domingo, 14 de julio de 2019

Cristóbal


Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout Jaramillo
Dormía profundamente y a media noche nos despertó nuestra hija, estaba rompiendo fuente, se anunciaba la llegada de Cristóbal; inmediatamente nos volamos para la clínica, siendo las 3 a.m. la pediatra programó cesárea para las 7:00 a.m.

En tremendo aguacero emprendí camino hacia La Ceja, a recoger al papá que se encontraba en un retiro espiritual, dándole mantenimiento al alma.

Como conocedor del sitio, entre buscando un servidor, para que me ubicara al padre del niño por nacer. Inmediatamente nos reconocimos, había sido mi jefe de mesa cuando camine en mi primer retiro, llegaron otros servidores y entramos a la habitación, le avisaron a un señor que iba a ser padre y no sé quién se asustó más, si el señor o el verdadero padre. Aclarada la situación, la felicidad nos embargó a los presentes, servidores y caminantes; vinieron los abrazos, las fotos y la despedida, emprendimos el regreso a Medellín, llegamos oportunamente.

Salir con la fuerza y la tranquilidad, de un retiro espiritual a recibir un hijo, es el premio más grande que le puede dar a uno mi Dios.

Todo transcurrió en calma, Cristóbal y la mamá sanitos, los 4 abuelos felices con nuestro primer nieto.

Estamos en la clínica haciendo gala de nuestros escasos conocimientos en manejo de redes, para avisar a todos los familiares y amigos la llegada del nuevo miembro a la familia.

Hoy empieza la temporada de abuelos, acompañada de nuevos roles que esperamos desempeñar en la mejor forma posible.

Bendecidos por nuestro señor Jesucristo, por permitirnos un nacimiento con todos los medios y comodidades, pensando en las penurias y dificultades de tantas madres que sufren en nuestro país.