lunes, 20 de abril de 2020

Tristes sorpresas


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Desde la creación de la humanidad, los artistas, tanto en la literatura, escultura, teatro, poesía, en la interpretación ya sea como cantante o ejecutante, en fin, los que en términos generales que hacen parte del arte y la cultura, siempre han tenido un reconocimiento social, y en Colombia, hablando de los nuestros se ha ido logrando el reconocimiento económico.

Para todos ellos ha sido una lucha intensa el lograr el reconocimiento jurídico de sus derechos, que se ha visto legislado en los tratados internacionales, acuerdos del Pacto Andino y leyes generales colombianas, además de la creación de la Dirección Nacional del Derecho de Autor quien es la encargada del registro de la propiedad intelectual del creador, y ente de control y vigilancia.

Existen en nuestro medio las denominadas sociedades de gestión, que son las que se encargan de registrar a sus respectivos artistas, acreditar sus obras, interpretaciones y fonogramas, sus escritos, etcétera, y buscar el pago económico de esos derechos. Estas sociedades, hoy reconocidas por la ley, son siete, que en buena hora han obtenido su personería jurídica y capacidad de gestión.

Todas ellas, de una manera u otra, protegen un alto porcentaje de los artistas y creadores; el resto no se ha afiliado porque no quiere o no cumple requisitos, pero, las puertas están abiertas.

Después de un trabajo realizado por las sociedades de gestión, en forma individual y conjunta, se logró que el gobierno tuviera en cuenta a los artistas, creadores y gestores, para minimizar un poco sus dificultades económicas. Lo que falta aún es que ese reconocimiento se efectúe ordenadamente y con base en las bases de datos que las sociedades de gestión poseen, que son además conocidas por la Dirección Nacional del Derecho de Autor, y así esos auxilios podrán llegar en forma efectiva a las cuentas de los reales beneficiarios sin intermediación alguna, evitando así que se dirijan a otras manos inescrupulosas esperando beneficiarse indebidamente, como ha ocurrido en otros casos, y que se distorsione el verdadero esfuerzo del gobierno de entregar esos recursos.

También es importante hablar de la poca solidaridad hacia los artistas, lo que da tristeza y desazón, porque la ciudadanía, todo el día está en función de ellos, leen, escuchan música, ven esculturas, aprenden de libros de historia, de poesía, en fin les llena la vida, pero, a la hora de entender que todos esos creadores el único capital que tienen es su arte, su creación, su interpretación, y que eso les genera un derecho patrimonial con el cual sustentan su diario vivir. Hoy todos los que se benefician de la música pretenden no pagar por lo que usan, que les genera beneficios económicos en forma directa por cuanto sin ella no asistirían las personas a esos sitios.

Los invito a que pensemos en forma colectiva, no con el egoísmo a flor de piel y que entiendan que si están cerrados no hay cobro ni pago, es lo único cierto y real, pero de allí a pretender que vía legislación se les menoscaben los derechos a los artistas no es admisible, deben recordar que existen tratados internacionales que deben ser respetados y que no deben ser vulnerados.

Hoy muchos sectores de la sociedad se van corriendo a donde los congresistas amigos para que les ayuden a quitar esos derechos que les corresponden a los artistas, creadores y gestores. No es admisible, no es justo y además no deberían ser recibidos, para aprovecharse de un beneficio a futuro, cuando todo esté reactivado. Qué triste solidaridad, qué poco respeto por los demás.

También debo mencionar que en épocas de campañas políticas todos, sin excepción, buscan a los artistas para que los apoyen, pero esos mismos son los primeros que llegando al congreso se vuelven contra ellos para favorecer a otros sectores mas poderosos. Eso no es solidaridad, ni amor, ni respeto por los creadores. Aunque debo reconocer en este caso que el presidente del senado Lidio García y el expresidente Álvaro Uribe, públicamente buscaron el apoyo para este sector que culturalmente le aporta mucho a Colombia y que representa extraordinariamente bien en el exterior al país.

Qué vivan los artistas, creadores y gestores, porque sin ellos nuestra existencia sería triste y melancólica. Protejámoslos y cuidémoslos.