sábado, 3 de agosto de 2019

Historia del federalismo en Antioquia (Cuarta parte)


Por Julio González Villa*

Juan del Corral, Girardot y Caldas

Julio González Villa
Nariño comenzó a minar las provincias admitiendo y promoviendo la anexión de corregimientos de estas a Santa Fé, lo que ocasionó un malestar generalizado entre las provincias y Santa Fe, al punto que Baraya, enviado por Nariño se pasa de bando a las Provincias Unidas. El mismo Francisco de Paula Santander, subteniente de Baraya, dijo: “El desagrado que los pueblos mostraban en lo general por la privación de su gobierno propio y su incorporación a Santa Fe; las protestas de las provincias de Pamplona y Casanare de unirse a Venezuela si se les quería forzar a dicha incorporación; las reclamaciones enérgicas de los gobiernos de Cartagena y Antioquia contra la política del de Santa Fe, y sobre todo una enérgica excitación dirigida al mismo gobierno por el de Caracas, creo que decidieron a Baraya y a los principales oficiales de su columna, a negar la obediencia al Presidente Nariño, si persistía en querer reunir por la fuerza las provincias;…” Henao y Arrubla; Historia de Colombia; Tomo I; Plaza y Janés; Bogotá, 1987; Pag. 407

Nariño marchó con su ejército el 25 de junio de 1812 y comenzó la primera guerra civil, lo que se ha denominado en la historia: La Patria Boba. La Unión contra Santa Fe. Antonio Nariño, presidente de Cundinamarca, contra Camilo Torres, presidente del Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada.

Aparece el teniente coronel Atanasio Girardot con las fuerzas de la Unión. Los españoles se hacen fuertes en el sur apoyados por su gran fuerza en el Perú.

La Provincia de Antioquia responde ante los ataques de Sámano a Popayán: el Gobierno de Antioquia envía sus batallones. Ayuda que fue agradecida por Frutos Joaquín Gutiérrez desde Tunja en mayo 1 de 1813:

“El Gobierno de la Unión da a V.E. las gracias por el auxilio de armas y soldados que ha decretado a favor de Popayán, aun en medio de lo que tiene que temer esa Provincia y de lo poco con que todavía cuenta en aquel genero. Pero esto mismo eleva su mérito y lo hace más apreciable en vista de la indolencia y de la fría insensibilidad que manifiestan otros pueblos cuando padecen sus hermanos…” Francisco Duque Betancur, Ibidem, pag. 444

Juan del Corral, quien ya aparecía desde el 12 de enero de 1810 como un dirigente de Antioquia, es referido y elegido para regir los destinos de Antioquia: ante la ocupación de Popayán por los realistas, fue el mismo presidente de la Provincia de Antioquia, don José Miguel de Restrepo, “quien promovió el cambio, para que la Legislatura nombrara un gobierno fuerte como lo hizo en la persona de don Juan del Corral, con las atribuciones de Dictador, lo que se cumplió el día 30 de junio” de 1813. (Duque Betancur, ibidem, pag. 444)

El 2 de agosto de 1813, ya en el cargo de dictador, don Juan del Corral dirige a Antioquia la siguiente proclama:

“Vuestros representantes conocieron los grandes peligros que de todas partes amenazaban al estado, y han ocurrido al único remedio que la experiencia de todos los siglos ha enseñado que debe adoptarse en medio de aquellos: Tal es la concentración del poder en un hombre, cuya voluntad sea la ley, o lo que es lo mismo la creación de un Dictador. Al hablaros con ese carácter con que se me ha revestido, yo no diré otra cosa sino que he renovado solemnemente el propósito que siempre tuve de sacrificarme todo entero por la salud de la Patria. No creáis, ciudadanos, que ésta sea una expresión estéril de mis labios; mis operaciones y mi conducta, a la cual apelo, os lo dirán mejor, y en todo tiempo responderán de la verdad de mis sentimientos. El cielo es testigo de que mi corazón no abriga uno solo que no sea dirigido al bien común, por el cual os vuelvo a asegurar, ciudadanos de Antioquia, que no omitiré sacrificio alguno por doloroso y terrible que me fuera”. Duque Betancur, ibídem, pag. 447

La Dictadura era una magistratura extraordinaria consagrada en la Roma republicana, necesaria, consentida y requerida cuando en caso de guerra peligraba el Estado mismo. Cincinato fue un claro ejemplo de los alcances de la Dictadura.

