viernes, 8 de noviembre de 2019

Para ordenar la vida...


José Leonardo Rincón, S. J.*

José Leonardo Rincón Contreras
Me da entre risa y cierta rabiecita cuando los informadores de los medios dicen que los directivos del partido político equis se fueron a no sé dónde a retiros espirituales. ¿Qué entenderán ellos por retiros espirituales?, ¿alejarse de la ciudad para organizar sus cuadros y actos de campaña? Tal vez en ese sentido sean “retiro”, pero yo no creo que de “espirituales” tengan nada.

En contraste, les cuento que yo sí estuve de retiros esta semana, más exactamente Ejercicios Espirituales, que no duran tres días como aquellos, sino ocho días completos. Esta fue una experiencia que a partir de lo que él mismo vivió, fue concebida por Ignacio de Loyola en la primera mitad del siglo XVI y hoy día se sigue realizando en todo el mundo, logrando transformaciones personales y también sociales, realmente excepcionales.

Dice Ignacio que ha de entenderse esta experiencia análogamente a como se entienden los ejercicios físicos de caminar, trotar, mover las extremidades corporales, etc. En este caso se trata de reflexionar, meditar, orar, contemplar, pero ejercitando el espíritu, es decir, haciéndolo mover para sacarlo del lamentable estado de quietud y marasmo al que lo sometemos ordinariamente.

Cuenta, además, que su objetivo es, ni más ni menos que: ordenar la vida. Sólo eso. ¡No es poco! Nuestra vida anda agitada, atafagada, atosigada también de mil y un problemas. Nos hemos dejado atrapar por la inmediatez de un mundo que corre vertiginosamente, casi que locamente, donde en realidad no hay tiempo para vivir. Hay que cumplir horarios y metas, hay que mostrar resultados, no se puede parar porque la competencia puede tomarnos ventaja. Si hay que trabajar horas extras no importa. Si hay que sacrificar las vacaciones, qué pena con la familia, pero el negocio no da espera. Importan las cifras tangibles, las utilidades en los estados financieros, las curvas ascendentes.

Así las cosas, en tan monstruosa maquinaria de productividad, las personas son piezas de la misma y sirven en tanto sean útiles, en tanto muestren resultados. Que ¿están enfermas o sufriendo por alguna tragedia personal o familiar?: No importa. Que ¿están estresadas, neurotizadas y al borde de un sourmenage?: eso es problema de ellas. Entonces, en medio de ese caótico panorama, ¿alguien tendría tiempo para sí mismo? La verdad, no. Es un lujo imposible. Luego lograr sacar estos días para hacerlo, después de muchos años de no hacerlo, ha sido la mejor decisión que he tomado en mucho tiempo. Necesitaba darme este regalo.

La idea era volver a las fuentes, a aquello que dio origen a la Compañía de Jesús y que nos moldeó como jesuitas. También uno va desordenando su vida y era necesario hacer un PARE, un alto necesario para evaluar, para examinar cómo estamos. Así como los carros deben hacerse chequeos de mantenimiento cada cinco mil kilómetros y así como se nos recomiendan chequeos médicos periódicos para ver el estado de nuestra salud, era apenas necesario entonces entrar en el taller espiritual a ver cómo andamos de ánimo y de ánima para dejarse sorprender por la Gracia.  El diagnóstico indaga sobre la brújula: ¿está marcando claramente el norte y el sentido?, ¿la escala de valores cómo anda?, la libertad ante las cosas, ¿está en orden? ¿Vamos en la senda correcta de la felicidad?, Jesucristo ¿está en el centro como referente?, y la comunidad local y eclesial, ¿qué tal, funcionando bien? No son todas las preguntas, son esas y muchísimas más. No es examen para descalificar o premiar, es radiografía honesta para saber cómo andamos, qué debe ajustarse, qué debe ordenarse.

La idea es salir renovado. Es una experiencia de encuentro consigo mismo y con Dios. Y como todo encuentro, es transformador, es renovador. La idea es seguir creciendo como ser humano, hacerse fuerte para sortear tantos retos y dificultades, ganar en sabiduría que no solo en conocimientos y datos. Los beneficiarios finales de esta inmersión serán: uno mismo por supuesto, pero también quienes están alrededor nuestro. La idea es que este tipo de experiencias no sea un lujo de unos cuantos iniciados, sino un regalo que toda persona alguna vez se dé en su vida, pues la vida es única, irrepetible, irreversible. Solo se vive una vez y la cuestión es vivir la vida feliz y de la mejor manera, en un contexto donde se ha ido perdiendo la razón y el sentido de la propia existencia.