Por Antonio Montoya
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Desde la creación de
la humanidad, los artistas, tanto en la literatura, escultura, teatro, poesía, en
la interpretación ya sea como cantante o ejecutante, en fin, los que en
términos generales que hacen parte del arte y la cultura, siempre han tenido un
reconocimiento social, y en Colombia, hablando de los nuestros se ha ido
logrando el reconocimiento económico.
Para todos ellos ha
sido una lucha intensa el lograr el reconocimiento jurídico de sus derechos,
que se ha visto legislado en los tratados internacionales, acuerdos del Pacto Andino
y leyes generales colombianas, además de la creación de la Dirección Nacional
del Derecho de Autor quien es la encargada del registro de la propiedad
intelectual del creador, y ente de control y vigilancia.
Existen en nuestro
medio las denominadas sociedades de gestión, que son las que se encargan de
registrar a sus respectivos artistas, acreditar sus obras, interpretaciones y
fonogramas, sus escritos, etcétera, y buscar el pago económico de esos
derechos. Estas sociedades, hoy reconocidas por la ley, son siete, que en buena
hora han obtenido su personería jurídica y capacidad de gestión.
Todas ellas, de una
manera u otra, protegen un alto porcentaje de los artistas y creadores; el
resto no se ha afiliado porque no quiere o no cumple requisitos, pero, las
puertas están abiertas.
Después de un trabajo
realizado por las sociedades de gestión, en forma individual y conjunta, se logró
que el gobierno tuviera en cuenta a los artistas, creadores y gestores, para
minimizar un poco sus dificultades económicas. Lo que falta aún es que ese
reconocimiento se efectúe ordenadamente y con base en las bases de datos que
las sociedades de gestión poseen, que son además conocidas por la Dirección
Nacional del Derecho de Autor, y así esos auxilios podrán llegar en forma
efectiva a las cuentas de los reales beneficiarios sin intermediación alguna,
evitando así que se dirijan a otras manos inescrupulosas esperando beneficiarse
indebidamente, como ha ocurrido en otros casos, y que se distorsione el
verdadero esfuerzo del gobierno de entregar esos recursos.
También es importante
hablar de la poca solidaridad hacia los artistas, lo que da tristeza y desazón,
porque la ciudadanía, todo el día está en función de ellos, leen, escuchan
música, ven esculturas, aprenden de libros de historia, de poesía, en fin les
llena la vida, pero, a la hora de entender que todos esos creadores el único
capital que tienen es su arte, su creación, su interpretación, y que eso les
genera un derecho patrimonial con el cual sustentan su diario vivir. Hoy todos
los que se benefician de la música pretenden no pagar por lo que usan, que les
genera beneficios económicos en forma directa por cuanto sin ella no asistirían
las personas a esos sitios.
Los invito a que
pensemos en forma colectiva, no con el egoísmo a flor de piel y que entiendan
que si están cerrados no hay cobro ni pago, es lo único cierto y real, pero de
allí a pretender que vía legislación se les menoscaben los derechos a los
artistas no es admisible, deben recordar que existen tratados internacionales
que deben ser respetados y que no deben ser vulnerados.
Hoy muchos sectores
de la sociedad se van corriendo a donde los congresistas amigos para que les
ayuden a quitar esos derechos que les corresponden a los artistas, creadores y
gestores. No es admisible, no es justo y además no deberían ser recibidos, para
aprovecharse de un beneficio a futuro, cuando todo esté reactivado. Qué triste
solidaridad, qué poco respeto por los demás.
También debo
mencionar que en épocas de campañas políticas todos, sin excepción, buscan a
los artistas para que los apoyen, pero esos mismos son los primeros que
llegando al congreso se vuelven contra ellos para favorecer a otros sectores
mas poderosos. Eso no es solidaridad, ni amor, ni respeto por los creadores.
Aunque debo reconocer en este caso que el presidente del senado Lidio García y
el expresidente Álvaro Uribe, públicamente buscaron el apoyo para este sector
que culturalmente le aporta mucho a Colombia y que representa
extraordinariamente bien en el exterior al país.
Qué vivan los
artistas, creadores y gestores, porque sin ellos nuestra existencia sería
triste y melancólica. Protejámoslos
y cuidémoslos.