Por Andrés de
Bedout Jaramillo*
La única forma de hacerle frente a la
transmisión exponencial del coronavirus es la cuarentena o aislamiento de las
personas enfermas y de las que hayan tenido algún contacto físico o espacial
con ellas y tengan algún grado de riesgo de contagio.
Estar aislado, individual o
colectivamente, en un lugar, pequeño, grande, en una casa, un barco, un avión,
un barrio, una ciudad, un país, debe generar una sensación muy rara, tu vida,
tus costumbres, tus horarios, tus actividades, tu forma de relacionarte con los
demás, cambian y tenemos que estar preparados para esos cambios, porque no
sabemos en qué momento nos llegue el turno de la cuarentena.
Inclusive lo mejor que podemos hacer
para evitar la cuarentena obligada, es pasar el mayor tiempo posible, en cuarentena
voluntaria.
La cuarentena voluntaria implica
aislarse en su lugar de habitación o de trabajo, o de estudio, reunión, medio
de transporte, o en cualquier sitio que implique compartir con otras personas,
manteniendo la distancia, usando tapabocas, lavándose las manos con frecuencia,
limpiando superficies de uso común, tomando agua, ojalá con limón, haciendo
gárgaras con aguas sal, haciendo ejercicio físico y espiritual, aprovechando la
soledad que esto implica, para entrar en contacto directo con nuestro Señor
Jesucristo y revisar nuestras vidas.
Tener mucho cuidado con el Netflix,
los juegos, los malos pensamientos, el sexo, las lecturas, el licor, la droga,
el cigarrillo, etcétera, para que no sean estas actividades las que terminen
copando la mayoría de tu tiempo en cuarentena.
En la cuarentena es cuando vamos a
reaprender a manejar nuestro tiempo, es cuando vamos a regresar a darle valor a
lo sencillo, a lo elemental, a lo importante para nuestras vidas.
Vamos a volver a estar en familia,
vamos a valorar la salud, nos vamos a acercar a Dios, vamos a cuidar los
recursos, vamos a economizar comida, ropa, agua (la reutilizaremos), vamos a
aprender a reciclar las basuras, vamos a aprovechar para ordenar y asear
nuestra casa, nuestros lugares de trabajo, en fin, el tiempo de la cuarentena,
nos va a preparar para el cambio.
Es que el mundo, después de todo lo
que está sucediendo, va a cambiar, yo no sé cómo, pero va a cambiar.
Pienso que los países, entrarán en
una especie de aislamiento, cerrando fronteras, poniendo cercos sanitarios,
económicos y sociales, volviéndose autosuficientes y auto sostenibles,
produciendo sus propios bienes y servicios, elementales para satisfacer las
necesidades de sus habitantes.
Pienso que la globalización tendrá
que ser repensada, en los términos de redefinir el bienestar, el interés
general, la felicidad, la importancia del dinero en abundancia para unos pocos,
la relación actividades lucrativas vs. trabajos generados y beneficios
colectivos, económicos, sociales y ambientales; voy a tratar de poner un
ejemplo: estamos convencidos, de que el transporte eléctrico es la salvación;
resulta y sucede que el almacenamiento de la energía, combustible para este
transporte, es hoy, en baterías de litio y el litio es un mineral, cuya explotación,
su transformación en baterías y su disposición final, tiene costos ambientales
muy altos, que apenas se están valorando.
Los pueblos aledaños a las
explotaciones de litio en Argentina son todos los días más pobres, con menos
oportunidades y con menos gente, las fábricas de baterías de litio en China,
Corea del Sur y Estados Unidos, son todos los días más grandes, utilizan más
litio y producen más baterías para el mundo, baterías que cuando cumplen su
vida útil se tienen que botar, generando contaminación peligrosa, porque en el
mundo, solo hay una planta recicladora de baterías de litio en Alemania. O sea,
descontamino aquí, para contaminar allí. Mucha riqueza económica aquí, para
mucha pobreza económica allí. Muchos puestos de trabajo aquí, para mucho
desempleo allí.
Esperemos que la ola del coronavirus
que está llegando a nuestros territorios y que ya pasó por China y está en todo
su furor en Europa, cause el menor daño posible; esperemos que los cercos
sanitarios, ayuden a construir cercos ambientales, cercos económicos, cercos
sociales, que permitan mejorar las condiciones de vida en forma equilibrada.
Es indudable qué hay materias primas
como el petróleo, que no se producen en todas partes pero si es requerido por
todos, situación aprovechada por los tres mayores productores: Rusia, Arabia
Saudita y Estados Unidos, enfrascados en una guerra de precios, donde Arabia
que tiene los menores costos de producción y las mayores reservas, se cansó de
ser el que más producción siempre sacrifica, porque seguro ambiciona más
riqueza, hoy tienen en ascuas a todas las economías del mundo; capitalistas,
socialistas, ricas, emergentes y pobres, incluidos ellos mismos, que también
están afectados por la pandemia y la polución.
Este mundo tiene que cambiar, para no
desaparecer, nosotros todos tenemos que cambiar, para no desaparecer y dejarles
a los vivos, que también van a morir, un mundo mejor.