Por Santiago Cossio*
A quién engañas abuelo es una gran obra del abogado, autor y compositor
colombiano Arnulfo Briceño. Bello bambuco grabado por el dueto Silva y Villalba
que cuenta una historia donde un niño pregunta a su abuelo por aspectos de la
vida. Una vida muy similar a la que vivimos hoy todos los colombianos...
Mientras escuchamos la canción haremos unas reflexiones:
Más que una canción es un reflejo de nuestra sociedad donde hábilmente el
maestro Briceño hace una síntesis y crítica social que perdura hasta nuestros días.
La canción se refiere a épocas del posfrente nacional donde la violencia
partidista y los “arreglos” políticos eran las formas normales de hacer
política. Letras que perduran hasta nuestros días y nos recuerdan que aún hay
mucho por mejorar. Veamos su obra.
“A quien engañas abuelo, yo sé que tú estás llorando
ende que taita y que mama, arriba tan descansando
nunca me dijiste cómo, tampoco me has dicho cuándo
pero en el cerro hay dos cruces que te lo están
recordando”
Una triste realidad de la violencia en Colombia. No solo se pierden las vidas sino también las fuerzas de los seres queridos por culpa de una violencia irracional sistémica.
“Bajo la cabeza el viejo y acariciando al muchacho
dice tienes razón hijo, el odio todo ha cambiado
los piones se fueron lejos, el surco está abandonado
a mí ya me faltan fuerzas, me pesa tanto el arado
y tú eres tan solo un niño pa sacar arriba el rancho”
Los jóvenes de ahora creen que hay más oportunidades en la ciudad, descuidando el campo y la producción que realmente sostiene al país.
“Me dice Chucho, el
arriero, el que vive en los cañales
que a unos los
matan por godos, a otros por liberales
pero eso qué
importa abuelo, entonces qué es lo que vale
mis taitas eran tan
buenos, a naides le hicieron males
solo una cosa comprendo
que ante Dios somos iguales”
La violencia partidista perdura hasta nuestros días. Rojos, azules, verdes, amarillos, de todos los colores se pelean por el poder sin enfocarse en soluciones colectivas que son comunes a todos. El debate siempre debe darse con altura, pero en Colombia proponer algo ya es considerado como amenaza.
“Aparecen en elecciones unos que llaman caudillos
que andan prometiendo escuelas y puentes donde no hay
ríos
y al alma del campesino llega el color partidiso
entonces aprende a odiar hasta quien fue su buen vecino
todo por esos malditos politiqueros de oficio”
Lo peor del odio partidista es cuando lleva a su pueblo a odiarse en contra
de sí mismo.
Hoy vemos un pueblo dividido y fraccionado donde se hacen temerarias
acusaciones fomentando la pobreza humana y la polarización.
Colombia fue construido gracias a nuestros abuelos, los cuales levantaron
escuelas, hospitales, carreteras, acueductos, arados y familias de 10 y 15 hijos.
Nos dejaron un ejemplo de familia y trabajo que debemos respetar en sus
memorias. Finaliza el maestro:
“… ahora te comprendo abuelo, por Dios no sigas llorando”.