Por Antonio Montoya
H.*
Realmente es
increíble, pero, todo, todo lo que dicen los funcionarios del gobierno, los
empresarios, los ciudadanos del común se convierte en problema, en críticas,
interpretaciones y obviamente en debate que dura toda la semana o hasta que
surja algún tema espinoso en la opinión pública a través de los noticieros o
los periodistas.
Conocimos del
resultado horrible de la entrevista de la periodista de Semana, con el jefe de
prensa del palacio, y luego, cuando se bajaron un poco los ánimos se lanzan en
ristre contra la señora vicepresidenta de Colombia por decir que para las
mujeres existen otras carreras profesionales diferentes a la psicología y
sociología, que generan posiblemente más ingresos. Se abrió la discusión sin
analizar el contexto de las palabras y lo que había en el fondo de lo
expresado.
Considero que, si le
damos una mirada tranquila a sus palabras, está diciendo: mujeres de Colombia,
ustedes son capaces, inteligentes, y pueden aportar más aun a nuestro país
estudiando fuera de esas carreras otras como ingenierías, que son valiosas,
requeridas y pueden obtener más ingreso.
Nosotros los
abogados, cada rato escuchamos que existen demasiados abogados, que se deben
limitar tantas facultades de derecho, que no salgan promociones por lo menos en
un determinado periodo, y esas palabras no son ofensivas, ni se pueden tomar
como el inicio de una guerra contra esa profesión. Debemos analizar el
contexto, mirar si en algunas partes del país se requieren tantas facultades y
eso no es malo, es el resultado de una realidad e inquietud de buena fe.
No debemos olvidar
que hoy la educación técnica y tecnológica es muy importante, requerimos de
personas con conocimientos y habilidades en distintos artes que contribuyan a
desarrollar las ciudades pequeñas, los municipios de nuestra tierra, que son 1.204
y que la mayoría de ellos desciende en su número de habitantes. Allí, en esos
lugares, debemos tener profesiones que tengan un verdadero beneficio para esas
regiones, es decir educar con pertinencia.
Nadie está en
capacidad de descalificar profesiones, carreras profesionales o especializaciones,
maestrías o doctorados, cada cual estudia lo que le nace. Ya pasaron aquellas
épocas en las que los padres decidían a dedo qué estudiaba cada hijo, quién sería
cura y quién monja, estamos en la época del libre discernimiento, pero ello no conlleva
a que se impida dar opiniones, que buscan es hacer pensar y abrir horizontes.
Invito a que bajemos
los ánimos, las discusiones sin sentido que generan rechazo, y se pierde el
norte de lo que se quiere realmente decir porque se centra el debate en la forma
y no en el fondo.