sábado, 14 de marzo de 2020

La cuarentena


Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout Jaramillo
La única forma de hacerle frente a la transmisión exponencial del coronavirus es la cuarentena o aislamiento de las personas enfermas y de las que hayan tenido algún contacto físico o espacial con ellas y tengan algún grado de riesgo de contagio.

Estar aislado, individual o colectivamente, en un lugar, pequeño, grande, en una casa, un barco, un avión, un barrio, una ciudad, un país, debe generar una sensación muy rara, tu vida, tus costumbres, tus horarios, tus actividades, tu forma de relacionarte con los demás, cambian y tenemos que estar preparados para esos cambios, porque no sabemos en qué momento nos llegue el turno de la cuarentena.

Inclusive lo mejor que podemos hacer para evitar la cuarentena obligada, es pasar el mayor tiempo posible, en cuarentena voluntaria.

La cuarentena voluntaria implica aislarse en su lugar de habitación o de trabajo, o de estudio, reunión, medio de transporte, o en cualquier sitio que implique compartir con otras personas, manteniendo la distancia, usando tapabocas, lavándose las manos con frecuencia, limpiando superficies de uso común, tomando agua, ojalá con limón, haciendo gárgaras con aguas sal, haciendo ejercicio físico y espiritual, aprovechando la soledad que esto implica, para entrar en contacto directo con nuestro Señor Jesucristo y revisar nuestras vidas.

Tener mucho cuidado con el Netflix, los juegos, los malos pensamientos, el sexo, las lecturas, el licor, la droga, el cigarrillo, etcétera, para que no sean estas actividades las que terminen copando la mayoría de tu tiempo en cuarentena.

En la cuarentena es cuando vamos a reaprender a manejar nuestro tiempo, es cuando vamos a regresar a darle valor a lo sencillo, a lo elemental, a lo importante para nuestras vidas.

Vamos a volver a estar en familia, vamos a valorar la salud, nos vamos a acercar a Dios, vamos a cuidar los recursos, vamos a economizar comida, ropa, agua (la reutilizaremos), vamos a aprender a reciclar las basuras, vamos a aprovechar para ordenar y asear nuestra casa, nuestros lugares de trabajo, en fin, el tiempo de la cuarentena, nos va a preparar para el cambio.

Es que el mundo, después de todo lo que está sucediendo, va a cambiar, yo no sé cómo, pero va a cambiar.

Pienso que los países, entrarán en una especie de aislamiento, cerrando fronteras, poniendo cercos sanitarios, económicos y sociales, volviéndose autosuficientes y auto sostenibles, produciendo sus propios bienes y servicios, elementales para satisfacer las necesidades de sus habitantes.

Pienso que la globalización tendrá que ser repensada, en los términos de redefinir el bienestar, el interés general, la felicidad, la importancia del dinero en abundancia para unos pocos, la relación actividades lucrativas vs. trabajos generados y beneficios colectivos, económicos, sociales y ambientales; voy a tratar de poner un ejemplo: estamos convencidos, de que el transporte eléctrico es la salvación; resulta y sucede que el almacenamiento de la energía, combustible para este transporte, es hoy, en baterías de litio y el litio es un mineral, cuya explotación, su transformación en baterías y su disposición final, tiene costos ambientales muy altos, que apenas se están valorando.

Los pueblos aledaños a las explotaciones de litio en Argentina son todos los días más pobres, con menos oportunidades y con menos gente, las fábricas de baterías de litio en China, Corea del Sur y Estados Unidos, son todos los días más grandes, utilizan más litio y producen más baterías para el mundo, baterías que cuando cumplen su vida útil se tienen que botar, generando contaminación peligrosa, porque en el mundo, solo hay una planta recicladora de baterías de litio en Alemania. O sea, descontamino aquí, para contaminar allí. Mucha riqueza económica aquí, para mucha pobreza económica allí. Muchos puestos de trabajo aquí, para mucho desempleo allí.

Esperemos que la ola del coronavirus que está llegando a nuestros territorios y que ya pasó por China y está en todo su furor en Europa, cause el menor daño posible; esperemos que los cercos sanitarios, ayuden a construir cercos ambientales, cercos económicos, cercos sociales, que permitan mejorar las condiciones de vida en forma equilibrada.

Es indudable qué hay materias primas como el petróleo, que no se producen en todas partes pero si es requerido por todos, situación aprovechada por los tres mayores productores: Rusia, Arabia Saudita y Estados Unidos, enfrascados en una guerra de precios, donde Arabia que tiene los menores costos de producción y las mayores reservas, se cansó de ser el que más producción siempre sacrifica, porque seguro ambiciona más riqueza, hoy tienen en ascuas a todas las economías del mundo; capitalistas, socialistas, ricas, emergentes y pobres, incluidos ellos mismos, que también están afectados por la pandemia y la polución.

Este mundo tiene que cambiar, para no desaparecer, nosotros todos tenemos que cambiar, para no desaparecer y dejarles a los vivos, que también van a morir, un mundo mejor.