domingo, 22 de marzo de 2020

Pecado, pandemia y vacuna


Por Andrés de Bedout Jaramillo O.*

Andrés de Bedout Jaramillo
En estos días de confinamiento no esperado, se ratifica para mí, la existencia de un ser supremo, que hecho hombre, nos puso unas normas mínimas de comportamiento, advirtiéndonos que, de no cumplirlas, incurriríamos en pecado contra él y al pecar contra él, pecábamos contra nuestros hermanos, contra la naturaleza y contra nosotros mismos.

Como no hemos querido dejar de pecar, nuestro errado accionar se nos ha venido devolviendo.

Estamos confinados tres adultos que hacemos parte de la población vulnerable por nuestra edad; no podemos ver a nuestros seres queridos, no sabemos hasta cuándo durará este aislamiento, no sabemos si terminaremos contagiados, lo único que sabemos es que si logramos mantener el menor contacto posible con los demás, de pronto, como población vulnerable, no nos enfermemos, ninguno, para no poner en riesgo a los compañeros de confinamiento, ni a los demás y no congestionaremos los servicios de salud, ni los servicios funerarios.

La pandemia misma es una vacuna contra la indiferencia, contra la codicia, contra el egoísmo, contra la envidia, contra la falta de solidaridad.

La pandemia misma, nos permite valorarnos como personas, valorar la importancia de nuestras familias, de nuestros amigos, de la labor de tantas profesiones por humildes que ellas sean y que nos permitirán sobrevivir la crisis.

Vamos a cambiar, esto no puede seguir a la velocidad del facilísimo, que hace sentir a los humanos como dioses, que no requieren respetar esas normas mínimas de comportamiento, establecidas por nuestro Señor Jesucristo, cuya violación nos coloca en pecado.

En todos mis escritos hago énfasis en la necesidad de nuestro buen comportamiento, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, Dios hecho hombre; porque comportarse bien, si bien implica sacrificar el placer desmedido, nos trae consecuencias benéficas individuales y colectivas.

Muchos piensan que pasando la pandemia volveremos a lo mismo, a ser igual o más pecadores que antes, lo que no sabemos es quiénes y cuántos sobrevivirán o sobreviviremos a la pandemia.