lunes, 27 de abril de 2020

Vivir cuesta y...

Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Los muertos duelen. Cada día que pasa de la cuarentena creo que a cada uno de nosotros nos trae enseñanzas, nuevos aprendizajes, nos da tiempo para reflexionar, evaluar y mirar inquisitivamente el futuro, el cómo será el día a día, la convivencia, en fin, el actuar, pensar y mirarnos en este giro que nos dio la vida.

Pero, volviendo al inicio, hay algo que me inquieta en estos días y son las familias que han tenido a su alrededor fallecidos por causa del covid y el dolor que tienen. No hubo acompañamiento en la despedida, cómo se les dio sepultura, qué es de sus vidas recluidos soportando y llevando con dignidad y entereza el dolor de la pérdida, qué angustia y qué dolor. Si para nosotros es dura la cuarentena, cómo será para las familias dolientes, separadas unos de otros, hermanos, hijos, esposos(as) o padres (madres) solos, soportando el vacío del ser querido. Para ellos estos días son más difíciles de afrontar que para cualquiera de nosotros, adicional al cuidado personal, el dolor de la muerte, sin duda alguna hace que estos días sean interminables e infernales. Para todos ellos un abrazo solidario, tienen mis oraciones en este momento crucial de nuestras vidas y que, aunque no los conocí, ni a los que se fueron ni a ustedes los deudos, los tengo en mi mente rogando a Dios para que tengan paz y sosiego en estos días.

Por otro lado, también me refiero a los vivos, pero no a los corruptos que están haciendo lo que quieren con las ayudas gubernamentales, no a esos hampones que deberíamos colgar en la plaza pública como en épocas anteriores, para ver si aprenden los que queden vivos, que con el dinero de lo público no se juega y menos con los ciudadanos que necesitan y reclaman ayuda, lo que es vital para su subsistencia.

Sí hago referencia a los vivos, a los trabajadores informales, a los que sostienen la familia, a aquellos que tienen sus negocios y de ellos se sostienen, a los que de ninguna forma les llegará la ayuda del gobierno, a todos los que están sufriendo, esperando con ansias la posibilidad de salir a reiniciar sus actividades, a quienes recurren a los bancos para pagar sus nóminas y les piden papeles y soportes para demostrar lo que no es posible porque el negocio está cerrado. A ellos debe el Estado, a través de los departamentos o municipios, buscar alivios que hagan la cuarentena más llevadera.

También tenemos a nuestro alrededor las llamadas familias vergonzantes que pueden estar sufriendo y les da penar pedir ayuda. Por ello, a nuestros vecinos debemos preguntarles como están y en qué podemos ayudar; sencilla forma de allanar el camino para colaborar sin ofender, ni atentar contra su dignidad. Así todos podemos ser solidarios y contribuir a que estos días difíciles sean llevaderos y en las casas exista tranquilidad.

Nosotros en El Pensamiento al Aire, estamos contribuyendo a fundaciones, y a familias que no tienen ingresos para subsistir. Creemos en la solidaridad y en el bienestar de los demás, en un mundo que para ser mejor requiere de la contribución de todos, porque al final somos iguales, las mismas necesidades, expectativas y deseos.