Por Antonio Montoya H.*
“Es una
antigua tradición de trabajo comunitario o colectivo con fines de utilidad
social”.
El significado “se deriva de la
percepción y creencia que tenían los aborígenes de que, realizando un trabajo
compartido para el bien común, se hace más rápido, mejor”.
Ante la convocatoria que efectuaban los líderes
de las tribus, la población acudía al llamado, se movilizaba y organizaba; era
una celebración de vida.
Esto que hicieron los indígenas en el sur del
país, no es una minga, es simplemente un paro. Allí no se está haciendo nada de
lo que es una minga, lamentablemente la prensa hablada y escrita no investiga
realmente el significado de las palabras y eso conlleva a que, como en este
caso, se le dé una connotación histórica diferente a la realidad. Deben estar
revolcándose los antepasados en sus tumbas, al ver como se tergiversa el
significado de sus palabras, de lo que realmente le da valor y sentimiento a la
minga.
Miren ustedes bien: la minga conlleva
liderazgo, solidaridad, compañerismo, trabajo en equipo, satisfacción por el
trabajo compartido, amor por el terruño, autoestima y disfrute por el resultado.
Dígame uno cualquiera de los que leen esta
columna, si lo que ha ocurrido en el Cauca y lugares aledaños, o en el Tolima,
es realmente algo que se pueda valorar como minga.
Tenemos destrucción, violencia, desempleo, poca
solidaridad con el resto del país que se está quedando sin suministros, quema
de vehículos, muertos y desorden; es una acción desestabilizadora y repugnante
por parte de los promotores, aliados y partidarios que se unen a fomentar el
malestar en Colombia.
Digámoslo sin titubeos, estos paros indígenas,
estudiantiles y los que se vienen, no tienen fundamento alguno, cuando estamos
superando las dificultades ampliando cobertura en educación, nuevas formas de
adquirir vivienda, estructurando mecanismos para solucionar problemas
energéticos, en fin, trabajando con seriedad, mesura y sin desfallecer como lo
demuestra el gobierno nacional, que no está cacareando logros, sino con bajo
perfil reorganizando el estado y sus finanzas.
Quienes quieren poner al estado en jaque son
Gustavo Petro, Bolívar, la izquierda en general, el ELN, y todos aquellos a los
que los gobiernos de turno les abrieron las puertas de la legalidad para
construir un país incluyente, pero, ellos quieren un país pobre y
desestabilizado, como lo lograron en Venezuela, una estrategia válida reinar en
la miseria.
Los que hacen parte activa del paro indígena,
son poseedores de tierras, han tenido apoyo de muchos gobiernos y lo que
deberían explicar es qué tipo de cultivos tienen allí, cuántos trabajan la
tierra y sí hoy son sostenibles. Viven y han vivido de los subsidios, no les
importa y perjudican con esa conducta a millones de colombianos. Deberían
continuar negociando en mesas de trabajo serias, no amenazantes, estructurando
un futuro para las comunidades y cohesionándolas con el resto del país.
Por último, reitero que los ciudadanos del
común, nosotros, trabajadores, estudiantes y amas de casa, no pueden soportar
siempre sin reaccionar al comportamiento indebido de políticos, comunidades y
sectores sociales que bien pueden reclamar derechos, pero no actuando contra
los derechos de los demás. Por ello se clama justicia y acción del gobierno,
tatequieto a los mezquinos, negociaciones civilizadas en la mesa y al trabajo
en común por el futuro.