sábado, 4 de mayo de 2019

Vigía - militares: ¿enredados entre fábulas?


Por John Marulanda*

Coronel John Marulanda
Mientras circula un tedioso video de un mozalbete que, con un muy precario conocimiento teórico de la institución, dice sandeces mamertas sobre las Fuerzas Militares, dos hechos urgen a una reflexión sobre nuestro Ejército.

En Saravena, Arauca, el ELN bombardeó y destrozó varias residencias familiares del Grupo de Caballería Rebeiz, el cual honrosamente comandé durante 1997 y 1998. Inexcusable que se repita una y otra vez la misma historia de los mismos atentados, en los mismos lugares y por los mismos narcoterroristas. Hace un par de semanas, un carro bomba estalló en cercanías a la misma instalación militar y sin embargo ¿no se tomaron medidas preventivas? Poca alerta táctica, consecuencia de la inmersión de los cuadros durante ocho años en una terapia artificiosa, millonaria e internacional, para imbuirlos en la ficción del postconflicto. Actualmente, unidades armadas se dedican a cultivar frailejones y una frondosa burocracia campea en los cuarteles, erosionando la función constitucional, generando desgano y provocando descuido, a lo que se agrega el temor operacional por la total carencia de protección legal.

En Convención, Catatumbo, un suboficial asesinó, según la Fiscalía, a un exterrorista fariano. Además de las investigaciones penales necesarias, mandos de las unidades táctica y operativa, deberían dar muestra de su dignidad militar, rescatando el honor y el heroísmo que son hoy en día monedas manoseadas y sin valor real. Ese acto criminal, revitalizará la propaganda izquierdista para insistir en el desmonte de 200 años de historia, tradiciones y heroicidad de la institución con mayor confiabilidad de los colombianos.

Ambos hechos son consecuencia de un rumbo equivocado que obligó a nuestros militares a poner la mirada en Europa, la OTAN, el Congo, y a diseñar una doctrina congraciada con el negociado de La Habana, mientras se menospreciaba la realidad operacional de nuestro país. Si estos son los soldados que garantizan nuestra soberanía territorial y los que están enfrentado a las organizaciones narcoterroristas del crimen organizado transnacional, el panorama no pinta tan bien como quisiéramos.

Ahora más que nunca, se necesita una dirección política sin titubeos y un comando profesional, que no me cabe duda reposa bien en el liderazgo de los generales Navarro y Martínez. Ojalá, antes de que haya otra tragedia como la de la General Santander, se prevengan con tecnología nuevos atentados y con sanciones ejemplares se restablezcan las normas de guerra en nuestras unidades acosadas por francotiradores, campos minados y seudo académicos rentados por oscuros intereses.