El 11 de agosto de 1813, siguiendo el ejemplo de la Villa de Mompós, de Cartagena y de Cundinamarca, se declara la independencia absoluta de España: el Estado Soberano de Antioquia desconoce como rey a Fernando VII y a cualquiera otra autoridad que no emane directamente del pueblo, o sus representantes; “rompiendo enteramente la unión política de dependencia con la metrópoli y quedando separado para siempre de la Corona y Gobierno de España”.

Francisco José de Caldas ante la reacción monárquica en Popayán viajó a Antioquia donde fundó la Maestranza en Rionegro. “En Medellín fundó luego los cursos de la Academia de Ingenieros en donde enseñó a sus discípulos álgebra, arquitectura militar y fortificación, artillería, arquitectura hidraúlica, geografía, cartografía y otras,…” entre 1814 y 1815. (Francisco Duque Betancur, ob cit. 455)

Al regresar Caldas a Bogotá, escribió lo siguiente sobre Antioquia:

“Esta Provincia en el día es un nuevo pueblo. Todo es guerra, defensa y actividad. No se piensa, ni se trata de otra cosa que de la organización de tropas, construcción de armas de todo género, y de apurar los últimos sacrificios con absoluta generosidad, y resignación. Cada momento crece la confianza pública, de manera que si el enemigo intenta pisar este suelo feliz, saldrá escarmentado de su loca temeridad. Tenemos un cuerpo respetable de tropas en Zaragoza para defender este punto contra cualesquiera tentativas de los españoles…”

“El que, como Editor de este periódico, haya examinado la estructura topográfica de la Provincia de Antioquia, el genio, las virtudes, las costumbres, y el modo de vivir de sus habitantes, no dudará que ella debe triunfar de sus agresores. El territorio, erizado de altas montañas por todas partes, que hacen los caminos difíciles, e impracticables. Sus fronteras, coronadas de baluartes soberbios que ha levantado la naturaleza, y que apenas ofrecen acceso por gargantas casi impenetrables, no serán escaladas por todos los tiranos reunidos, mientras que la moral de sus pueblos contribuya de algún modo a favorecer la defensa física de aquella Provincia. No, jamás será esclavizado un país, cuyos habitantes conservan esa semilla primitiva de costumbres de las sociedades políticas; que frugales y endurecidos con el trabajo aún no se han enervado por los vicios de una sensualidad refinada; y que dóciles y obedientes a las órdenes de su gobierno, saben caminar sin violencia ni coacción por la senda del honor, a que voluntariamente los dirige su íntegra probidad”.

“¡Habitantes de Antioquia! Recibid este tributo de mi gratitud, que ahora lejos de vosotros puedo pagaros, sin otro estímulo que el de la verdad. Cuando un tirano infame me arrebató mi patria y mi familia, no dejándome partido que escoger entre la emigración y la muerte, vosotros me brindasteis una hospitalidad generosa. Cuando yo no podía hallar en el país que me dio el ser, otra cosa que proscripciones, y exterminios, vosotros me colmasteis de honores, dándome parte en la administración de vuestros intereses. Vuestras virtudes me son queridas; y yo respeto ese suelo sagrado en donde debe tener un asilo la libertad. Conservad vuestras costumbres inmaculadas, que forman vuestro principal ornamento. Ellas y las barreras que ha levantado la naturaleza en vuestro país, deben inspirarnos el noble atrevimiento de desafiar la cólera de todos los opresores, en la confianza de vencerlos”. Fco Duque Betancur, ob cit, pag. 455

Don Juan del Corral fallece en Rionegro el 7 de abril de 1814 (En la Catedral de Rionegro, en la nave lateral derecha, se encuentra enterrado el gran Juan del Corral). Viene la reconquista española de Antioquia a manos del Coronel Warleta, quien entra por el Nechí, nordeste y toma a Medellín en abril de 1816.