Por Antonio Montoya H.*
Meses y días de reflexión, en esas nos la hemos
pasado durante la cuarentena que se inició el 18 de marzo en Medellín y que
luego, el 23 de marzo, se aplicó para todo el territorio nacional. Desde allí
todo cambio. Con el que converso, vía telefónica o virtualmente por las
diversas plataformas, expresa lo mismo, la vida no será igual, pero el presente
tampoco es el mismo.
La familia. Me
decía uno de mis tres hijos, que nunca habíamos estado tanto tiempo
juntos y la respuesta es que es verdad, y ha permitido conocernos más,
disfrutar los momentos del día y comprender el concepto de familia; con los dos
mayores Santiago y Felipe, hablo casi diario, ellos también con su señora y
novia, compartiendo la vida familiar, pero aun así los disfruto mucho porque
hablamos y nos expresamos cosas que antes no eran habituales, en conclusión la
vida familiar para el que la disfruta es y ha sido una gran bendición, los
lazos de amor, y de amistad se están fortaleciendo.
En el trabajo hemos visto que la solidaridad
está imperando. En empresas donde las dificultades están a flor de piel, han
propuesto los mismos trabajadores que todos bajan el sueldo con la condición de
no despedir a nadie y eso está bien, es un momento en el que todos aportamos
para todos ganar un poco.
La disciplina social no existe en muchos
lugares. En barrios y ciudades parece que la orden no tuviera efecto, siguen en
la calle las personas, los negocios están abiertos con graves consecuencias
para la salud pública. Si estos ciudadanos no aceptan las órdenes, qué pasará
cuando se infecten… pues ellos serán los primeros y sus familias en recurrir a
los hospitales y solicitar ingreso a las UCI, qué tristeza qué desorden, las
consecuencias se verán.
Es increíble que, para la celebración de un día
de madres, se decrete toque de queda y no consumo de licor. Estamos mal, no
puede ser que, para compartir en familia, que no se puede, fuera de aceptar a
los que conviven con la madre, que tengamos que tomar medidas extras de orden
público, es un día de celebración y en Colombia se convirtió en un día de
muerte.
Se tuvieron que abrir las comisarias de
familia, porque la presión social llevó a que el Estado tomara decisiones para
proteger al cónyuge indefenso, porque se incrementó la violencia intrafamiliar.
Los golpes, el maltrato físico y la poca moral están a flor de piel. No hay
excusa posible para que quienes comparten el hogar se agredan, es una
consecuencia nefasta de la cuarentena, aunque sin ella, dentro del hogar se dan
más muertes que en otros lugares, por lo que podemos afirmar que la seguridad
no está en la propia casa.
La economía será otra, volver a la normalidad
costará tiempo y dinero. Seguramente el gobierno está viendo lo que nosotros
percibimos desde la primera semana, mantenernos en cuarentena, conllevará al
crecimiento de la violencia, robos y hurtos, porque el que tiene hambre y
necesidades no aguanta el día a día, es brutal.
¿Las ayudas del gobierno en buena hora se
decretan y se espera recibir, pero si llegan a dónde es? Es una pregunta que
nos hacemos todos y me da la impresión de que no, que los recursos se quedan en
una serie de intermediarios, de instituciones que se crean de la nada y que
tiene como único objetivo apropiarse del dinero público.
El presidente Iván Duque, lo ha hecho bien,
presencia diaria, comunicación con la ciudadanía, ministros claros y precisos;
no tengo sino reconocimiento a ellos.
Los políticos no están presentes. Fuera de
criticar y hablar de lo que no saben, no han contribuido a mantener la cohesión
ciudadana. Qué triste ejemplo el de estos señores, lamento profundamente que
hablen y no sepan de que hablan, es triste observar que con ellos no contamos
sino para hablar mal de quienes sí buscan el beneficio ciudadano.
En fin, continuaremos, con el pasar de los
días, reflexionando sobre estos temas de interés ciudadano.