Por Pedro
Juan González Carvajal*
Escribo esta
columna en medio de nuestra “Cuarentena por la vida”, iniciativa del gobierno
departamental para que aprovechemos el puente del 19 de marzo, día de San José,
y nos quedemos en casa viernes en la noche, sábado, domingo, lunes y martes
hasta el amanecer, con el fin de evitar y prevenir la exposición al contagio o
a contagiar. Esta medida se ha de articular con la cuarentena nacional
implementada por el Gobierno Nacional y que debemos acoger con beneplácito.
Debemos
respaldar todo tipo de medidas que nos permitan impedir o al menos mitigar la
propagación del virus que está ocasionando esta emergencia.
Por otro lado, y
ante la contundente evidencia, es bueno que las autoridades locales no vuelvan
a esgrimir la imposición del pico y placa como una medida para enfrentar la
emergencia ambiental, pues ha quedado ampliamente demostrado en esta emergencia
por el coronavirus, que no es el parque automotor el que más contamina. Claro
que sí aporta a la contaminación, pero no es el factor preponderante. Cuando se
quiera argumentar a favor del pico y placa, ojalá lo empleen como estrategia
para mermar la avalancha de carros en circulación y mejorar en algo la
movilidad, pero no para mezclarlo con la problemática y los temas ambientales.
De no hacerlo, sería una postura imbécil e irresponsable.
No podemos
olvidar, sin embargo, que las estadísticas nos muestran que, por cada carro
nuevo, existen 20 carros viejos, lo cual es un exabrupto y que en muchos países
ya han prohibido las motocicletas de 2 tiempos.
Está a prueba la
templanza de la humanidad y la calidad de gobiernos que se tienen.
Para quienes
somos mayores, no se nos había presentado una situación como esta, que fuera
capaz de desnudar ampliamente la fragilidad de nuestra existencia. No por
hablar de “un simple virus”, estamos descalificando su real capacidad de
afectación a la especie humana, a la cual tiene hoy en jaque.
Alguien hablaba
con ligereza en estas semanas de que a los ingenieros de sistemas se les podría
pagar por unas pocas horas al día para que hicieran su trabajo. ¡Que supina
estupidez! ¿Cómo estaría enfrentando el planeta entero esta situación si no
fuera por las plataformas tecnológicas que soportan el teletrabajo, la tele
educación, la virtualidad, los pagos remotos, las consultas médicas remotas,
los call centers, entre otro sin fin de aplicaciones soportadas en el mundo
computacional?
Cada época trae
su afán y la humanidad, a través del tiempo, ha sobrevivido a experiencias
exigentes sin computadores, pero el día de hoy, así lo exige.
Lo que es claro
es que la tecnología sin cultura ciudadana también colapsa. Así como no debemos
comprar cosas en exceso, de manera especulativa, pues estaríamos quitándoles oportunidades
a los otros, tampoco podemos saturar los medios de comunicación, los anchos de
banda, pues esto podría ocasionar un colapso de enormes implicaciones.
Está a prueba
nuestra verdadera educación individual y colectiva, nuestra unidad como grupo
social y nuestro comportamiento como verdaderos ciudadanos. El examen final es
hoy, no es mañana, pues ese mañana es incierto.
Están a prueba
todas las instituciones que en teoría se instituyeron para aglutinar esfuerzos,
generar redes de colaboración, aprovechar mejores prácticas, compartir
repositorios de contenidos, sacarles provecho a las economías de escala,
sugerir las herramientas apropiadas para sacar adelante acciones, actividades y
tareas que deben hacerse de otra manera o de manera alternativa y de preparar los
planes B, C y D, que sean necesarios.
Cuando superemos
la contingencia, las Instituciones que no aportaron en la realidad, las que no
mostraron liderazgo, conocimiento y previsión, pues deben ser suprimidas y refundadas
si es del caso.
Además, debemos
ser conscientes de la gran problemática económica que se nos ha de venir
encima.
Rescatemos, en
medio de la desazón, el programa “Antioquia asombrosa”, presentado por
Teleantioquia y donde se muestran importantes y remotos lugares turísticos de
nuestro rico y variado departamento.
¡Buena suerte!