Por Pedro Juan González Carvajal*
En el país del Sagrado Corazón, parece que, por
calendario, hay temas que jamás se concretan o sobre los cuales no se alcanza
un relativo consenso, y entonces se engavetan hasta una próxima oportunidad. Es
claro que detrás de cada tema debe existir un grupo de interesados en sacarlo
adelante, lo cual es válido y legítimo.
Lo que no tiene presentación es que, ante ciertas
situaciones o coyunturas, estos temas sean de nuevo traídos a la palestra para
distraer a la opinión pública, ante la imposibilidad de resolver alguna
situación.
Tal es el caso de la discusión de si se debe o no abrir
los campus universitarios, haciéndolos parte del espacio urbano y público, para
lo cual deben derrumbarse los muros que la separan de otras propiedades o
construcciones. Algunos dirán que los muros universitarios sirven para que no
entren las ideas y otros sostendrán que es para que no salgan las ideas, pero ese es
otro tema.
Una cosa es que las sedes universitarias sean planeadas y
diseñadas para tener o no tener muros y otra es que de un día para otro a
alguien se le ocurra o construirlos o derrumbarlos.
Otro asunto es el de la unificación de períodos entre alcaldes,
gobernadores y presidente. Eso se debe hacer para sincronizar los períodos de
campaña electoral, los planes de desarrollo y los presupuestos, pero para
lograrlo debe existir un período de transición, que sin duda beneficiará a
algunos y perjudicará a otros.
Tener un aparato legislativo de una o de dos cámaras, ha
sido otro estribillo más politiquero que político.
Proponer la supresión de las Contralorías, también ha
sido un caballito de batalla que algunos han empleado para desorientar, más que
para construir.
Periódicamente aparece la idea de quitarle un paquete de
ceros a nuestros papeles moneda actuales, o, mejor dicho, a nuestros billetes, aun
cuando pueden existir criterios monetarios y económicos partidarios de dicha
modificación, existen aspectos culturales y de tradición, que han impedido su
ejecución.
De cuando en vez aparecen voces partidarias de que los
militares en ejercicio puedan ejercer el derecho al voto y otros que no. En un
país como Colombia, en medio de caudillismos crecientes, lo mejor es que no.
Ante la inseguridad creciente en las ciudades y el campo,
la idea de restringir la entrega de salvoconductos va y viene. Argumentos
existen para las dos posturas. Países hay que sirven de ejemplo para las dos
opciones. Amanecerá y veremos.
Ni que hablar de temas complejos como el aborto, la
eutanasia y la pena de muerte.
De igual manera las discusiones bizantinas ante la
innegable igualdad de derechos de las mujeres.
Eventualmente se discute sobre la pertinencia o no de
figuras como las concesiones, que en otros países han dado buenos resultados,
pero que acá en medio de la corruptela, han servido en algunos casos como
vehículo de malos manejos.
Como decía Marañas, “en este país nunca pasa nada y
cuando pasa, ya pasó”.
Nota: tan estúpida como la decisión de la Secretaría del
Medio Ambiente de Bogotá de incautar hace algunos años unos peces ornamentales
de Atlantis Plaza en Bogotá, por el temor de que murieran, y una vez
decomisados murieron en extrañas condiciones, pasa hoy lo mismo por parte de la
también estúpida decisión del Departamento Administrativo de Gestión del Medio
Ambiente – DAGMA - de trasladar un león
que estaba bien cuidado en Cali para un zoocriadero en el Departamento de
Córdoba, para llevarlo casi hasta su muerte. Sería importante un castigo ejemplar
para los estúpidos que tomaron estas estúpidas decisiones.