martes, 17 de diciembre de 2019

El grito de Greta


Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout Jaramillo
Cuando las generaciones más jóvenes advierten y reclaman sus derechos, debemos escucharlos y responderles con hechos.

El cambio climático o calentamiento global no llegaron solos, fuimos, somos y seguiríamos siendo los hombres y mujeres sus causantes, independientemente de su edad, raza, religión, condición política o económica y actividad o inactividad que desarrolle.

Traduciendo a Greta, mientras que los líderes mundiales y grandes empresarios, presos de la codicia, mientras lo más importante siga siendo el dinero en las actividades y proyectos que estamos y pretendemos desarrollar, mientras los cierres financieros, económicos, sean más importantes que los cierres ecológicos, estaremos comprometiendo riesgosamente el futuro del mundo.

Las medidas de protección al ecosistema, como implican altos costos económicos, hacen que los proyectos se lleven adelante sin tener que incurrir en esos costos, que miopía la nuestra.

Los daños que le causamos a la naturaleza, generan desórdenes, que acaban con vidas humanas, animales y plantas, y destruyen riqueza construida con miles de años de esfuerzo y recursos, muchos de ellos no renovables. No olvidemos los efectos de prolongados y violentos inviernos, acompañados de crecientes y de derrumbes destructores. No olvidemos los efectos de prolongados y violentos veranos, acompañados de incendios y sequías donde el líquido más preciado, el agua, escasea atentado contra todo tipo de vida, la humana, animal y vegetal.

Es muy factible que un proyecto no resista dentro de sus costos, la mitigación ambiental, porque en otras latitudes no se incurrirá en esos costos ambientales y los hará más competitivos en el mercado, mejor dicho, con uno solo que no cumpla con las mitigaciones a las afectaciones ambientales, el resultado será el de la competencia desigual en el mercado y sus precios de venta serán más bajos por no tener que incluir estos costos.

Los ejemplos son muchísimos: disposición de basuras, de aguas domésticas e industriales servidas, de residuos peligrosos (la lista es interminable), filtros en chimeneas, utilización de químicos e insecticidas, mejor dicho, no hay actividad humana que no contamine y afecte al medio ambiente y la disminución de sus efectos, cuesta dinero.

Se considera un buen gerente al que puede manejar buenos costos, para hacer un muy buen volumen de ventas, que produzca buenos márgenes de utilidad y muy buen flujo de caja, todos los presupuestos están orientados a la rentabilidad económica y muy poco se deja para las rentabilidades social y ambiental; esto ya debe empezar a cambiar en serio, de no hacerlo, seguiremos atentando contra la sostenibilidad y la supervivencia de la humanidad.

El grito de Greta a los líderes del mundo debe tenerse como la advertencia más importante de la época, a la que se le deben parar todas las bolas del caso, no podemos seguir postergando y autodestruyéndonos irresponsablemente, sin pensar en lo que nos espera o mejor, en lo que le espera a nuestros hijos y nietos.

Los grandes proyectos minero energéticos y de toda índole, se pueden desarrollar, generan empleos masivos, formales, dignos y muy buenos márgenes, que perfectamente permiten ser muy generosos y agradecidos con la madre naturaleza, que en última instancia ha permitido el desarrollo del emprendimiento empresarial, como para adelantar con toda la generosidad del caso todas las medidas de protección a los recursos naturales para evitar o por lo menos disminuir al máximo su afectación, reconociéndole a las comunidades locales con beneficios económicos y sociales, las molestias y afectaciones que el desarrollo de esas actividades les pueda estar o les esté causando, incluidas las afectaciones por las medidas de clausura y pos clausura, una vez agotadas las explotaciones correspondientes.

Quien creyera, es algo similar a lo que sucede con los rellenos sanitarios, sitios a los que van a parar los miles de toneladas de basuras que todos los días generamos, pagando por supuesto la tarifa de disposición final correspondiente, que tiene que garantizar la menor afectación posible al medio ambiente y a las comunidades aledañas, que permitan la restitución de los terrenos a las actividades productivas posibles, igual que con las minas, los pozos petroleros y de gas, las hidroeléctricas, los cultivos intensivos de plantas y ganados, etcétera.