viernes, 13 de septiembre de 2019

Confusión y oscuridad

CONFUSIÓN Y OSCURIDAD

José Leonardo Rincón,S.J.

José Leonardo Rincón
Decía la reinita que Confucio fue el inventor de la confusión. Pobrecilla, estaba realmente confundida. Pero no solo era ella, ni los de su corte. En este Macondo más de uno por estos días anda patinando en los jabonosos ámbitos del fake-news que hace que no sepa a quien creerle. La estrategia es perfecta: divide y reinarás, divide y vencerás.

Es realmente asombrosa la capacidad que tienen algunos para lograr desorientarnos. Ponen a circular por las redes sociales alguno de sus cuentos y estos se reenvían multiplicados exponencialmente en cuestión de minutos. Todo el mundo se comió el cuento entero, facilito, facilito y nunca se preguntó si era cierto. Los escenarios políticos y económicos globales también cambian de un momento a otro gracias a un mensaje por Twitter o a una cadena por WhatsApp. No me refiero aquí a memes simpáticos y cargados de humor sino a esos que diciendo mentiras de lado y lado, incitan al odio, siembran cizaña y conducen a otros a peligrosas actuaciones.

Esto que actualmente ocurre es lo que yo llamo tiempos de confusión y oscuridad. Ya no se sabe a quién creerle. Todos dicen tener la verdad, pero todos dicen o han dicho mentiras.  En tiempos de conflictos y de guerras, se sabe por siempre, la primera víctima ha sido y sigue siendo, la verdad.

Así las cosas, estamos abocados a no tragar entero, a ser escépticos frente a esas “verdades” que aparecen de buenas a primeras, a permitirnos un resquicio a la duda, a pedir tiempo para pensar, a buscar la manera de discernir, a no dejar que se nos manipule tan fácilmente, a escuchar siempre las diferentes versiones, a construir nuestros propios conceptos y buscar sacar conclusiones más objetivas y menos calenturientas. Este es mi lacónico mensaje de esta semana. Si tenemos algo de fe, pidámosle al Espíritu divino que nos regale el don del discernimiento para que con la ciencia y la sabiduría nos dé entendimiento y mucha fortaleza para saber tomar las mejores decisiones y, sobre todo, no equivocarnos en nuestras actuaciones.

Como colofón final, recuerdo que a los pocos días del asesinato de Galán, hace 30 años, capturaron a los autores intelectuales. No eran ellos. Nos mintieron. Después supimos que los carteles de Medellín y Cali tenían que quitarse de encima al común enemigo y lo hicieron desde las más altas esferas del Estado disfrazando de mansas ovejas a los lobos feroces. Igual hicieron con muchos hace una década, engañándolos, camuflándolos de guerrilleros, asesinándolos vilmente para mostrarlos como bajas en combate, para ganarse ascensos y quedar bien con los jefes que pedían a gritos resultados efectivos. Nos mintieron. Eran los infelices falsos positivos. ¿Será que algo aprendemos de la historia?