Por Santiago Cossio*
El ser humano cuando nace no sabe absolutamente nada de
la vida y todo lo debe aprender. En esa etapa lo único que producimos se
resuelve con pañales. En los primeros años es fundamental que el colectivo
aprenda el mismo lenguaje y escritura, para luego llegar a cultivar el ser, el
hacer, el estar y el tener.
Hoy aparece un problema de salud mundial y pone a prueba
hasta la supervivencia del ser humano. Este virus que nos impone la casa por
cárcel nos pone a pensar y a revalorar muchas cosas. No poder dar un abrazo o
un beso nos recuerda lo frágiles que somos. También nos recuerda lo igual que
somos. Aquí es donde quiero citar una científica que pronuncia estas palabras: “ustedes
le dan un millón de euros por mes a un futbolista y a un biocientífico le dan 1.800
euros por mes. Ahora ustedes buscan tratamiento para este virus entonces
busquen a Cristiano Ronaldo o Messi para que encuentre la cura”
Siempre hemos estado acechados por la pandemia de la
ignorancia y hoy más que nunca debemos reformular la escala de valores. La
salud es lo primero y las necesidades primarias como la alimentación deben ser
prioridades.
Llamamos a los congresistas como honorables, pero a un
bombero voluntario que se mete a un incendio a salvar una vida, no se le
reconoce su labor. Un agricultor que siembra su cosecha para alimentar un
pueblo a veces es mirado como inferior, un educador que con amor hace su
trabajo de formación social no es valorado y ni el personal médico al que,
muchas veces con turnos extenuantes, no se le agradece.
Perdimos el sentido de lo fundamental y debemos
recuperarlo. La sociedad de varios siglos atrás pedía pan y circo y hoy parece
que pedimos solo circo. Si el celular se queda sin carga es como morir en vida,
se perdió la ética y la moral y peor aun cuando se invierte la escala de
valores. Lo bueno es malo, lo malo es bueno. La comunicación que debería ser la
didáctica de la educación comenzó a pasar narconovelas y prostinovelas,
confundiendo y maleducando las mentes de las personas. Se le hace telenovela a
un sicario cuando cualquier empresario, artista, deportista o padre de familia
es más digno de tomarlo como ejemplo.
Hace solo unas décadas el médico del pueblo era una
persona muy respetable y querida por la sociedad. Se valoraba realmente su
labor. Protagonismo que se fue extinguiendo en toda esta pérdida de valores,
hasta hoy, donde un virus microscópico nos pone a repensar el sentido de la
vida misma y recompone la valoración de lo fundamental.
Mucho ánimo, agradecimientos y bendiciones al personal de
sanidad, médico y de investigación científica.