José
Leonardo Rincón, S. J.*
Poco bombo, he visto este año, le han dado al tradicional día del amor y
la amistad y me pregunto si es porque las contiendas político-económicas nos
tienen entre absorbidos y distraídos y el palo no está para cucharas, o
sencillamente y como dice la canción porque “se nos rompió el amor de tanto
usarlo”. Dos valores tan importantes y serios como son el amor y la amistad,
juntos o separados, se han comercializado de tal manera que se banalizaron. No
puede ser.
Las mejores páginas sobre ambos asuntos no están ni en Cupido con sus
dardos ni en la cuenta de Facebook, sino en un texto inspirado de San Pablo que
le escribe en una primera carta a los Corintios (Cfr. 1 Cor 13, 1-13) y en el
libro del Eclesiástico (Cfr. Eclo 6, 5-17) ambos, como ven, en las Escrituras. Invito
a releerlos. Uno es bastante conocido. El otro menos, y por eso hoy le haré eco,
en consonancia con el título de mis reflexiones.
1. “Que sean muchos tus amigos, pero amigo íntimo uno entre mil”
(v. 6), como quien dice que el asunto no es de cantidad sino de calidad. Por
eso el título: amigos, lo que se dice amigos, pocos.
2. “Si lo consigues, ponlo a prueba, no confíes pronto en él”
(v.7) y la razón la da enseguida “porque algunos son amigos cuando les
conviene, pero no cuentas con ellos cuando los necesitas” (v.8). Como quien
dice, el verdadero amigo lo es en las buenas (muy fácil serlo) pero sobre todo
en las malas (ahí es cuando se sabe con quién cuenta uno). “Algunos son
amigos a la hora de comer, pero cuando te va mal no los encuentras” (v 10),
“Mientras te vaya bien serán uña y carne contigo, pero cuando te vaya mal te
abandonarán” (v. 11).
3. Lo más grave y triste: “Hay amigos que se vuelven enemigos y te
hacen quedar mal hablando de tus pleitos” (v.9) porque traicionan la
confianza e intimidad depositadas y “si algo malo te ocurre se vuelven en
contra tuya y se esconden de ti” (v. 12), es decir, al caído caerle.
4. “Aléjate de tus enemigos y cuídate de tus amigos” (v. 13),
pareciera dar un mensaje además de realista en su primera parte, un poco desesperanzador
en la segunda, aunque en realidad nos aterriza obligándonos a no ser ingenuos,
porque uno no le puede confiar sus secretos a todos por igual y lo ratifica
enseguida: “un amigo fiel es una protección segura…” (v.14), “protege
como un talismán” (v. 16).
5. “…el que lo encuentra, ha encontrado un tesoro” concluye el
versículo 14 con toda razón. Y que se sepa, tesoros no se encuentran todos los
días, o por ahí tirados. Es una fortuna toparse uno y si lo encuentra se es
realmente afortunado, valga la redundancia. Tener un amigo de verdad es un
privilegio, un regalo de Dios que habría que conservar como el más preciado
valor. “Un amigo fiel no tiene precio, su valor no se mide con dinero” (v.15),
no se puede comprar, como suele suceder con lo más valioso que tenemos en la
vida: el amor (ni se compra ni se vende), la vida, la salud, ¡un amigo de
verdad!
6. “…el que honra a Dios, lo encontrará” (v.16). Luego en verdad
la amistad es un don de Dios, un regalo maravilloso, un premio, algo realmente
deseable pero que gratuitamente se da.
7. “El amigo es igual a uno mismo…” (v. 17) en cuanto que por ser
afines hay sintonía, identificación, asuntos comunes para compartir, almas
gemelas sin que tengan que ser iguales, sin que deban pensar exactamente lo
mismo. En eso, no hay edades, no hay clases sociales, no hay género. Solo la
certeza de que ese otro es un auténtico tesoro, un verdadero amigo.
8. “…y sus acciones son iguales a su fama” concluye el verso 17 y
esta misma reflexión, porque, finalmente, lo que cuenta, lo que vale, son las
acciones, esto es, las obras. No la palabrería y el bla-bla-bla, sino la
coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Que la fama coincida con la
realidad, ahí está el quid del asunto.
Feliz día del amor verdadero y de la amistad verdadera. Lo demás es puro
cuento.