martes, 14 de mayo de 2019

De cara al porvenir: la soberanía nacional


Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
Sin dar muchas vueltas en el sentido estricto del concepto soberanía, aceptemos como práctico aquel que nos invita a reconocer que solo es soberano quien no tiene que pedirle permiso a nadie para tomar decisiones de manera autónoma, libre e independiente.

Estos países chiquitos como el nuestro, que desoyeron las advertencias de Bolívar allá en el Congreso Anfictiónico de Panamá, en 1826, y no fueron capaces de sostener una unidad regional con independencia política, van a cumplir casi todos 200 años de mal llamada independencia y en escasísimos casos y de manera puntual, han podido ejercer una que otra vez el ser Estados soberanos.

Recientemente, y de manera lamentable, la cosa para Colombia se ha enrarecido de nuevo, por culpa de la estéril lucha contra las drogas y la débil posición del gobierno actual al dejar narcotizar de nuevo las relaciones con los Estados Unidos, ante la abundancia de temas de interés común que se deberían tratar. El presidente norteamericano, de manera indebida, regaña a nuestro presidente, porque según él no se está trabajando con suficiente esfuerzo para erradicar los cultivos ilícitos, que obviamente no decrecerán mientras exista la demanda creciente de los consumidores norteamericanos.

Estamos en la era de las polarizaciones en todo el mundo occidental, y se evidencia cuando se compara que el gobierno del presidente Obama avaló y ayudó a consolidar el proceso de paz en Colombia, y que el gobierno actual norteamericano no tiene el mismo compromiso, y además, en cabeza de su Embajador, invita a desayunar a un grupo de congresistas colombianos para exponerles la posición de su gobierno con respecto a las objeciones a la Justicia Especial para la Paz –JEP- presentadas por el presidente Duque, siendo este acto, dicho de la manera más elegante posible, uno desobligante y lejano a cualquier postura o función diplomática respetuosa.

Pero la cosa no para ahí: Colombia ha puesto el pecho con relación al retorno de la democracia en Venezuela, ante la enérgica posición retórica norteamericana y su débil actuación, cosa que no debería ser necesaria si la Organización de Estados Americanos estuviera cumpliendo a cabalidad sus funciones y sus objetivos fundacionales. Recordemos que debido a la Guerra de las Malvinas y a la enclenque posición Colombiana, se nos otorgó la denominación de “Judas Suramericano”.

Nicaragua mantiene su apetito voraz con respecto a San Andrés y Providencia, y la expansión de su plataforma submarina, y Colombia aún le continúa incumpliendo a los sanandresanos, hoy raizales desde el Gobierno anterior, que incumplió sus promesas y compromisos con nuestros conciudadanos insulares.

Mientras no tengamos una política pública clara para las relaciones internacionales, mientras no exista una política pública de fronteras y mientras no tengamos conciencia geográfica e histórica de lo que somos, pues es imposible que se nos respete, ya que nosotros mismos, no alcanzamos a la categoría de verdaderos ciudadanos y como zombies, dejamos que propios y extraños maltraten a nuestra muy rica y exuberante Colombia, tan mal querida y tan mal administrada.