lunes, 16 de diciembre de 2019

Fijación del salario mínimo en Colombia


Por Antonio Montoya H.*

Tal ves uno de los temas que más atrae la atención de los ciudadanos a finales de cada año es el de la fijación del salario mínimo para el periodo siguiente, en este caso para el 2020. Desde finales del mes de noviembre el gobierno cita a trabajadores, empresarios y al Estado (Ministerio del Trabajo, Hacienda y otros) para estudiar lo sucedido en aspectos económicos y de productividad en el trascurso del año. También es objeto de conversaciones el costo de vida, cómo terminará el año e indudablemente los índices de crecimiento o de disminución del empleo general y por regiones.

Este año tiene un ingrediente adicional, la mesa de concertación laboral por causa del paro convocado por varios sectores de la sociedad, que al día de hoy no ha tenido fin y da la impresión de que se mantendrá, aunque su efecto por la Navidad y el Año Nuevo, las vacaciones y otros factores tiende a ir diluyéndose con el trascurrir de los días, no obstante, sus dirigentes permanecen en su objetivo y mantienen la unidad.

Las centrales obreras están en una y otra posición, se reúnen con el gobierno y mantienen el paro, situación rara, ni con Dios, ni con el diablo, pero afectan al ciudadano del común que tiene que trasladarse diariamente a pie por varias horas para llegar al trabajo y luego regresar, con el único fin de mantener el ingreso y colaborar o mantener al sustento familiar. Deberían preocuparse de los millones de personas que no entienden la razón de permanecer en un paro que conlleva perdidas a la comunidad, a los comerciantes, empresarios y a ellos mismos, lo cual incrementa el costo de vida, perturba la tranquilidad y socava el ambiente.

Siendo coherentes deberían presentar fórmulas que permitan crear puestos de trabajo, incentivar el empresarismo, mirar al campo, analizar las regiones, promover salarios diferenciales en algunos sectores del país, estudiar la productividad, las causas del desempleo etcétera, análisis necesarios para crear ambientes de trabajo y de solidaridad social, porque avivar el conflicto solo conlleva a la crisis y ahí no habrá salario mínimo que valga, solo tendremos miseria, violencia y desolación.

¿Me pregunto siempre por qué concertar es tan difícil? La democracia, el Estado mismo y los sectores sociales deberíamos tener un solo objetivo común y es el de la búsqueda de mejores condiciones de vida del pueblo colombiano, en salud, vivienda, educación, empleo, recreación y seguridad ciudadana. Allí y solo allí están las soluciones a la crisis, por ende, debemos buscar alternativas a cada una de ellas, concentrarnos en las posibilidades de acción, actuar con presteza, sin desmayo y apoyándonos unos a otros, porque una sola golondrina no hace verano.

Un aspecto adicional que se debe pensar seriamente y que lo vengo planteando hace varios años y que aún no lo consideran, por lo que debo insistir en ello, es que los temas laborales no se pueden seguir mirando desde la óptica tradicional. El mundo cambia, por qué, entonces, no podemos ver la formalización laboral desde otro punto de vista más agresivo e incluyente. Por ello considero que una manera de generar empleo es que mediante una ley se permita que los nuevos contratos laborales que se fijen desde una fecha determinada al momento de terminarlos sin justa causa no tengan el pago de la indemnización, y con ello, se vinculará a muchos trabajadores, tendrán más opciones de tener un trabajo digno y que los que están vinculados al momento de la creación de la ley, continúen con su beneficio, es decir no perderán el derecho a la indemnización y no se convertiría en una desprotección.

No me da miedo asegurarlo, tendremos con ese simple cambio, miles de personas en edad de trabajar con opciones de vinculación a una empresa que hoy no la tienen, por cuanto al empresario le da miedo que eventualmente su negocio baje sus ingresos y no pueda terminar los contratos por lo costoso que se vuelve indemnizar, y por ende se ve abocado a un problema jurídico.

Debemos todos pensar en alternativas que benefician a 22 millones de personas y no esperar a que nos recojan por ser poco proactivos. Las formas de trabajar deben ser flexibles, pero nunca podemos dejar de proteger al hombre que es el que le da vida a la economía.