del Estado, entre otras varias situaciones de gran complejidad que afectaban la
vida digna de miles de millones de personas.
Sostiene
el doctor Yunus que la contingencia sanitaria nos ha dado la oportunidad de
repensar la manera como vamos a enfrentar esta nueva y fresca etapa que nos da
la vida.
Invita a
que decidamos antes de reiniciar o reactivar la economía, qué tipo de economía
queremos, en el entendido que la economía es una herramienta creada por el
hombre, lo cual permite ajustarla o cambiarla en cualquier momento, de acuerdo
con lo que esperemos obtener a través de ella.
Propone
también no hablar de recuperación sino de reconstrucción de la economía, donde
el punto de partida sea la conciencia social y ambiental que exige y permite
construir la nueva realidad.
Insiste
en la recomendación que los gobiernos no deben aportar recursos a nadie que no
garantice el máximo retorno social y ambiental para la sociedad, entre las
múltiples opciones posibles que se presenten.
Aboga por
la creación de “negocios sociales” cuyo objetivo no es el lucro sino la
resolución de los problemas de las personas y de la sociedad.
Expresa
la preocupación acerca de que mientras la economía siga siendo una ciencia para
la maximización de ganancias, no se puede confiar en ella para el programa de
reconstrucción social y ambiental que el planeta necesita y reclama.
Ante esta
coyuntura planetaria es claro que son múltiples las miradas y múltiples las
propuestas para recuperar la inercia productiva del planeta. Ojalá todas esas
miradas sean conscientes que de todas maneras como íbamos no íbamos bien y que
esta coyuntura nos da la irrepetible oportunidad de hacer los ajustes a que
haya menester.
Recordemos
finalmente como humanos y como humanidad, que el humanismo es el bien preciado
de esta especie, lo que nos vuelve seres superiores cuando lo ejercemos o nos
convierte en seres rastreros cuando lo violentamos. Por lo tanto, es el momento
en que aparezca la grandeza del alma y no la grandilocuencia.