lunes, 1 de julio de 2019

Dejemos trabajar



Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
El presidente Iván Duque, fue elegido presidente en una larga y dura campaña política que, como nunca en la historia, mostró un país dividido casi al 50 – 50, con posiciones totalmente opuestas, sin casi, podría asegurarlo, una sola idea en común. Por ello no se puede pretender que la confianza y la armonía se dé por el solo hecho de asumir la banda presidencial, es más complejo que el acto en sí de una posesión solemne, en donde los enfoques también tuvieron diferentes lenguajes, unos de división y el del presidente, de unidad.

Iniciando el período presidencial los columnistas de prensa empezaron a juzgarlo, que era lento, que no decidía, que quien mandaba era otro, en fin, toda una serie de calificativos que no eran, ni son de buena fe. Casi todos ellos venían de columnistas de prensa, revistas y periodistas de radio de Bogotá, quienes no sé por qué motivo se fueron lanza en ristre contra el nuevo presidente, sin darle espacio para gobernar. Aún hoy, 1° de julio, continúan dándole garrote sin cesar y generan con ello serios problemas de imagen en la comunidad; no se dan cuenta que, si al presidente le va mal, le va mal a ellos, a sus noticieros, programas de radio, en fin a todos los informativos. En el caso nuestro, el de El Pensamiento al Aire, creemos que tenemos grandes problemas de institucionalidad, nadie lo puede negar, que el Congreso no funciona, la justicia menos y que el ejecutivo tiene que tomar medidas para generar confianza y estabilizar el país, y por ende a la economía.

Juzgan al presidente porque no se logró un escaño en el CIDH, en la reunión de la OEA, celebrada en la ciudad de Medellín, y entonces resulta que es una derrota, lo cual, no es cierto, es simplemente el resultado de la democracia, una simple votación que en otra ocasión se podrá ganar. El resultado hubiese sido contrario si el representante uruguayo se queda presente en el foro.

Debemos entender que el país se dividió por una jugada audaz, astuta y lamentable del presidente anterior, que perdiendo en una votación que impedía fuera efectivo el acuerdo de paz, lo convirtió en un acuerdo de la noche a la mañana, como un mago que saca del sombrero el conejo. Porque fue eso, un artilugio que nos genera y seguirá generando problemas, eso sí, debo precisar que voté por el sí, pero una vez perdido entendí que la mayoría del pueblo colombiano votó por él no, y se debió haber aceptado de pleno esa decisión.

Desde ese momento, los ciudadanos entendieron que los habían engañado, que a pesar de lo que dijeran, el camino del acuerdo se consumaba, no había vuelta atrás. Por eso, no más que por eso se dividió el país. No lo dividió la izquierda, lo dividió el presidente anterior, quien nos tiró a la jaula de los leones para ver qué hacíamos para solucionar el embrollo.

El presidente Duque, expresó desde el inicio de su mandato que el proceso de paz continuaría, pero con razón manifestó que habría que tener modificaciones, y por ello, en su momento efectúo seis objeciones por inconveniencia que fueron rechazadas por la Honorable Corte. Los enemigos del gobierno consideran que fue una derrota del presidente, lo que no es cierto; actuó cumpliendo el mandato, objetando por inconveniencia, no por inconstitucionalidad algunos artículos de la jurisdicción especial, y no puso obstáculo adicional al asunto.

Ningún ciudadano del común entiende cómo hombres que mataron, secuestraron, violaron, extorsionaron y cometieron delitos de lesa humanidad están en el Congreso de la República, sin haber tenido previamente un juicio o una sanción, y luego permiten posesionar a otro que sigue delinquiendo. Así se está blandiendo la espada de la injusticia.

Dicen que el presidente quiere acabar con el proceso, pero ya expresamos que no lo desea. Quiere corregir errores que hoy lamentamos, no se puede negociar lo fundamental, y por ello se debe juzgar a quienes tanto mal le han hecho a Colombia y a su gente, arrojando muerte y violencia por todo el territorio, y además deben contar la verdad, repararla y pagar por ello. Si eso es una pequeñez, entonces por qué no cuentan la verdad, llevan dos años largos hablando paja y no hay verdad, reparación, ni justicia. Por eso y por honrar a los muertos, a los deudos, a las víctimas, desplazados y dolientes de la guerra debemos buscar como centro de la reconciliación a la justicia.

Colombia, debe apoyar al presidente Duque, lo elegimos y debemos aportarle para asegurar la continuidad de la democracia, trabajar, ser disciplinados, cumplir las leyes, mejorar la convivencia, bajarles el tono a las diferencias, respetar al prójimo, sancionar al delincuente, castigar a los corruptos, penas sin beneficios para violadores, asesinos, maltratadores de la familia y así, de esta forma, le ayudamos a construir un mejor país. No esperemos que él haga la tarea por nosotros, hagámosla uno a uno por Colombia.