viernes, 5 de junio de 2020

Amañado gravamen a los salarios y a las pensiones

Por Andrés de Bedout Jaramillo*


Andrés de Bedout Jaramillo
Hace unos meses escribí que nadie en Colombia debería ganarse más de quince millones de pesos de salario mensual, ni en el sector público ni en el privado, incluidos presidente, alcaldes, gobernadores, magistrados, congresistas, etcétera, y altos ejecutivos de empresas públicas, mixtas y privadas, grandes, medianas y pequeñas.


El decreto de emergencia injustamente suaviza el tratamiento impositivo a los altos salarios de estos funcionarios, parando la progresividad de la tabla, para que los verdaderos altos salarios no se vean tan afectados por la medida; mejor dicho, los salarios de los que definieron la medida amañaron el gravamen a su favor.


No es justo que la progresividad que empieza en 15%, para los salarios y pensiones de diez millones, se frene en el 20% para los de más de veinte millones, favoreciendo a los de 30, 40, 50 millones mensuales y más.


Como siempre, quedan protegidos los que tienen en sus manos el poder de decisión, los que tienen las gabelas que hacen que sus verdaderos salarios sean superiores, porque además del sueldo, tienen camionetas blindadas, escoltas, asistentes de todo tipo, tiquetes en primera y otras prebendas de cuenta de los impuestos que pagamos los que ganamos muchísimo menos y de los pequeños accionistas de las compañías, que perciben muy bajos dividendos, o mejor, no perciben dividendos. Lo anterior, sin mencionar los afanes dilapidatorios que aún, en estas difíciles e inciertas épocas, se mantienen gastando en camionetas blindadas de alta gama importadas, esquemas de seguridad exagerados que distraen miles de agentes de policía requeridos para proteger y controlar a la población en esta apertura inteligente, con más de quince millones de desempleados, miles de empresas grandes, medianas y pequeñas, privadas, públicas y mixtas, quebradas o muy cerca de estarlo.


Los donatones están perdiendo cada día más posibles aportantes, por la situación económica, el desánimo, la desconfianza que nos generan los corruptos y descarados dilapidadores, obsesionados en seguir aparentando y alimentando egos de cuenta ajena, haciendo lo que no harían, ni hacen, con su propia plata.


Planeación Nacional tiene que revisar la estratificación de la población colombiana; cada estrato en la realidad tiene varios llamémoslos subestratos, lo que implica tratamientos injustos en materias de servicios públicos, de impuestos, multas, contribuciones y subsidios, en un sinnúmero de materias que se rigen por la injusta y desueta estratificación actual.

El Ministerio de las TIC, está muy rezagado en la urgente necesidad de conectividad que tenemos en Colombia.


La única forma de arreglar estos dos problemas planteados es aceptándolos, sin perder el tiempo en comparaciones con otros países que pueden estar peor. Consuelo de muchos, consuelo de tontos.


Yo diría que, en una estratificación realista, en la clase media tenemos que aprender a vivir con la mitad de los ingresos que percibíamos, dándonos por muy bien servidos, siempre y cuando tengamos un empleo o una pensión. Los que no, tienen que ser ayudados urgentemente por el Estado, al igual que los de los estratos bajos, por supuesto con tratamiento diferencial con los estratos superaltos.


Hay muchas cifras, la que más me rima es la de quince millones de colombianos que requieren la asistencia urgente del Estado.


Que amplíen la progresividad de la tabla de los aportes solidarios, que apliquen, por lo menos por respeto, pobreza franciscana en la utilización de los recursos del Estado y de los accionistas, que se muevan con verdadera agilidad en solucionar las necesidades mínimas insatisfechas de los más necesitados, de los desempleados, que doten rápido los centros de salud, clínicas y hospitales, que se le entreguen a médicos y enfermeras elementos suficientes y de calidad para atender el pico, que ya está llegando.


Mucho tilín y pocas paletas.


Insisto, nadie en Colombia se debe ganar más de quince millones de salario mensual; eso nos hará más humildes, más sensibles, más iguales, más eficientes, es más, a eso nos va a llevar esta crisis si somos responsables y solidarios.


Todos podemos usar transporte público, bicicleta, caminar; todos tenemos que manejar el mismo margen de riesgo, que se va a incrementar con la situación social que rapidito llegará. No más discriminaciones, el covid-19 nos está nivelando.


Y esto no es de pesimistas ni de optimistas, esto es de afrontar la realidad, con la verdad y sin carreta.


Mucha unidad, las pendejadas entre sectores políticos tienen que pasar a un segundo plano. 


Dejen esa insultadera y que se pongan productivos buscando satisfacer el interés general; por el momento olvídense de los intereses particulares que tanto los han desvelado.

No más persecución del Estado a las pocas empresa legales y formales que luchan por sobrevivir y siguen asfixiadas por el sinnúmero de exigencias, requisitos, impuestos, tasas, multas, etcétera, que a diario tienen que sufrir y vienen sufriendo de muchísimos años atrás. 


Es como si el Estado no quisiera a los empleadores, y si son pymes más duras les pone las cosas, para que tengan que recurrir a la informalidad, para poder subsistir.

A pesar de la pandemia, de la terrible crisis, hay pequeñas y medianas empresas emprendiendo y tratando de reinventarse, con buenas ideas, pero se estrellan cuando se enfrentan a las barreras de permisos, licencias, registros y miles de costosas talanqueras que a través de los años ha venido estableciendo el Estado para poder mantener su creciente y desbordada burocracia.


No es sino ver el viacrucis de los que están desde hace meses luchándole a los ventiladores. Me ofrezco voluntariamente para que los ensayen conmigo, siempre y cuando ello no implique perder los seguros de salud y vida contratados desde hace muchísimos años con SURA.


Repito, el único que nos puede ayudar a mantenernos fuertes, tranquilos y en paz, para afrontar lo que se nos avecina, es nuestro Señor Jesucristo, que siempre está ahí para nosotros, si nos comportamos como él nos enseñó.