Pedro Juan González Carvajal*
En un mundo globalizado, la vida y la dinámica
de las empresas tienen su propio ritmo y su propia lógica, en una agresiva
competencia por controlar los mercados.
En países donde se da la posibilidad de
potenciar el ahorro privado, es muy común la inversión en acciones de empresas,
respaldados en una bolsa de valores nutrida en número de empresas y fortalecida
estructural, legal y tecnológicamente.
Fusiones, absorciones, adquisiciones, compras,
ventas, quiebras, negocios entre grandes holdings,
hacen que uno se acueste trabajando en una empresa con unos dueños y se
despierte en la misma empresa, pero con otros propietarios.
La adquisición de acciones en bolsa es una
alternativa menos desgastadora que el proceso de compra directo formal.
¿Para qué comprar una empresa? Los intereses y
las estrategias que soportan esta decisión pueden ser múltiples: capitalizar
fortalezas, controlar el mercado, aprovechar las ventajas que ofrece la empresa
adquirida, fortalecimiento de imagen o mercado, control de un territorio,
acabar con un competidor fuerte, aprovechar economías de escala, profundización
de mercados, aumentar volumen de ventas o aunar talentos, entre otras tantas.
Puede que las culturas de las organizaciones
vinculadas en la transacción sean cercanas o lejanas. Lo cierto es que la
empresa que adquiere pone las condiciones y define finalmente qué de la empresa
adquirida puede ser empleado o no, bajo una clara racionalidad del costo -
beneficio.
No se permite en estos casos la duplicación de
funciones y menos de cargos. Políticas sólidas, objetivos claros, estrategias
bien definidas y procesos y procedimientos eficientes, así como índices
apropiados de productividad, son los ingredientes básicos para poner a
funcionar la nueva organización, teniendo en cuenta, obviamente, el músculo
financiero requerido. Posturas sentimentales de tradiciones, historias o
costumbres, más que ayudar, entorpecen los procesos.
A la puesta en marcha de la nueva figura, se
asocia la definición o ratificación del modelo de negocio a desarrollar, cada
vez más intensivo en el uso y apropiación de las tecnologías de la información,
que servirán de soporte para que los productos o servicios sean adquiridos de
manera recurrente.
Los ajustes y los cambios se han de dar en el
tiempo. Inicialmente dos vectores paralelos que a medida que avanzan, tratan de
encontrarse.
El manejo y la atención a los públicos de
interés facilita o dificulta estas operaciones: clientes, empleados,
proveedores, competidores, hacen parte del día a día empresarial, lo cual hace
que sean merecedores de ciertas consideraciones.
Si la operación se hace dentro de un mismo
país, se facilita el aspecto legal y tributario.
Finalmente, es la actitud, voluntad y
compromiso de los humanos quienes hacen que este tipo de situaciones prosperen
o no.
Insistimos en la necesidad de dotar a Medellín
con un adecuado centro de espectáculos, un velódromo cubierto y un autódromo
que cumpla con las exigencias de la F1.