Por Antonio Montoya H.
Qué horrores los que estamos viendo en estos
días caldeados de irascibilidad, de violencia, paros y malestar general. Afortunadamente,
con el pasar de los días, vemos como una parte de la ciudadanía, en algunas
ciudades y sectores, está tomando decisiones contrarias a las del paro, y la
única razón es que están cansados, perjudicados y aburridos económica,
emocional y socialmente, por ese actuar de unos pocos que buscan acabar y
desestabilizar al país.
Dentro de todas estas historias lamentables de
dolor, odio y malestar que se generan en el trascurrir del paro y de las
diversas marchas por todo el territorio nacional, surgen unos comportamientos
individuales, no colectivos, que sorprenden por el grado de violencia que expresan
los manifestantes y que pone en evidencia la ausencia de educación, respeto y
solidaridad por los ciudadanos colombianos.
Una youtuber llamada EPA Colombia, que
realmente no sé de dónde surge y por qué utiliza un término que nos pertenece a
los colombianos, que contaba con unos cuatrocientos mil seguidores y que a la
hora de la verdad no sabemos porque la seguían, seguramente y por hacerse la
importante, realizó un acto vandálico en la ciudad de Bogotá lamentable. No es
un cuento porque ella misma subió a las redes el video, en el que muestra con
saña, odio y maldad la rabia que profesa al presidente Duque y a los
colombianos. Dañó bienes públicos, pagados por los ciudadanos con esfuerzo y
que deben ser reparados por ella misma o por lo menos con su dinero.
Se escondió, lloro por las redes, mostro el
miedo y el arrepentimiento, aunque esto último no lo creo de verdad por una
razón que más adelante contaré.
Todos los colombianos, creo que, sin excepción,
excepto los promotores del paro y los vándalos, no creíamos lo que estábamos
viendo en el video: la misma señora envió por las redes insultos al señor presidente
de la República y utilizó un martillo contra bienes de uso común. Esperábamos
que la justicia obrara en consecuencia pronto y eficazmente, no obstante, y
contra toda evidencia, la juez no la privó de su libertad, no procedió el auto
de detención por razones tontas, sin asidero legal y salidas de todo
razonamiento jurídico. No consideró que fuera peligrosa y por ello no actuó
como se esperaba. En una segunda revisión del caso, otro juez sí encontró mérito
y la obligó a cerrar sus redes, a no tener contacto con los medios de
comunicación y a presentarse mensualmente ante la justicia.
La jueza, da pena decirlo, pero es un remedo de
la justicia. Por su falta de criterio y de argumentación jurídica contra toda
evidencia ‒la prueba reina es el video de la misma protagonista dañando los
bienes públicos‒ no la envía a la cárcel y la devuelve al hogar. Qué pena, qué
fallo tan absurdo… este y otros son los que desdicen de la justicia y hacen que
la ciudadanía pierda confianza y credibilidad.
Esta historia muestra claramente que hoy en
día, todo el sistema judicial está mal llevado, por caminos que no conducen a
la satisfacción plena de la ley, sino que está sometida al libre albedrío de
cada juez en su región o lugar de trabajo.
Si recordamos cuando hablamos de la justicia
siempre nos dicen que, frente a la comisión del delito, se debe avisar
prontamente y que se logra el objetivo de aplicar justicia rápida y eficazmente
si este es cogido con “las manos en la masa” y que allí habría la consecuencia
de aplicar justicia sin duda alguna.
Pues bien, la jueza no se dio el tiempo de analizar
la evidencia, los videos y demás pruebas que tenía en su poder, o simplemente
fue laxa, no estudió el expediente y no analizó la complejidad del
comportamiento de esta ciudadana
Ya está en su casa, riéndose de la justicia y
de sus argucias que le facilitaron su no estadía en la cárcel. Ese es un caso
malísimo para la ciudadanía, que ha surgido por todo este asunto del paro que
está afectando en grado sumo la convivencia pacífica de los colombianos.
Pero, en conclusión, las que quedaron mal
fueron la llamada youtuber EPA y la justicia. Qué dolor, qué lamentable
actuación la de esta juez de la Republica, que ante toda evidencia no la envía
a la cárcel común, y considera que no es peligrosa por una serie de argumentos
que producen solo risa. Así quién podrá ser condenado, si, como en este caso
teniendo la prueba evidente, el reconocimiento de los acontecimientos se sale
del cauce de la ley y haciendo caso omiso de las pruebas toma una decisión contraria
al ordenamiento jurídico. Se perdieron los valores, la consecuencia sobre los
actos realizados ya no existe por causa de la permisividad de los jueces que
perdieron el norte, no de la ley. Dios y la patria, nos protejan.