martes, 9 de junio de 2020

De cara al porvenir: reactivación o reconstrucción

Pedro Juan González Carvajal*

En una sesuda entrevista, Muhammad Yunus, fundador del Banco Grameen y Premio Nobel de la Paz, hace una seria reflexión acerca de lo que debería ser un plan social y ambiental de la pospandemia.

Inicialmente nos invita a recordar que antes de la pandemia, existían serias críticas al mundo que estábamos viviendo: la catástrofe climática, el deterioro ambiental, el desempleo masivo, la concentración inusitada de la riqueza, la deslegitimación del Estado, entre otras varias situaciones de gran complejidad que afectaban la vida digna de miles de millones de personas.

Sostiene el doctor Yunus que la contingencia sanitaria nos ha dado la oportunidad de repensar la manera como vamos a enfrentar esta nueva y fresca etapa que nos da la vida.

Invita a que decidamos antes de reiniciar o reactivar la economía, qué tipo de economía queremos, en el entendido que la economía es una herramienta creada por el hombre, lo cual permite ajustarla o cambiarla en cualquier momento, de acuerdo con lo que esperemos obtener a través de ella.

Propone también no hablar de recuperación sino de reconstrucción de la economía, donde el punto de partida sea la conciencia social y ambiental que exige y permite construir la nueva realidad.

Insiste en la recomendación que los gobiernos no deben aportar recursos a nadie que no garantice el máximo retorno social y ambiental para la sociedad, entre las múltiples opciones posibles que se presenten.

Aboga por la creación de “negocios sociales” cuyo objetivo no es el lucro sino la resolución de los problemas de las personas y de la sociedad.

Expresa la preocupación acerca de que mientras la economía siga siendo una ciencia para la maximización de ganancias, no se puede confiar en ella para el programa de reconstrucción social y ambiental que el planeta necesita y reclama.

Ante esta coyuntura planetaria es claro que son múltiples las miradas y múltiples las propuestas para recuperar la inercia productiva del planeta. Ojalá todas esas miradas sean conscientes que de todas maneras como íbamos no íbamos bien y que esta coyuntura nos da la irrepetible oportunidad de hacer los ajustes a que haya menester.

Recordemos finalmente como humanos y como humanidad, que el humanismo es el bien preciado de esta especie, lo que nos vuelve seres superiores cuando lo ejercemos o nos convierte en seres rastreros cuando lo violentamos. Por lo tanto, es el momento en que aparezca la grandeza del alma y no la grandilocuencia.