lunes, 3 de febrero de 2020

Un nuevo fiscal


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Para Colombia, es importante la figura del fiscal general de la nación, porque sin duda alguna la labor que realiza es vital para que la justicia opere en debida forma, justa y pronta. Su principal función es investigar y acusar a los presuntos responsables de haber cometido un delito a partir del sistema penal oral acusatorio implementado con la ley 906 de 2004.

Han pasado por allí como fiscales generales, figuras importantes de la vida pública colombiana, abogados prestantes, de reconocida gestión privada, pero que han tenido tropiezos y falta de credibilidad en su gestión precisamente por esa doble función de defender intereses privados en su momento y luego investigarlos como fiscal, lo que ha llevado a que en varias ocasiones se declaren impedidos en un caso particular.

El fiscal general, Francisco Barbosa, designado a finales de la semana pasada por la Corte Suprema de Justicia, de una terna que fue presentada por el señor presidente de la República, muestra ser un hombre independiente y de armas tomar al afirmar que “las decisiones en esta Fiscalía las tomaré yo, nadie más”, lo cual muestra carácter desde el inicio.

Este hombre, que asume esa responsabilidad, debe entender que está en juego la estabilidad del país, que una fiscalía que no actúe, no decida y no acuse rápidamente pone en jaque su credibilidad ante la ciudadanía.

No puede olvidar que, si bien tiene temas de urgencia que se presentan en el día a día, existen otros muy importantes procesos que tienen que ver con la corrupción, que genera grave detrimento patrimonial público y privado, la cual se da cuando los funcionarios públicos realizan acuerdos a cambio de resultados, al otorgar contratos, suspender procesos, etcétera, lo que origina sin duda alguna desestabilización institucional. Así van pasando los años y los procesos se quedan en los anaqueles de los despachos y no pasa nada. Entre ellos enumero algunos para que los lectores recuerden: Reficar, Odebrecht, desvió de recursos de la Universidad Distrital de Bogotá, tramado de corrupción en la Cuarta Brigada del ejército, en la Dian, captura de fiscal de la JEP, corrupción en Envigado y Barbosa, escandalo de las chuzadas, en el Fonade, delitos electorales, proceso contra Carlos Matos (Hyundai), alimentos escolares, la Triple A, Cartel del Sida, desfalco a Ecopetrol, Cartel de la Toga, escandalo en Colpensiones, y así, si continuamos llegamos a la conclusión que faltan por enumerar otros cien (100) casos que no han tenido final feliz, que están las investigaciones en curso, que ya no hay detenidos y que el dinero se perdió.

Eso es lo que el doctor Barbosa, nuevo fiscal, debe cambiar, que los procesos se terminen, lleguen a fallo, se genere confianza y así los bandidos ya sean congresistas, alcaldes, gobernadores o sus segundos y los privados se abstengan de proponer triquiñuelas para obtener pingües ganancias que afectan al país y a los ciudadanos que están ávidos de obtener una mejor calidad de vida.

Son varios los fiscales hombres y mujeres que han ocupado esta posición que al final del periodo no han logrado generar esa confianza entre ellos y la ciudadanía, no logran hilvanar ese hilo conductor que genere resultados y que los ciudadanos queden satisfechos; se la han pasado en titulares de prensa, detenciones, y poco resultado al final.

No califico a ninguno, ni hablo de ellos en forma personal porque al final del cuento el ser humano pasa y las instituciones quedan, y lo que hoy vemos de la fiscalía es que es un ente paquidérmico, que se debe trasformar y esperamos que el nuevo fiscal logre el cometido, Por ello, le deseo la mejor de las suertes porque si a él le va bien, a Colombia le va mejor.