lunes, 5 de agosto de 2019

Indignante


Por Antonio Montoya H.*


Antonio Montoya H.
Realmente en Colombia no hay semana, ni día en el que no suceda algo nuevo, lo lamentable es que no se trata de noticias positivas sobre las que valga la pena enorgullecernos, por el contrario, son sucesos cotidianos lamentables que minan la confianza de la gente, que van en contravía del país que queremos construir y que sin duda alguna nos afectan como ciudadanos. Aunado a ello las consecuencias sobre esos actos, con excepciones contadas en los dedos de la mano, se quedan en la impunidad, durmiendo el sueño del tiempo en los anaqueles de los juzgados cuando está bien o tirado, arrumado a otros múltiples expedientes que hablan de nuestra pronta y eficaz justicia.

Específicamente vimos, en las noticias y sobre todo a través de WhatsApp, ese hecho bochornoso, que produce dolor de patria, el vejamen que cometieron unos bandidos contra un soldado del ejército de Colombia, al que insultaron, empujaron, le tiraron ladrillos y él, con su fusil en la mano, tuvo la paciencia para sortear ese momento con tranquilidad. Pienso yo, que seguramente tuvo muchas ganas de reaccionar y actuar en defensa propia contra la agresión infame de dos vándalos que no merecen ser parte de la sociedad.

Este hecho no puede ser parte de una noticia aislada, sin consecuencias para quienes actúan de esa forma; allí, no solo se estaba atacando a un hombre sino más allá, a la institución, a las Fuerzas Armadas de Colombia, que tiene como función principal defender al ciudadano de agresiones internacionales, pero también, al interior del país, de quienes quieren a toda costa y de cualquier manera crear el caos minando la institucionalidad y la dignidad de todo un pueblo.

Daban ganas de llorar observando al soldado inerme, enfrentando solo el embate de esos dos enemigos de la sociedad, que deberían estar pagando hoy con toda la fuerza de la ley sus delitos, porque no es solo uno, son varios, más la afectación moral de la nación que sin duda alguna es más grave que los demás.

Esta escena dantesca, por el entorno en que sucedió, por la forma en que violentamente atacaron y por lo sucedido después, hace pensar que estamos muy mal, que estamos tocando fondo, que la sociedad no actúa ante estos atropellos de terceros que, amparados en la imposibilidad de una reacción fuerte e inmediata, llevan hasta su máxima expresión a un hombre al límite para abstenerse y no generar más conflictos.

Me pregunto yo si un soldado de la patria, entendiendo que es el que da su vida por nosotros, tiene que aguantar inmerecidamente golpes, insultos y ofensas; qué no tendrá entonces que soportar cualquier civil indefenso ante el ataque de los cobardes en su cotidianidad, esa violencia que tiene que vivir a diario, para ir a trabajar, en los buses, calles y empresas.

Esto no está bien, es indignante que no reaccionemos, que no tengamos como norte la disciplina y el orden. Pronto todos seremos objeto y presa de los bandidos que amparados en sus armas, palos y violencia irán contra todo lo que sea institucionalidad y el orden social se revertirá y vendrá una época de crisis. Actuemos ya, defendamos con ahínco la democracia, dejemos de ser pusilánimes, sentados esperando que el gobierno actúe, porque nos llegará la muerte a la puerta y nada pasó.

Con fortaleza, con gobiernos fuertes, fuerza militar y de policía motivadas, orgullosas de portar el uniforme, defenderemos del caos a la sociedad y tendrán futuro nuestras familias.