sábado, 1 de febrero de 2020

Ojo con el sector productivo


Ojo con el sector productivo

Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout JaramilloLas empresas grandes, medianas y pequeñas, productoras de bienes y servicios, las de los sectores del agro, la industria y del comercio, están en un proceso de desaceleración.

Este proceso trae un desánimo que está siendo alimentado por un hostigamiento que las entidades públicas de los gobiernos locales, regionales y nacionales vienen ejerciendo sobre los sectores formales de la economía nacional, quienes están ahogando a las Pymes.

La tortura que las autoridades ambientales, de salud, de impuestos municipales y nacionales, del trabajo, de industria y comercio, etcétera, aunque los gobernantes no lo quieran ver así, están destruyendo empleos a gran velocidad, destruyendo iniciativas, destruyendo confianza y lo peor, encontrando en el Estado, el peor de los enemigos, cuando debería ser el socio ayudador, orientador, colaborador, pero, como socio natural de todas las empresas del sector formal, es el que siempre se lleva la mejor parte de los producidos sin poner un solo peso.

El cúmulo de obligaciones que le han montado a los empresarios formales, están haciendo que gran parte de su tiempo y sus recursos, se tengan que destinar a atender los requerimientos estatales, ejercidos en su mayoría por contratistas que, para asegurar su continuidad, actúan como inquisidores, aprovechando la circunstancia de la autosostenibilidad de ese sinnúmero de entidades burocráticas que desde el congreso se han venido creando.

Los empresarios formales están dedicando más tiempo y recursos en la atención al Estado inquisidor, que en el desarrollo del objeto social de sus compañías.

Desafortunadamente la ley de crecimiento económico o reforma tributaria salió con pañitos de agua tibia, llena de vacíos e imprecisiones, que ya los tributaristas están detectando y que la DIAN y demás autoridades tendrán que tratar de aclarar o enredar más, en su aplicación.

Esta ley protege la creación de nuevas empresas, pero le faltó mucho en medidas para la supervivencia de viejas empresas.

El grado de desconexión entre los sectores público y privado es preocupante, solo los muy grandes que pueden mantener grupos de lobistas, gestionando en el Estado, se benefician de este.

Para las Pymes es físicamente imposible tener la cantidad de especialistas que las leyes están exigiendo en las diferentes materias. Se necesita una orden del presidente, de los gobernadores, de los alcaldes a todos sus subalternos, para que se pongan en sintonía y ayuden al sector formal, que lo orienten en el cumplimiento de esa cantidad de requisitos establecidos por leyes, decretos, resoluciones, acuerdos, ordenanzas, directrices, conceptos, etcétera que día y noche expiden, para poder multar, torturar y frenar al sector formal de la economía.

Está bien que, de cuenta del sector formal, estén tratando de formalizar a los informales, pero está muy mal que estén abusando, torturando, exprimiendo y ahogando a los formales, sin darse cuenta de la brutalidad que están cometiendo.

Está bien que nos vigilen y nos controlen a todos, formales e informales, pero a los formales se les mide con una vara muy diferente y más cuando el fin buscado es el de formalizar toda la economía.

El sector informal que contribuye con el 50% de los empleos en Colombia, está creciendo, es una manifestación de rebeldía a la actitud dilapidadora del Estado y sus funcionarios, a quienes los recursos que por todos los medios le quitan al sector productivo formal, no les alcanzan.

Las autoridades de vigilancia y control, establecidas para vigilar y controlar al sector formal de la economía, están desmedidas en su actuar ahogando aún más al sector productivo formal. Sus nóminas paralelas de contratistas montan procesos que les garantice su supervivencia, cobrando multas impagables que desaniman y atrasan el desarrollo del sector formal de la economía.

Mejor dicho, el Estado en todas sus manifestaciones (nacional, departamental y municipal) a través de sus tres ramas (legislativo, ejecutivo y judicial) se ha convertido en el principal enemigo del sector formal de la economía.

Qué contrasentido, los pájaros tirándoles a las escopetas.

Señor, ilumina a nuestros gobernantes para que se conecten con la realidad y protejan al sector formal de la economía colombiana.