lunes, 28 de octubre de 2019

Hasta cuándo Catilina


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Frase pronunciada por Cicerón, que hace parte de los cuatro discursos pronunciados por este en Roma, en el año 63 a.c., después de ser descubierta una conspiración encabezada por Catilina, que buscaba dar un golpe de Estado y matar a Cicerón. Allí, en el seno del Senado Romano, pronunció, hace un poco más de dos mil años, la famosa frase “¿hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?

Esta sentencia tiene importante significado en la actualidad, por cuanto no es solo un personaje el que nos lleva a recordar esas palabras, sino la institucionalidad, la justicia y la misma democracia.

Los hechos recientes ocurridos en Medellín, en el que nuevamente ciudadanos tienen que abandonar corriendo sus hogares por causa de serios problemas técnicos en el edificio que habitan, que además de poner en riesgo la vida de ellos, afectan a toda una comunidad alrededor, por las consecuencias que conlleva convivir con un edificio que si se derrumba afecta bienes y personas a varias cuadras a la redonda.

Hasta cuándo los gobiernos nacionales y municipales permitirán que los constructores, los diseñadores, los geólogos, los calculistas burlen los derechos de los usuarios que invierten todo su ahorro, se endeudan con los bancos por el deseo de ser propietarios, de asegurar una vivienda que genera tranquilidad y seguridad para el futuro, y confiados en la honorabilidad de los constructores entregan su dinero, mucho o poco, para que la familia tenga arraigo y protección.

No es solo un edificio, son muchos; pasan de veinte los que se tienen que desalojar, o repotenciar y volverlos a habitar en unos casos. En otros colapsan y se pierden vidas, bienes y se genera un caos económico. Quien pone la cara obviamente es el Municipio en primera instancia, pero dónde están los constructores, las compañías aseguradoras, quién protege a los propietarios que quedan desplazados y arrimados en otras casas, o pagando arriendo en el mejor de los casos y pocas veces son resarcidos realmente en el perjuicio que se les acarrea.

No solo es salir huyendo de su hogar, los hijos tienen muchas veces que abandonar el colegio, se desperdiga la familia, los bancos cobran la cuota mensual, la tristeza inunda a las víctimas y nadie responde por su futuro.

No es justo, hasta cuándo los curadores pasarán incólumes en su responsabilidad por no exigir, velar y verificar el cumplimiento de normas. Son permisivos y así se ha demostrado en varios casos que son conocidos; cobran los derechos, pero no exigen cumplimiento de la norma y al final el que paga los platos rotos es el usuario que adquiere su vivienda de buena fe y sale esquilmado en sus derechos.

Este es un tema de trascendencia social importante, los gobernantes deben ser sigilosos y protectores del ciudadano, desde antes de que la edificación colapse, todas deben cumplir la norma, deben tener interventoría externa, no la propia, que es como si no existiera, y deben dar seguridad al ciudadano de que la ley se cumple con todo rigor.

Sin duda alguna la poca credibilidad en la ley hace que no se cumplan las normas, es un ciclo vicioso, se crean miles de leyes y ninguna se cumple, generando con ello total desconfianza en la justicia y los gobernantes, y por ende en el sistema que nos rige.

Seamos exigentes en que se nos den garantías suficientes de que la ley se cumple, y que los constructores entiendan que dejar que el azar los proteja no es lo correcto. Ellos deben ser vigilantes y responsables en el manejo de los dineros de las familias que se los confían, y si estos no cumplen y se presentan problemas en las obras, que paguen con cárcel efectiva, que los seguros respondan y que se proteja a la ciudadanía.