viernes, 8 de mayo de 2020

Río revuelto


José Leonardo Rincón, S. J.*

José Leonardo Rincón Contreras
Definitivamente los seres humanos somos muy complejos, ordinariamente incapaces de aprender las lecciones que la vida nos deja, tercos como mulas, aún en la antesala de la muerte, con el cuchillo en el pescuezo, empecinados en hacer lo que nos parece. Es decir, llevados del “propio amor, querer e interés”, como diría Ignacio de Loyola.

Y es que después de la cuarentena de encierro, que va para cincuentena, resulta francamente decepcionante ver que socialmente no aprendimos la lección, (quizás muchos sí a nivel personal o familiar), de manera que aquellas reflexiones cargadas de romanticismo, de que después de esto las cosas no serían lo mismo, se quedaron en vana ilusión. Lo afirmo con certeza viendo lo que he visto durante este tiempo, pero también después de escuchar en estos días a César Caballero, de Cifras y Conceptos, corroborarlo con los resultados de su última encuesta, donde me llamó la atención que el 90% de los encuestados cree que de esta pandemia a nivel personal saldrá transformado en muchos aspectos, pero solo el 60% de ellos mismos cree que los otros saldrán transformados. Puede ser cierto, porque hemos visto también en ese 30 o 40%:

* El afán politiquero de ganar réditos aprovechando la crisis, para robar show mediático, querer brillar opacando a otros, alimentando odios polarizantes, estilando veneno por redes sociales…

* La vacancia judicial de facto que ha permitido abrir compuertas para que delincuentes de toda clase, comiencen a gozar de libertad so cuento de ayuda preventiva en salud.

* Cascada de normativas en un país santanderista y leguleyo, donde hecha la ley, hechas las excepciones, hecho el mico, hecha la trampa.

* Actitudes irresponsables de muchos que se pasaron por la faja el aislamiento y les importó un bledo contagiarse o contagiar a otros, sin reparar medida alguna de protección, ya en la calle, ya en parrandas grupales.

* Corrupción lúcida y sana para sacar tajada y robar vorazmente de lo lindo aprovechando millonadas de auxilios para gente pobre y hambrienta.

* Agresividad desconcertante, desagradecida e injusta contra el personal del sector salud, como si fueran los leprosos espantosos que habría que excluir, después de haberlos llamado héroes y aplaudirlos como tales.

* Avivatos que se han aprovechado de la coyuntura para perjudicar a sus empleados con artimañas diversas bajando salarios de unos, liquidando a otros, no pagando lo que se debe, etc.

* Guerrilleros, paracos y bandas delincuenciales que han seguido haciendo de las suyas por campos y poblaciones, orondos como si nada…

Clarísimo que ha habido cosas muy lindas también que oportunamente se han divulgado y que, por ellas, gracias a Dios, no estamos peor, pero es necesario seguir protestando por estos pescadores de río revuelto, avivatos infames, que se aprovechan de la desgracia generalizada para lucrarse y hacer de las suyas.