Ojo con el sector productivo
Por Andrés de Bedout
Jaramillo*

Este proceso trae un desánimo que está
siendo alimentado por un hostigamiento que las entidades públicas de los
gobiernos locales, regionales y nacionales vienen ejerciendo sobre los sectores
formales de la economía nacional, quienes están ahogando a las Pymes.
La tortura que las autoridades
ambientales, de salud, de impuestos municipales y nacionales, del trabajo, de
industria y comercio, etcétera, aunque los gobernantes no lo quieran ver así, están
destruyendo empleos a gran velocidad, destruyendo iniciativas, destruyendo
confianza y lo peor, encontrando en el Estado, el peor de los enemigos, cuando
debería ser el socio ayudador, orientador, colaborador, pero, como socio
natural de todas las empresas del sector formal, es el que siempre se lleva la
mejor parte de los producidos sin poner un solo peso.
El cúmulo de obligaciones que le han
montado a los empresarios formales, están haciendo que gran parte de su tiempo
y sus recursos, se tengan que destinar a atender los requerimientos estatales,
ejercidos en su mayoría por contratistas que, para asegurar su continuidad,
actúan como inquisidores, aprovechando la circunstancia de la
autosostenibilidad de ese sinnúmero de entidades burocráticas que desde el
congreso se han venido creando.
Los empresarios formales están dedicando
más tiempo y recursos en la atención al Estado inquisidor, que en el desarrollo
del objeto social de sus compañías.
Desafortunadamente la ley de crecimiento
económico o reforma tributaria salió con pañitos de agua tibia, llena de vacíos
e imprecisiones, que ya los tributaristas están detectando y que la DIAN y demás
autoridades tendrán que tratar de aclarar o enredar más, en su aplicación.
Esta ley protege la creación de nuevas
empresas, pero le faltó mucho en medidas para la supervivencia de viejas
empresas.
El grado de desconexión entre los
sectores público y privado es preocupante, solo los muy grandes que pueden
mantener grupos de lobistas, gestionando en el Estado, se benefician de este.
Para las Pymes es físicamente imposible
tener la cantidad de especialistas que las leyes están exigiendo en las
diferentes materias. Se necesita una orden del presidente, de los gobernadores,
de los alcaldes a todos sus subalternos, para que se pongan en sintonía y
ayuden al sector formal, que lo orienten en el cumplimiento de esa cantidad de
requisitos establecidos por leyes, decretos, resoluciones, acuerdos,
ordenanzas, directrices, conceptos, etcétera que día y noche expiden, para
poder multar, torturar y frenar al sector formal de la economía.
Está bien que, de cuenta del sector
formal, estén tratando de formalizar a los informales, pero está muy mal que
estén abusando, torturando, exprimiendo y ahogando a los formales, sin darse
cuenta de la brutalidad que están cometiendo.
Está bien que nos vigilen y nos
controlen a todos, formales e informales, pero a los formales se les mide con
una vara muy diferente y más cuando el fin buscado es el de formalizar toda la
economía.
El sector informal que contribuye con el
50% de los empleos en Colombia, está creciendo, es una manifestación de
rebeldía a la actitud dilapidadora del Estado y sus funcionarios, a quienes los
recursos que por todos los medios le quitan al sector productivo formal, no les
alcanzan.
Las autoridades de vigilancia y control,
establecidas para vigilar y controlar al sector formal de la economía, están
desmedidas en su actuar ahogando aún más al sector productivo formal. Sus
nóminas paralelas de contratistas montan procesos que les garantice su
supervivencia, cobrando multas impagables que desaniman y atrasan el desarrollo
del sector formal de la economía.
Mejor dicho, el Estado en todas sus
manifestaciones (nacional, departamental y municipal) a través de sus tres
ramas (legislativo, ejecutivo y judicial) se ha convertido en el principal
enemigo del sector formal de la economía.
Qué contrasentido, los pájaros tirándoles
a las escopetas.
Señor, ilumina a nuestros gobernantes
para que se conecten con la realidad y protejan al sector formal de la economía
colombiana.