Por Andrés de Bedout
Jaramillo*
Estamos preparados para la arremetida
del virus, para auto cuidarnos y prender la economía a un 50% y regresar
cambiados a la añorada normalidad, así esta sea una normalidad anormal.
Esta cuarentena que nos mostró que
debemos cambiar, que estamos a prueba, que el poder y la plata, como se supone
los teníamos concebidos, no sirven para nada, se está viendo opacado por una
cantidad de hechos que me resisto a creer.
No puede ser que los escasos recursos se
estén gastando en privilegios para unos pocos, costosas y lujosas camionetas
para altos funcionarios del estado, créditos a tasas preferenciales y
subsidiadas, para unos pocos empresarios; encuestas, reportajes y comerciales,
promoviendo personajes de la política y de los gobiernos nacional,
departamentales y municipales, nombramientos en altos cargos y contratos, se
supone dirigidos a la solidaridad, para pagar favores políticos.
No puede ser que sigamos viendo en la
televisión, como se entregan los mercados a nombre de las altas dignidades del Estado,
como comprando votos, aprovechando el hambre del pueblo.
Ustedes dirán, haga denuncias concretas,
yo respondo, todos los días las hacen con pelos y señales en los medios de
comunicación, inclusive las autoridades de vigilancia y control, que por ser
pública e hijas de la política, navegan también en el derroche y en la falta de
coherencia, no creo que la esposa del uno sea la secretaria del otro y la
esposa del otro sea la secretaria del uno.
Mejor dicho, qué tristeza, todo esto
solo alimenta la incertidumbre, genera sentimientos de impotencia, afecta la
solidaridad, alimenta el egoísmo y la corrupción.
No quería decirlo, pero la violencia del
hambre, del desempleo, de la rabia a que nos sigan creyendo pendejos, será más
destructora que el COVID-19 y no tendremos quién ponga orden; el ejército y la
policía que también están contaminados, estarán ocupados sirviendo de esquemas
de seguridad para los altos mandos del Estado, de los tres poderes, autoridades
de vigilancia y control, militares y de policía.
Desde esta modesta columna, un llamado a
la reflexión, a escuchar hoy la homilía de Monseñor Ricardo Tobón: si los
líderes que tienen el poder y el dinero no cambian, iremos todos al
despeñadero, incluidos ellos.